"(...) Draghi pretende que una baja de interés del 0,05% ejerza un efecto
sobre la banca privada que les haga abrir el grifo del crédito y
reactive la economía.
El problema de esta ecuación, que sigue sin
funcionar, es que el grifo del crédito no va a abrirse porque el BCE lo
quiera, los gobiernos lo pidan o porque las empresas lo necesiten, ni
siquiera se abrirá por una nueva e insignificante bajada del 0,05% del
precio del dinero.
Los únicos que tienen la llave para abrir ese grifo
son los bancos privados y estos no prestarán dinero a empresas y
familias mientras les sea más rentable especular en mercados
financieros, comprar deuda pública de países en apuros o simplemente
mantener el dinero parado.
¿Por qué iba a correr el riesgo de prestar un
banco dinero a una empresa o una familia de una economía estancada o en
crisis pudiendo especular con la deuda soberana de un país? Si dejan dinero en la caja fuerte del BCE les costará un 0,4%
Aunque parezca absurdo, muchos bancos piden prestado dinero del BCE para dejarlo depositado en el mismo BCE.
Aprovechan el tipo de interés barato para después lanzarse a pedir
dinero prestado pero al no encontrar sitios fiables donde invertirlo o
prestarlo lo dejan en depósito.
Hasta ahora el BCE cobraba un 0,3% a los
bancos privados que hacían uso de este depósito. Hoy, esa “comisión” se
eleva en una décima hasta el 0,4% -como ya ocurrió en diciembre del año
pasado- con la intención de que de ese modo a la banca privada no les
salga tan rentable tener el dinero parado y empiecen a prestarlo.
De
nuevo nos encontramos con la misma problemática que con la medida
anterior ¿obliga esa subida a prestar dinero? ¿fluirá el crédito
mientras los bancos tengan la libertad de usar ese dinero en actividades
meramente especulativas? (...)
Una Europa con un banco central que funcionara para solventar los problemas económicos de la ciudadanía europea y de los países podría comprar directamente la deuda emitida por estos o prestarles dinero a esos tipos de interés nulos,
eliminando a ese incomodo y egoísta intermediario en el que se ha
convertido la banca privada y los “mercados”.
Los gobiernos podrían
invertir ese dinero a coste cero en reactivar la economía real de los
países, enfocando la inversión donde más se necesite y donde ejerza un
efecto positivo sobre la población, en lugar de dejar en manos de la
banca que acepta a invertir basándose en meros parámetros de retorno
económico.
Los países no necesitarían ir a los mercados a pedir dinero
con un ojo puesto en la prima de riesgo o en índices variables -y
manipulables- como el EURIBOR. Las administraciones podrían obtener
dinero al 0% que les ofrecería la posibilidad de aplicar políticas de
crecimiento sin tener que depender de la banca privada ni sentirse
ahogados por los intereses.
Y puestos a soñar, el BCE podría cancelar las hipotecas de muchas familias
para sustituirlas por préstamos a un interés 0%, lo que descargaría una
enorme cantidad de intereses sobre las economías familiares que podrían
conseguir ese efecto sobre el consumo que las medidas de Draghi llevan
buscando durante años sin mucho éxito.
Pero todo esto ocurriría
en una Europa diferente, donde las decisiones de las políticas
económicas y monetarias no dependieran de un organismo no democrático
como el BCE presidido por un ex-banquero al que nadie ha votado. Una
Europa donde sus instituciones y sus políticas sirvieran a la ciudadanía
y no a la banca privada. Una Europa democrática, pero no en la actual
del señor Draghi." (Yago Álvarez, El salmón contracorriente, en Rebelión, 11/03/16)
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