16.1.19

Todo el mundo se lanzará a hablar de la tauromaquia y la Semana Santa y se olvidará de que hay 4 puntos referentes a la educación que, de forma un tanto indefinida y sutilmente, te lleva a la educación privada y la desaparición de una educación universal

"(...) Predigo: todo el mundo se lanzará a hablar de la tauromaquia y la Semana Santa y se olvidará de que hay, ¿cuántos?, 4 puntos referentes a la educación que, de forma un tanto indefinida y sutilmente, te lleva a la educación privada y la desaparición de una educación universal. (...)

Y una cosa más: si alguien piensa que esto es un fascismo o franquismo a la vieja usanza, que se olvide. La líder de VOX en Madrid es mujer. Los tiempos son nuevos, no se repite la historia pero sí la dominación del poderoso sobre el débil. Esto es un clásico. 

Las medidas económicas que se toman van en favor de las clases poseedoras. Se abre la puerta a la medicina privada: si tengo dinero, me pago la salud. La herencia es totalmente legítima y por tanto no cotiza..."           (Mari Cruz Santos, Crónica Popular, 12/01/19)


"(...)  Algunos creen, o quieren creer, o quieren hacer ver que creen que el espectro del general Franco se ha levantado de su tumba y que un atavismo carpetovetónico, intolerante, xenófobo, reprimido y represor, que a lo mejor se remonta a los siglos de la Reconquista, está latente desde entonces en la epigenética de los españoles y que, sojuzgado hasta ahora, vuelve rampante por sus fueros sin que se sepa muy bien por qué ahora y no hace diez años, por ejemplo, o veinte.

Parece que puede ser una exageración, y una comodidad, definir o denostar a Vox como un partido franquista o fascista, como hacen tantos analistas perezosos o interesados y algunos grupos de jóvenes desocupados, sobrados de tiempo libre y de testosterona, anhelantes de acción, de camorra y de una causa noble, que por cierto antes de que Vox existiera ya se habían organizado y ya operaban acosando a disidentes y atacando a periódicos como éste, bajo el marchamo exonerador del “antifascismo”.

 Estos jóvenes --según ellos mismos, “antifascistas”; para los demás, camisas pardas del prusés-- nacieron exactamente en la misma incubadora donde ha nacido Vox. (...)

Pero ya se puede decir que tanto como de la derecha Vox se alimenta de los mismos sectores que hasta hace poco respaldaban opciones políticas de izquierda o de extrema izquierda. Y más se alimentará de esos sectores cuanto más lo demonice la insoportable corrección política. 

Igual sucede en Francia, donde como es sabido el Frente Nacional de Le Pen a pesar de la inepcia de sus líderes y de los cordones sanitarios engorda en cada cita electoral desde los años ochenta con los votos de los territorios más maltratados por la crisis sistémica que antes sustentaban al partido socialista y al comunista.

Como todos los movimientos populistas y más o menos nacionalistas, incluidos el que condujo al Brexit, el que llevó a Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el griego de Tsipras, el Frente de Le Pen, el procesismo catalán y otros fenómenos populistas, Vox nace de la conciencia de que la política tradicional en el eje socialdemocracia-derecha liberal no controla la evolución de la economía, y ésta es bastante menos amable de lo que queríamos creer en aquellos tiempos ya remotos cuando acudíamos al banco y nos daban una hipoteca razonable, que creíamos fácilmente pagable salvo que nos sucediera el casi impensable cataclismo de perder el empleo, razonablemente bien remunerado. ¡Qué tiempos!

Por poner un solo ejemplo: la política no puede controlar el delirante encarecimiento de la vivienda en las grandes ciudades, ni siquiera en España donde ocupan las alcaldías de Madrid y Barcelona las fuerzas teóricamente más conscientes de la gravedad del problema de que los ciudadanos sean expulsados --como en Lisboa, en París, en Londres-- de los lugares que en régimen de casi exclusividad son los únicos donde se genera y se puede conseguir empleo, que son las grandes ciudades. Si la política no puede controlar ni siquiera lo que es la base de la pirámide de Maslow…(...)

Una clase social tras otra, empezando por los obreros, siguiendo por la pequeña burguesía, los empleados, la mediana burguesía, los comerciantes, etcétera, todos los integrantes de esas “categorías”, como las denomina Christope Guilluy en “No society”, son “redundantes”. 

El malestar alienta en el cuerpo social de esta “no society” sin que la clase política ni la clase mediática sean capaces de detectarlo en toda su magnitud ni mucho menos de dar solución a sus angustias, pues están demasiado ocupadas básicamente en la mentira y la propaganda.

Cuando aparecen determinados síntomas inquietantes, como Vox, prefieren rasgarse ostentosamente las vestiduras y gritar que vienen los fascistas, y tomar el síntoma por la enfermedad, lo que nos tiene a todos muy entretenidos y exentos del fastidio de mirar y pensar, mientras en otro lugar se va decidiendo cuál es el próximo sector “redundante”…"               (Ignacio Vidal-Folch , Crónica Popular, 15/01/19)

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