"La opción ganadora entre los andaluces ha sido, sin duda, la abstención.
Concretamente, 336.442 ciudadanos más que en 2015 se decantaron por
ella (un 14,85%). (...)
Se puede especular que la mayoría vienen de la izquierda, pero es que la
izquierda ha perdido 620.976 votos. Si se acepta esa premisa de que el
abstencionismo es de izquierda está claro que los votos a Vox vienen de
ahí, aunque sea por desplazamiento.
Digamos que se fueron hacia la
derecha mientras que de la derecha sí iban hacia la ultraderecha. Lo
cierto es que la derecha se queda como estaba y el nacionalismo en
Andalucía, al menos formalmente, es residual.
Tal vez la reflexión que se debería hacer es por qué
la mayoría de andaluces no fueron a votar y la izquierda, especialmente
debería preguntarse que responsabilidad tiene en ello. Echar la culpa a
los demás o a los votantes no parece la más inteligente de las
actitudes.
Es evidente que el crecimiento de la ultraderecha
españolista de Vox es una reacción a la ultraderecha nacionalista que
gobierna en Cataluña y tensa la cuerda identitaria. La reacción entre
nacionalismos se retroalimenta. El nacional-secesionismo catalán se
frota las manos con el avance de Vox ¡están encantados! Pero las culpas
no son únicamente de éstos.
El “sanchismo” se apoya en esa ultraderecha
catalana, mientras la izquierda española les da alas. Tarde o temprano
la presión produciría una grieta en sistema partitocrático español tan
ensimismado en contentar al nacionalismo disgregador. Que apareciera un
nacionalismo español estaba cantado. Ahora, sobran plañideras.
Muchas son las causas del abstencionismo pero el sistema electoral es
uno de los grandes gestores de dicha opción ciudadana. No será la
primera vez que defiendo la abstención como una opción tan legitima como
la de votar, independiente de que lo que, en realidad, refleja es
desconfianza en el sistema.
En 2015 ya analicé
las elecciones andaluzas y me sirvieron para desmenuzar las
deformaciones del sistema electoral español. En estas de 2018 se repiten
las mismas trampas. (...)
Si el valor del cada voto debiera ser 1, la realidad es que los
sevillanos son los que menos poder tienen frente a los onubenses que
casi triplican el poder de su voto. (...) para obtener un diputado se necesitan más votos en Sevilla o Málaga que en Almería o Huelva. (...)
Tras las elecciones, las diferencias se agrandan. La abstención hace que
los costes medios por escaño bajen en todas las circunscripciones. Si
los 11 escaños de Huelva costaban inicialmente sobre 35.000 votos,
finalmente cuestan menos de 18.000 votos. La realidad es que de los 109
escaños del parlamento andaluz, 70 valen menos de la media de votos
(32.603), un 64% del total. (...)
Evidentemente, no existen sistemas perfectos pero sí perfeccionables. La
obsesión de los sistemas electorales occidentales por facilitar la
gobernabilidad conlleva deformaciones de la voluntad popular, tendiendo a
crear mayorías parlamentarias que faciliten la creación de gobiernos
estables. Por el contrario, esos sistemas generan mayorías indeseables,
como es el caso del nacionalismo en Cataluña. (...)
Si aplicamos a los resultados del 2 de diciembre en Andalucía un reparto
en circunscripción única usando el método Hare (reparto proporcional y a
resto mayor) (...) Vemos que los dos partidos más votados, en este caso PSOE-A y PP
perderían los escaños extras que el sistema les asigna, 2 y 3
respectivamente y que los reasignaría debidamente: 1 para Adelante
Andalucía, 2 para PACMA, 1 para AxSí y otro para EQUO-INICIATIVA. Los
tres últimos partidos entrarían en el Parlamento y tan solo 2 escaños
habrían costado menos de la media de votos general. (...)
El sistema propuesto, Circunscripción Única + Hare, genera unos costes medios bastante equilibrados (...)
La tentación de algunos puede ser proponer sistemas mayoritarios, como circunscripciones uninominales al estilo francés o británico,
que minimicen la presencia de partidos extremos como Vox o los
nacionalistas. Sin embargo, a la larga generaría más desafecto a la
democracia y el crecimiento de éstos y, a la vez, asegurarles mayorías.
Una reflexión sosegada y el valor de afrontar incluso la propia pérdida de poder nos pondría en el camino correcto que no es otro que hacer partícipe a los ciudadanos de la toma de decisiones; otra cosa no es la democracia." (Vicente Serrano. Miembro del Grupo Promotor del partido IZQUIERDA EN POSITIVO , Crónica Popular, 08/12/18)
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