17.6.14

La eurozona está condenando al empobrecimiento a la periferia del sur de Europa... y además, estamos a un paso del desastre y del impago generalizado de la deuda

"La eurozona es un experimento económico fallido y sus consecuencias están aplastando las estructuras económicas más frágiles. (...)

Las políticas de “austeridad” junto con la política monetaria del BCE nos acercan peligrosamente una situación de deflación en la zona euro. Los problemas a los que nos enfrentamos se agrupan en tres grandes bloques, problemas de liquidez, de solvencia y los desequilibrios macroeconómicos internos a la eurozona.

Los problemas de liquidez se han atenuado debido a los masivos programas de compra de deuda pública a los bancos que ha venido desarrollando el BCE, principalmente desde que en 2012 el BCE anunciara que estaba dispuesto a tomar cualquier medida para sostener el euro. El credit crunch, que hizo desaparecer la liquidez de los mercados en 2008, se ha solucionado en un primer nivel, el bancario. 

Esto ha necesitado de inyecciones de liquidez masivas, es decir, creación monetaria por parte del BCE que ha ido a parar a los bancos privados. Este inusual exceso de liquidez ha servido principalmente para desbrozar los balances bancarios de algunos de los activos más peligrosos, pero no todos y no en suficiente cantidad. Los bancos europeos siguen sobreapalancados –mucho más que los norteamericanos– lo que ha hecho que no dediquen esos recursos al sistema productivo sino al sostenimiento de sus balances. 

En estos momentos de incertidumbre y atonía económica, los bancos privados tienen incentivos a asegurar operaciones en los mercados de deuda pública más que a arriesgarse en proyectos productivos que la austeridad y la incapacidad de las instituciones y los gobiernos europeos de gestionar la crisis están cercenando. (...)

Si bien los problemas de liquidez han sido resueltos en los mercados interbancarios, los desequilibrios macroeconómicos entre los países de la eurozona siguen existiendo y situándose en el centro de la crisis. La apertura de estructuras productivas como la española o la portuguesa a estructuras como la alemana o la holandesa, mucho más profundas y desarrolladas tuvo un impacto estructural muy importante. 

La desindustrialización que sufrió la periferia del sur fue espectacular durante finales de los 80 y principios de los 90. A finales de dicha década se instauró el euro, reduciendo notablemente el coste de financiación de los países del sur al aprovecharse de los menores tipos de interés asociados a los países del norte, principalmente Alemania. A partir de entonces los países perdieron herramientas de política económica como los tipos de interés que pasaron a establecerse por el BCE, o los tipos de cambio. 

La desindustrialización y terciarización de la economía española tuvo como resultado la especialización productiva sesgada hacia un sector servicios de bajo valor añadido, dominado por un lado por un turismo depredador y demandante de mano de obra barata y poco cualificada, y por otro por la construcción. (...)

A estos hechos hay que añadir una caída en la participación salarial en el PIB. El PIB no es sino la valoración monetaria de la producción total en una economía durante un periodo de tiempo, normalmente un año. Esta producción se permite remunerar a los factores que la generan, capital y trabajo. 

La caída en la participación de las rentas salariales implica que de esa renta, una proporción menor va a parar a los asalariados que la producen. Pero dado que son éstos los que sostienen el consumo, para compensar esta caída apareció un endeudamiento masivo, que es el que  ha sostenido el crecimiento de los años previos a la crisis. Este proceso ha producido una estructura productiva más vulnerable en la economía española y en toda la periferia europea. 

Por eso al estallar la crisis las desigualdades se disparan y se produce una destrucción productiva acelerada, lo que unido a las políticas de “austeridad” explica la situación deflacionaria. Los países periféricos, Francia incluida, están destruyendo capacidad industrial en la medida en que los países centrales con Alemania a la cabeza están incrementándola.(...)

 la eurozona está condenando al empobrecimiento a la periferia del sur de Europa. Contra esta desindustrialización y pauperización de la periferia el BCE no solo no tiene medidas sino que contribuye a ella con su exigencia de ajustes estructurales a través de la troika.(...)

 El problema de la deflación está íntimamente relacionado con el incremento de la deuda en los países periféricos. En efecto, de todos es sabido que el incremento de las deudas soberanas se convirtió en problema a raíz de la crisis, y no es origen de la misma. No obstante las políticas de “austeridad” que se han aplicado junto con la pasividad del banco central han provocado un incremento espectacular del stock de deuda soberana.

 El problema no obstante no tiene que ver con el stock de deuda, sino con el flujo de la misma, en otras palabras, la aceleración de la acumulación de deuda soberana principalmente en los países periféricos del sur, y en menor medida en los países centrales.  (...)

A esto se añade además la depresión económica causada por la austeridad, lo cual elimina la posibilidad de crecer y por tanto de reducir el ratio deuda/PIB. Por último, este contexto de asfixia económica ha llevado a la eurozona a proximidades de un proceso deflacionario, lo que incrementa la probabilidad de una explosión del valor facial de la deuda. 

Estamos a un shock del desastre y de un impago generalizado de la deuda. De ahí el paquete anunciado por Draghi y el desesperado anuncio de más medidas en un futuro próximo. En el gráfico de abajo podemos observar las tasas de crecimiento de la zona euro, todas por debajo del 1%. Solo haría falta una caída en los precios relevantes para algunas grandes compañías del 1% o 2% para desatar una tormenta perfecta. (...)

Lejos de alejarnos de la crisis estamos asistiendo a una crisis que va mutando en los elementos que la definen pero que guarda un sustrato económico y político que se mantiene invariable: la inoperatividad de las instituciones europeas para implementar medidas económicas relevantes. Los europeos son conscientes y las últimas elecciones europeas son un ejemplo de ello. Estaremos atentos a la evolución."           (Iván A. Ayala, Econonuestra, 16/06/2014)

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