30.9.11

O Europa se hunde junto con los EE. UU... o pide un salvavidas a China, a Brasil, a los árabes. Porque, hundirse... se está hundiendo

"Hace más de 10 años, antes del 11-S, Goldman Sachs predecía que los países del BRIC (Brasil, Rusia, India, China) alcanzarían a los mayores 10 de la economía mundial – pero no hasta 2040. Pasó una década y la economía china ya ocupa solita el número dos, Brasil es número siete, India 10, e incluso Rusia va llegando cerca.

En paridad de poder de compras, o PPP en inglés, las cosas se ven aún mejores. Desde ese punto de vista, China está en segundo lugar, India es ahora cuarta, Rusia sexta y Brasil séptimo.

No es sorprendente que Jim O’Neill, quien acuñó el neologismo BRIC y es ahora presidente de Goldman Sachs Asset Management, haya estado subrayando que “el mundo ya no depende del liderazgo de EE.UU. y Europa”. (...)

La ansiedad y el desconcierto estadounidense alcanzaron nuevas alturas cuando las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indicaron que, por lo menos según ciertas mediciones, la economía china sobrepasaría a EE.UU. en 2016.

(Hasta hace poco Goldman Sachs apuntaba a 2050 para ese cambio del primer lugar.)
Dentro de los próximos 30 años, los máximos cinco serán probablemente, según Goldman Sachs, China, EE.UU., India, Brasil y México. ¿Europa Occidental? ¡Adiós!(...)

Cada vez más expertos están de acuerdo en que Asia es ahora el ejemplo para el mundo, incluso mientras pone al desnudo vacíos manifiestos en la narrativa de la civilización de Occidente. (...)

Si Washington está ahora conmocionado y opera en autopiloto, es en parte porque, históricamente hablando, su momento como “única superpotencia” del globo o incluso “híper-potencia” apenas duró los tristemente célebres 15 minutos de fama de Andy Warhol – desde la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética al 11-S y la doctrina de George W Bush.

El nuevo siglo estadounidense fue rápidamente estrangulado en tres etapas llenas de arrogancia 11-S (reacción); la invasión de Iraq (guerra preventiva); y la catástrofe de 2008 en Wall Street (capitalismo de casino).

Mientras tanto, se puede argumentar que Europa todavía tiene sus oportunidades no occidentales, que, en los hechos, la periferia sueña cada vez más con subtítulos europeos –no estadounidenses.

La Primavera Árabe, por ejemplo, fijó su atención en democracias parlamentarias al estilo europeo, no en un sistema presidencial estadounidense. Además, por ansiosa que esté desde el punto de vista financiero, Europa sigue siendo el mayor mercado del mundo.

En una serie de campos tecnológicos, rivaliza ahora o sobrepasa a EE.UU., mientras regresivas monarquías del Golfo Pérsico se dan el lujo de comprar euros (y bienes raíces de primera en París y Londres) para diversificar sus portafolios.  (...)

Decadencia o no, podría encontrar un nuevo período de vida marginando su atlanticismo y apostando audazmente a su destino euro-asiático. Podría abrir sus sociedades, economías, y culturas a China, India y Rusia, mientras empuja a Europa del sur a que se conecte de modo más profundo con una Turquía en ascenso, el resto de Medio Oriente, Latinoamérica, y África (y tampoco a través de más bombardeos “humanitarios” de la OTAN.
De otra manera, los hechos en el terreno especifican algo que va mucho más allá de la decadencia de Occidente: es la decadencia de un sistema en Occidente que, en estos últimos años, está siendo despojado de su cruel esencia.(...)

Los estadounidenses tal vez lo consideren irreal (o comiencen a hacer sus maletas de expatriados), pero una renta anual de menos de 10.000 dólares significa una vida confortable en China o Indonesia, mientras que en EE.UU., con un ingreso familiar mediano de unos 50.000 dólares, uno es prácticamente pobre.

Nomura Securities predice que en solo tres años, las ventas minoristas en China sobrepasarán las de EE.UU. y que, de esa manera, la clase media asiática ciertamente puede “salvar” por un tiempo al capitalismo global – pero a un precio tan elevado que la Madre Naturaleza está urdiendo una venganza catastrófica seria a través de lo que solía ser llamado cambio climático y que ahora es conocido de un modo más vívido como “tiempo extraño”.(...)

¿Quién puede dudar de que, 10 años después de los ataques del 11-S, la gran historia global de 2011 haya sido la Primavera Árabe, que en sí es ciertamente una trama secundaria en la decadencia de Occidente?

Mientras Occidente se revolcaba en un lodazal de miedo, islamofobia, crisis financiera y económica, e incluso, en Gran Bretaña, en disturbios y saqueos, desde el Norte de África a Medio Oriente, la gente arriesgó sus vidas para intentar la democracia occidental.(...)

Como lo dijo brutalmente el secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen: “Si no se es capaz de desplegar tropas más allá de sus fronteras, no se puede ejercer influencia en el campo internacional, y entonces esa brecha será colmada por potencias emergentes que no comparten necesariamente los mismos valores y pensamientos”.(...)

Mientras tanto, en el mundo Atlántico, las clases medias apenas subsisten en silenciosa desesperación, incluso mientras, en el Pacífico, China está en auge, y globalmente todo el mundo retiene el aliento a la espera de que el próximo zapato económico caiga en Occidente (y luego el siguiente)."                       (Rebelión, 27/09/2011, 'Occidente y los demás en un mundo de “talla única” , de Pepe Escobar,Asia Times Online,)

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