22.1.19

Jean-Claude Michéa, intelectual de los «chalecos amarillos», denuncia invariablemente la traición de la izquierda a sí misma... a partir del momento en que los "progresistas", apartándose del "pueblo", se preocuparon exclusivamente de las "minorías"...

"(...)  Jean-Claude Michéa fustiga de libro en libro a la «intelligentsia» progresista que, desde hace una treintena de años se ha alejado del pueblo. De Impasse Adam Smith a Complexe d'Orphée, su obra exalta la "decencia común" de las clases populares.(...)

Michéa se hace eco de reividicaciones concretas a golpe de referencias eruditas que tienen todas por objeto señalar la lenta y, según él, según él, inexorable deriva de la izquierda hacia el liberalismo e incluso hacia el macronismo. 

De libro en libro, Michéa denuncia invariablemente la traición de la izquierda a sí misma. Esta traición se habría llevado a cabo, en su opinión, a partir del momento en que los "progresistas", apartándose del "pueblo", se preocuparon exclusivamente de las "minorías", identificándose con los "derechos humanos". 

La adhesión de la izquierda a la vertiente política del liberalismo equivale por otro lado para Michéa a una rendición ante el liberalismo económico. Las reivindicaciones que el pensador de inamovible gorrito de lana plantea en este nuevo libro son sencillas: alimentarse, tener un techo, circular, ejercer una profesión ... con toda "libertad". Todo se sucede hoy como si la "República de las pasiones tristes" no permitiera ya el ejercicio pleno de los derechos elementales. 

Jean-Claude Michéa establece una doble conclusión con apariencia de profecía. Por un lado, apela al despertar de un movimiento que se diga "autónomo": este despertar debería llevarse a cabo en oposición a los partidos progresistas que habrían olvidado la lucha social en beneficio del combate en favor de las minorías, para que se actúe por fin respondiendo a los apremios de las clases populares. 

Por otro lado, ofrece una llamada de atención a las élites globalizadas con el fin de que no descuiden más la angustia que carcome a esos ciudadanos olvidados. En otros términos, Michéa, como libertario decepcionado, acaricia la esperanza de que el "aprisco humano" se defienda finalmente de las garras del lobo, que para él es el capitalismo sin control. (...)

De este libro de Michéa surgen varias cuestiones esenciales, que van a sobrevivir a la probable desecación del movimiento de los «chalecos amarillos»: ¿Cómo rehacer Francia? ¿Cómo apagar los fuegos de la cólera, que por todas partes parpadean sobre las barricadas y en las rotondas ?¿Cómo volver a insuflar "subjetividad humana", como dice el autor, en un mundo en el que las decisiones las toman máquinas "axiológicamente neutras", dicho de otro modo, neutras desde el punto de vista de los valores?

Nuestra civilización, que el cineasta denomina "cibernética", reinaría sin compartir sobre nuestras economías mercantiles, privando totalmente de espacio político a un auténtico proyecto de alternativa por la izquierda. Bien conocido por su sensibilidad anarquista, Michéa propone aquí, pues, una lectura solidaria de un movimiento ambiguo.(...)"                     (Yoann Duval  , Sin Permiso, 08/01/2019)

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