3.7.20

Durante varias semanas, los hospitales colapsan. Los trabajadores sanitarios no disponen de medios de protección y no hay respiradores ni unidades de cuidados intensivos para todos los pacientes que los necesitan. Los propios sanitarios se convierten en el principal grupo de personas infectadas, junto a los ancianos de las residencias de personas mayores que han sido también privatizadas en las últimas décadas, que mueren por millares

"(...) Durante varias semanas, los hospitales colapsan. Los trabajadores sanitarios no disponen de medios de protección y no hay respiradores ni unidades de cuidados intensivos para todos los pacientes que los necesitan. 

Los propios sanitarios se convierten en el principal grupo de personas infectadas, junto a los ancianos de las residencias de personas mayores que han sido también privatizadas en las últimas décadas, que mueren por millares. Los sanitarios que dan positivo a los test de coronavirus son obligados a volver a atender a pacientes una semana después, pese a que existe la posibilidad de que sigan contagiando. 

No hay recursos como respiradores, mascarillas, batas, cascos con pantallas, ni tampoco una industria nacional que los fabrique. Las primeras semanas cunde el caos.

Pero el caos en el sistema productivo es aún mayor. Las medidas de confinamiento y la consiguiente parálisis económica conllevan más de un millón de despidos. Cerca de 500.000 empresas presentan Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que permiten suspender las relaciones laborales de más de cuatro millones de trabajadores, y que los trabajadores suspendidos pasen a cobrar la prestación por desempleo (cerca de un 70 % del salario anterior). 

Los autónomos (trabajadores independientes no asalariados) y las pequeñas empresas tienen que paralizar en masa sus actividades y pasar a obtener magros ingresos públicos, en un modelo económico basado fundamentalmente en la hostelería y el turismo (juntos representaban cerca del 30 % del PIB), dos actividades que no pueden seguir funcionando durante el confinamiento. 

Los trabajadores informales (trabajadoras sexuales, trabajo sumergido en la hostelería o el turismo, operarios de pequeñas reformas en la edificación, vendedores ambulantes, etc.) y las personas que están en situación de marginalidad o sin hogar, pasan a depender directamente del funcionamiento de los Bancos de Alimentos de la Iglesia, los municipios o los movimientos sociales que, además, interrumpen en muchos casos su funcionamiento durante el plazo de confinamiento más estricto.  (...)

Mientras tanto, las tensiones en los centros de trabajo se vuelven en muchos casos explosivas. Las empresas que siguen abiertas intentan por todos los medios seguir trabajando sin las condiciones de seguridad y protección necesarias. En muchos sitios no hay guantes, mascarillas o geles desinfectantes para los trabajadores. Tampoco hay medidas específicas para el personal especialmente sensible (diabéticos, hipertensos, personas con afecciones respiratorias, inmunodeprimidos, etc.). El conflicto se establece en torno a las medidas de seguridad que se han de aplicar. Los trabajadores reclaman no arriesgar sus vidas, y los patronos persiguen la continuidad del proceso productivo pese a todo.  (...)

Nos lo indica, también, Fermín Hernández, del Sindicato del Agua de Alicante de Solidaridad Obrera:

“En algunas depuradoras hay turnos de 24 horas, durmiendo los trabajadores en una roulotte. Hay coacciones por todos lados. En Helados d´Alacant hubo que llamar a la policía porque estaban trabajando sin ninguna posibilidad de prevención, a 40 cm unos de otros. Después, la dirección ha instalado mamparas y se han puesto turnos en el vestuario.”

En sectores especialmente precarizados, como el Telemárketing (venta telefónica) la situación se vuelve especialmente brutal: en los calls centers, en gigantescas naves, trabajan cientos de trabajadores, unos al lado de los otros, compartiendo micrófonos, teclados o auriculares. Sin gel desinfectante, guantes o mascarillas. Sólo la presión de los trabajadores organizados consigue que las cosas mejoren y que una importante parte de la plantilla pase a realizar teletrabajo, pero, eso sí, usando muchas veces sus propios medios tecnológicos (ordenador, conexión a internet) y sometiéndose a un control reforzado de la empresa  (...) "               

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