10.9.24

POLITICO: El informe de Draghi se hace eco de la reestructuración de la Unión Soviética. Al igual que la Perestroika de Gorbachov, el informe del ex-director del BCE podría anunciar un cambio de proporciones históricas. Es mucho menos inocuo de lo que parece

 "Durante la mayor parte del año pasado, el gran cerebro de Mario Draghi -el tecnócrata supremo de Europa- ha estado refugiado en Bruselas a las órdenes de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, redactando un documento de apariencia inocua.

(El Informe Draghi en español: https://legrandcontinent.eu/es/2024/09/09/el-informe-draghi-la-fuerza-para-reformar/  )
 
A primera vista, el llamado informe sobre la competitividad, que se publicará el lunes, es un amplio estudio sobre lo que aflige a la economía y cómo debe adaptarse el mercado único europeo para navegar por un panorama geopolítico más complicado, plagado de guerras de subvenciones, aranceles y sanciones.

Y, sin embargo, las pistas apuntan a que el informe es mucho más que otro ejercicio burocrático. Algo más parecido, quizás, a una gran reestructuración en el espíritu de la Perestroika soviética o el New Deal estadounidense de los años treinta.

Por un lado, está el relativo secretismo con el que Draghi -el italiano que salvó al euro del borde del abismo como presidente del Banco Central Europeo en 2012 al afirmar que estaba dispuesto a hacer «lo que fuera necesario»- ha abordado la tarea.

También llama la atención que hasta la fecha sólo se haya filtrado un fragmento del informe, relativo a la defensa, como adelantó POLÍTICO.

La pequeña secretaría de Draghi en la Comisión, que coopera con un puñado de responsables políticos y economistas jefe de diferentes direcciones, como una especie de Proyecto Manhattan con sede en Bruselas, ha hecho pocos esfuerzos por consultar con grupos más amplios de la sociedad civil. Muchos de estos grupos se han mostrado preocupados por la falta de transparencia y de oportunidades, y por lo que esto podría suponer para sus sectores.

Además, las fuerzas externas, en su mayoría fuera del control de los burócratas, contribuyen al gran estancamiento actual de Europa.

Sí, ha habido intentos anteriores de repensar las estructuras económicas e industriales clave que sustentan la UE - más recientemente con el plan Juncker 2019 para la inversión y los propios esfuerzos de Draghi en 2012 para reestructurar la economía rota de Europa tras la crisis de la deuda soberana.

Pero ninguno de esos enfoques tuvo que enfrentarse a las cargas de una globalización menguante, un proteccionismo creciente, la transición energética y un rechazo cada vez mayor de las viejas normas del libre mercado. Todo ello mientras los mercados financieros se preparan para considerar un nuevo orden multipolar.

La tarea de reestructuración a la que se enfrenta Europa ya no se centra únicamente en afinar la forma de aplicar su visión económica central. Hoy, el bloque se enfrenta a una realidad para la que nunca estuvo preparado: una en la que la energía ya no es barata, la seguridad ya no puede garantizarse y en la que los términos existentes de compromiso económico se rompen hasta el punto de que la única forma de protegerse de la competencia china es, quizás, parecerse más a China y, por tanto, ser más intervencionista.

A esto hay que añadir cómo se ha transformado involuntariamente la estructura económica de Europa en la última media década. Primero con la pérdida del Reino Unido y de su poderío financiero en la UE a causa del Brexit, después bajo las tensiones de gasto de la pandemia del Covid-19 y, por último, con el golpe de la desindustrialización alemana debido a las secuelas de la guerra de Ucrania, que separó al centro manufacturero de Europa del acceso al abundante gas ruso. En el horizonte también está la cuestión de cómo se integrará en el sistema el enorme peso agrícola de Ucrania.

En vista de todo ello, podría ser necesaria una reestructuración de proporciones históricas, tan importantes, según algunos, como las del informe Davignon de 1970, que ayudó a alejar a la Comunidad Económica Europea de sus dependencias originales del acero y el carbón.

Esta vez, para mantener la competitividad, son las industrias europeas más intensivas en energía las que tendrán que cerrar o trasladarse a zonas con fuentes de energía comparativamente más baratas. Los analistas apuntan al norte, que se beneficia de la energía hidroeléctrica, o al sur, donde abunda la solar, o incluso a Francia para aprovechar las reservas de energía nuclear del país. Nadie sabe a ciencia cierta dónde queda Alemania.

Hasta el momento de su publicación, poco se ha sabido de las ideas de Draghi, ni siquiera si los planes requieren un nuevo tratado de la UE. Pero lo que es seguro es que, para avanzar, el estadista tendrá que aplacar a dos grupos de influencia rivales en Bruselas: Los más mercantilistas, que ven lógico reavivar el nacionalismo económico; y los que siguen comprometidos con los fundamentos liberales integrados que sustentan la razón de ser del proyecto de la UE.

Como tecnócrata por excelencia, es probable que al final Draghi se esfuerce por equilibrar los pros y los contras de ambos mundos, defendiendo sus decisiones con datos. Sin embargo, dada la urgencia del reto y la toma de decisiones de arriba abajo, es inevitable que moleste a unos más que a otros.

Al fin y al cabo, ninguna gran reestructuración ha conseguido contentar a todo el mundo."

( Izabella Kaminska , POLITICO, 09/09/24, traducción DEEPL)

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