18.7.24

Ignacio Ramonet: “Melénchon es un líder auténticamente de izquierdas, y ha pensado mucho la teoría y la práctica... No es una persona dogmática, ha sabido combinar la tradición de izquierdas con un discurso ecológico muy rico, y a día de hoy es el único político que es popular en las banlieue, en las barriadas periféricas de las grandes ciudades. ¿Cómo lo ha conseguido? Yendo. ¿La pregunta es por qué nadie había ido antes? Había muchos prejuicios en la izquierda. Se daban por perdidas, por un territorio dominado por los predicadores del islam y los vendedores de droga... Lo que ha hecho La Francia Insumisa es tratar a los habitantes de las periferias como personas normales con problemas normales: vivienda, empleo, servicios públicos… Es el único político que conecta con las banlieue y eso asusta mucho. Por eso se inventan cosas como que es un antisemita... Melénchon es un republicano muy exigente que ha ampliado su idea de republicanismo incorporando las grandes fechas de la historia revolucionaria francesa, pero también los procesos de descolonización de los que viene mucha población francesa. El resultado es una idea diversa y multicultural de nación, porque la nueva realidad social francesa es el mestizaje... Europa envejece y necesita millones de inmigrantes. Eso es una constatación técnica, pero también hay un choque cultural que hay que acompañar. Decir que todos los migrantes pueden venir es irresponsable, pero decir que se pueden cerrar las fronteras es falso ¿Qué va a pasar? El discurso de Macron es sobran los Insumisos de Melénchon. Las maniobras macronistas buscan una coalición del centro y lo que ellos llaman la “izquierda razonable”. Hay una gran campaña mediática contra Melénchon para excluirlo del espacio republicano

 "Ignacio Ramonet (Redondela, Galicia, 1943), profesor jubilado de la Sorbona y ex director de Le Monde Diplomatique, es una de las grandes figuras del periodismo de izquierdas europeo. Autor de varios libros sobre comunicación, geopolítica o conversaciones con Fidel Castro y Hugo Chávez, a principios del siglo XXI jugó un papel clave en el impulso del movimiento altermundista, los foros sociales y ATTAC, la asociación internacional por un impuesto a los movimientos de capitales. Invitado por la Asociación Lázaro Cárdenas, ha estado estos días en Asturies participando en varios actos con la Semana Negra e IU Oviedo/Uviéu. El miércoles presentó su último libro, “La era del conspiracionismo”, en la librería La Llocura en un acto organizado junto a Amigos de Mieres.

¿Qué va a pasar en Francia?

El Nuevo Frente Popular pudo lograr un acuerdo electoral en 24 horas y un programa en 48, pero están teniendo muchas tensiones internas para poder nombrar primer ministro. Se habían dado una semana de plaza y no lo han podido cumplir. ¿Qué va a pasar? El discurso de Macron es sobran los Insumisos de Melénchon. Las maniobras macronistas buscan una coalición del centro y lo que ellos llaman la “izquierda razonable”. Hay una gran campaña mediática contra Jean Luc Melénchon y los líderes de La Francia Insumisa para excluirlos del espacio republicano y presentar a Le Pen y Melénchon como dos extremos simétricos. Eso es totalmente falso porque La Francia Insumisa es un partido republicano. Tratan de hacer lo mismo que se hizo en la Guerra Fría con el Partido Comunista Francés, que ahora mismo es una fuerza muy pequeña.

¿Qué opina de Melénchon?

Es un líder auténticamente de izquierdas, y ha pensado mucho la teoría y la práctica, cosa que no abunda en la izquierda. Ha observado mucho a América Latina, a AMLO, a Lula, a Correa… Habla español muy bien. No es una persona dogmática, ha sabido combinar la tradición de izquierdas con un discurso ecológico muy rico, y a día de hoy es el único político que es popular en las banlieue, en las barriadas periféricas de las grandes ciudades.

¿Cómo lo ha conseguido?

Yendo. ¿La pregunta es por qué nadie había ido antes? Había muchos prejuicios en la izquierda. Se daban por perdidas, por un territorio dominado por los predicadores del islam y los vendedores de droga… Lo que ha hecho La Francia Insumisa es tratar a los habitantes de las periferias como personas normales con problemas normales: vivienda, empleo, servicios públicos… Es el único político que conecta con las banlieue y eso asusta mucho. Por eso se inventan cosas como que es un antisemita.

En Francia hay un debate muy fuerte sobre el multiculturalismo y el republicanismo: ¿Cómo se posiciona en él La Francia Insumisa?

Lo combina de una manera muy tranquilo. Melénchon es un republicano muy exigente que ha ampliado su idea de republicanismo incorporando las grandes fechas de la historia revolucionaria francesa: las revoluciones liberales de 1789, 1830, 1848, La Comuna de París de 1871, el Frente Popular de 1936 y la liberación del fascismo en 1944, pero también los procesos de descolonización de los que viene mucha población francesa. El resultado es una idea diversa y multicultural de nación, porque la nueva realidad social francesa es el mestizaje.

También hay críticas internas muy fuertes

Como está muy demonizado cualquier crítica interna se destaca en los medios y se glorifica a cualquiera que se mete con él. Hay gente en La Francia Insumisa que se prestó a ese juego, pero son muy pocos y se han ido con los ecologistas, que están muy de capa caída.

También hay críticas estratégicas. François Ruffin, su antagonista en La Francia Insumisa dice que la izquierda no puede concentrarse en las grandes ciudades y abandonar a la derecha la Francia interior.

Tiene razón en eso, pero Ruffin es un tipo que es un independiente con mucha aspiración personal. Él ha salido gracias a los votos de Macron, que pidió retirar al candidato de su circunscripción para favorecerlo. Es un enemigo de Melénchon y por eso le han apoyado. En otras partes los macronistas no se retiraron a pesar de que Melénchon dio la instrucción de retirar candidatos insumisos para favorecer el voto anti-Le Pen.

¿Cómo queda Le Pen?

Pues han ganado su apuesta a pesar de todo. Ha pasado de 90 diputados a 143. Con el sistema electoral de Reino Unido tendría 400 y mayoría absoluta. Por ahora se les ha frenado, pero la pregunta es: ¿Por cuánto tiempo? La gente vota extrema derecha no por ideología sino por unas condiciones de vida que son las que hay que contestar.

A Le Pen le vota gente de todas las clases sociales. También de clase alta y de clase media.

La clase media se está desclasando. Le cuesta cada vez más llegar a final de mes. Fue un producto del keynesianismo y sus hijos no tienen ya el nivel de vida de sus padres. Milei, Bolsonaro, Trump… son la expresión del derrumbe de la clase media con la globalización.

Hace una década también había globalización y esa clase media estaba votando a Podemos, La Francia Insumisa, Corbyn…

Fue efímero. La extrema derecha sabido capitalizar con más profundidad esa clima social y el temor a la inmigración.

¿Qué debería proponer la izquierda con respecto a la inmigración?

Europa envejece y necesita millones de inmigrantes. Eso es una constatación técnica, pero también hay un choque cultural que hay que acompañar. Decir que todos los migrantes pueden venir es irresponsable, pero decir que se pueden cerrar las fronteras es falso. Fíjate que el fascismo de los años 30 soñaba con expandirse y conquistar, y ahora sueña con encerrarse en sus fronteras. Ya no sale a patrullar con uniformes. Se han adaptado a la sociedad de hoy y sus enfermedades.

¿Qué fue de aquella Tasa Tobin a las transacciones financieras que se convirtió en bandera del altermundismo a principios del siglo XXI?

En cierta medida se ha introducido en la UE. No se ha aplicado al mercado de cambio de divisas, pero sí a las transacciones financieras. Ahora toca además plantear un impuesto a los súper ricos. En estos cuarenta años de globalización las desigualdades sociales han crecido como nunca en la historia. Ni entre el faraón y el último de sus súbditos había tantas diferencias. Recortar lo público es recortar la riqueza de la gente común. Cuando alguien no tiene nada, le queda el hospital, la educación o la playa… En los últimos años se ha recortado hasta el espacio público. En la Costa Azul hasta la playa es privada. Si los laboristas han ganado las elecciones en Gran Bretaña es precisamente porque han capitalizado el rechazo al deterioro de los servicios.

¿Cómo se ve desde la izquierda francesa el Gobierno PSOE-Sumar?

Sánchez ha conseguido preservar el país de la extrema derecha. Ha crecido el discurso de odio político, y es muy preocupante en un país con una guerra civil en el siglo XX y otras tres en el XIX, pero a pesar de ello el PP y Vox no han logrado ganar las elecciones. El modelo español de negociación y de concesiones mutuas entre los socios podría ser muy interesante para Francia. Las mayorías absolutas son cómodas para gobernar, pero generan ecosistemas muy artificiales. Ahora, con el parlamento muy dividido, la clase política francesa está redescubriendo la negociación y la democracia.

Ucrania

Estamos entrando en un punto muy peligroso. La guerra de Ucrania puede derivar en el uso de armas nucleares, así que hay que ir lo antes posible a un acuerdo de paz. Biden por ahora no ha querido porque parece buscar una guerra que desangre a Rusia, que es el gran aliado de China, el enemigo estratégico de los EEUU para la segunda mitad del siglo XXI. Si gana Trump las cosas pueden cambiar porque podría inclinarse por negociar y limitar el apoyo militar a Ucrania.

¿En qué consistiría esa negociación?

Ucrania entra en la UE, y a cambio renuncia a los territorios de habla rusa y a ingresar en la OTAN. El mercado y los fondos europeos de reconstrucción serían la recompensa por las otras cesiones.

Gaza

Es una tragedia. En la actualidad hay dos guiones.

El primero

EEUU y la UE permiten a la extrema derecha supremacista israelí crear el gran Israel.

¿Y el segundo?

Una derrota política de Netanyahu dentro de Israel, un acuerdo de paz y dos estados, Israel y Palestina, con dos territorios, Gaza y Cisjordania. El primer escenario sería una fábrica de terrorismo porque cada superviviente palestino va a querer vengarse de Israel. El segundo sería llegar a un acuerdo de paz al estilo Oslo."            (Diego Díaz, Nortes, 18/07/24)

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