3.5.16

El empleo de baja calidad se extiende

"El empleo de baja calidad se extiende.

 Los datos de la Encuesta de Población Activa reflejan que en el primer trimestre del año cayó el empleo en 64.600 personas y aumentó el paro en 11.900. (...) lo preocupante es que, a pesar de que ahora no estamos en recesión, sino en plena expansión, con el PIB creciendo con fuerza (por encima del 3%), la pauta de comportamiento del empleo sea parecida a la de la etapa de crisis, es decir, que se destruya empleo, algo que no ocurría en la fase de expansión anterior 1995-2007, cuando siempre aumentó el número de ocupados en los primeros trimestres.  (...)

En este sentido, los datos de la EPA pueden estar reflejando un aumento del empleo sumergido o informal (de ahí que no siga la línea del empleo que cotiza) y, en todo caso, supone que la productividad aparente del trabajo (la diferencia entre lo que crece el PIB y el empleo) es ínfima, incluso negativa, como resultado de una creación de empleo de muy baja calidad, esencialmente en puestos y ocupaciones de escasa aportación al valor de producción final.  (...)

En conjunto, parece estarse produciendo una mayor volatilidad del empleo en la etapa actual, como consecuencia de las reformas laborales producidas desde 2010, y en especial de la aprobada en 2012 por el Gobierno del PP. Se crea un empleo de peor calidad, y por tanto más volátil y menos productivo. En definitiva, empleo más precario. (...)

Seguimos perdiendo fuerza laboral, como consecuencia conjunta del progresivo envejecimiento de la población, de la marcha de trabajadores a otros países y de su salida a la inactividad como consecuencia del desánimo que genera la imposibilidad de encontrar un empleo. España ha perdido 78.400 activos en el último año, y 612.000 desde el primer trimestre de 2012 (un 2,6%).

Especialmente preocupante es el hecho de que haya aumentado en el trimestre el número de hogares con todos sus miembros en paro en 54.300, hasta alcanzar 1.610.900. 

Todo ello muestra que el desempleo sigue siendo el principal desequilibrio de nuestra economía, y las políticas económicas aplicadas, ni en Europa ni a nivel nacional, parecen tener esto en cuenta. La prioridad sigue siendo reducir el déficit, con ritmos inadecuados y medidas empobrecedoras. 

Por eso debe preocupar mucho el escenario venidero, puesto que todas las estimaciones apuntan a una desaceleración del crecimiento económico debida al agotamiento del impacto de los factores externos que han propiciado en los últimos dos años la incipiente recuperación: la depreciación del euro, la caída de los precios del crudo, la expansión de la liquidez generada por el Banco Central Europeo y una cierta relajación del ajuste exigido desde Bruselas.

El impulso monetario ha exprimido ya casi toda su potencialidad, y si no acude en su ayuda la política fiscal a nivel europeo (lo que no parece probable), la zona no despegará, y puede caer en una tercera recesión.(...)

De hacerse realidad este escenario, y con la mencionada volatilidad mostrada por el empleo en nuestro país, cada vez más precario, el impacto puede ser de nuevo terrible en términos de aumento del paro y de las situaciones de insuficiencia de ingresos y de exclusión social, ya en niveles insostenibles.
En definitiva, y más allá de los datos puntuales del trimestre, la tendencia muestra una creación de empleo muy importante, algo incoherente de hecho con las estimaciones de crecimiento de la actividad, y que se basa en empleo de baja calidad, eminentemente precario.(...)"              (Economistas frente a la crisis, 28/04/16)

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