11.1.18

2018, ¡seguirán riéndose de nosotros! La gran tendencia global es que los titulares de la riqueza utilizan el sistema mundial para obtener ganancias extraterritoriales en lugares seguros donde no pueden ser gravadas o recuperadas. La riqueza se acumula cada vez más en solo unas pocas manos. Y encima hay que aguantarles el que todo va muy bien...

"¡Cómo se ríen de nosotros! ¿Han visto ustedes como nos venden unos datos de empleo miserables como la panacea del bienestar patrio? ¿Han visto ustedes como ni se inmutan ante los datos de deuda total, deuda externa y necesidades de financiación de nuestro sistema bancario

 ¿Han sentido ustedes el deterioro significativo y programado de nuestros servicios públicos? Lo peor es que hemos sido nosotros, la ciudadanía, quienes les hemos permitido empeorar nuestros niveles de vida y bienestar a marchas forzadas sin levantar la voz. Nuestros hijos y nietos viven y vivirán peor que nosotros. 

El ascensor social ya no funciona. La riqueza se acumula cada vez más en solo unas pocas manos. Y encima hay que aguantarles ese inagotable relato orwelliano de que todo va muy bien. ¡Basta ya!

 Pero este fenómeno no afecta solo a España. Es el denominador común, tristemente, en la inmensa mayoría de democracias occidentales, donde la maquinaria de defensa de las superclase trabaja a pleno rendimiento. Es lo que el gran Sheldon Wolin denominó Totalitarismo Invertido.

 Lo que ocurre es que se traslada de distinta manera según países. Y aquí, nuestras élites, profundamente antipatriotas, son copartícipes del diseño de un país cuasi-fallido. Digámoslo claramente, España es irrelevante, no pintamos absolutamente nada. 

Todo se decide fuera, tanto en el ámbito de lo público –recuerden la genuflexión de nuestros políticos ante Herr Merkel durante la Gran Recesión-; como de lo privado, al ir diluyéndose con el paso del tiempo la propiedad patria de nuestras joyas de la corona. Les da todo igual.  (...)

 El mercado laboral español recoge los frutos sembrados durante décadas por las élites económicas patrias, básicamente rentistas, dominadas por la interacción de una serie de oligopolios dañinos para nuestra salud. El binomio bancario-inmobiliario, aderezado con distintos monopolios naturales privatizados, ha subyugado, y sigue subyugando, la vida económica de este país. 

Para ello contó con la colaboración, algunos dicen incluso que con el diseño, por parte de una clase política que en plena ola burbujil, alentando un endeudamiento masivo, hundió definitivamente las esperanzas de futuro de este país. Y para colmo nuestro sector exterior patrio está siendo raptado por el capital foráneo, sin darnos cuenta de lo importante que es para un país que la propiedad de su industria esté en manos españolas. Y de aquellos barros estos lodos.

 Pero el problema de fondo es todavía más profundo. El núcleo del sistema político de las otrora democracias occidentales ha devenido en un control centralizado del fraude que permite un enriquecimiento masivo de unos pocos a expensas de la ciudadanía. Y todo ello mediante un proceso totalmente legal, es decir, dentro de la letra de la ley.

 Para ello han cooptado la maquinaria legal y la han usado para permitir a aquellos que han amasado una ingente cantidad de dinero y riqueza no pagar los impuestos que les corresponden. Lo peor es que cuando se amasa tanto dinero se hace mediante la extracción de rentas al resto de la ciudadanía. El sistema protege el engaño. Recuerden como en 2008 se rescató a aquellos avaros que arruinaron la economía global.

La gran tendencia global es que los titulares de esa riqueza utilizan las ruedas del sistema mundial para obtener ganancias extraterritoriales en lugares seguros donde no pueden ser gravadas o recuperadas. 

El concepto es simple, pero los mecanismos son por naturaleza complejos para ocultar el rastro. No dudan en utilizar las ruedas de la contabilidad y el gobierno para permitir la deslocalización de la riqueza, a menudo transmitiendo pérdidas a los contribuyentes en forma de deuda.

 Una vez que oligarcas, cleptócratas, corporaciones y plutócratas políticamente poderosos estacionan su riqueza en paraísos en el extranjero, protegidos de los impuestos, obligan al resto de la ciudadanía a soportar una mayor carga de los impuestos, es decir, pagar impuestos más altos.

El punto importante aquí no es que el control fraudulento sea habilitado por instituciones centralizadas. La centralización concentra el poder necesario para que los privilegiados se beneficien a sí mismos a costa de todos los que están fuera del círculo de poder. El mecanismo para enriquecer aún más a las elites adineradas y a los que tienen información política no es un desafortunado accidente del poder centralizado, es el único resultado posible del poder centralizado tal cómo está diseñado en la actualidad."                (Juan Laborda, Vox Populi, 07/01/18)

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