2.7.15

Islandia dejó quebrar sus bancos, garantizó los depósitos, pero no socializó las pérdidas, estableció un control de capitales, y no pagó la deuda externa injusta. Ya salió de la crisis

"Un país pequeño como Islandia, con algunas características peculiares, está emergiendo como un paradigma diferente entre los nubarrones de la ortodoxia que imponen las teorías neoclásicas.

Tras una crisis bancaria brutal, prefirió no inyectar fondos públicos y dejó caer a una serie de bancos, lo que provocó la suspensión de pagos de algunos de ellos, es decir los ciudadanos islandeses apenas tuvieron que aportar fondos para salvar a entidades que en muchos casos habían sido responsables del colapso financiero. 

Los tres principales bancos llegaron a acumular activos que sumaban 13 veces lo que producía ese país en un año. En medio de la debacle financiera internacional, el Gobierno islandés nacionalizó Kaupthing, Glitnir y Landsbanki para evitar el colapso financiero y la ruina total del país.

Islandia es un buen ejemplo de cómo gestionar una crisis bancaria con equidad

El gobierno optó por garantizar los depósitos y decidió que no pagaran sus deudas externas, lo que generó una convulsión inicial realmente notable: la corona islandesa ya había perdido un 58% de su valor, la inflación se disparó hasta el 19% en enero de 2009 y ese mismo año la economía se contrajo un 7%. El primer ministro, Geir Haarde, fue obligado a dimitir en enero de 2009 y ahora se enfrenta a los tribunales, con serias posibilidades de ir a prisión.

Además de todo esto, Islandia impuso una restricción de movimientos de capital, que aún perdura hoy día, pero que es esencial en casos como este de graves crisis bancarias, algo que sorprende no se haya llevada a cabo en Grecia, por ejemplo.

La situación económica hoy es manifiestamente mejor que en aquellos días tan lúgubres. Han recibido ayudas cuantiosas del FMI, Rusia y los países nórdicos, y gracias a su apuesta por la industria, han mejorado sustancialmente la situación macroeconómica. 

Se enfrentan, eso sí, a unas denuncias por parte de Reino Unido y Holanda por el impago de una parte de la deuda externa, decisión ratificada en referéndum dos veces por la ciudadanía, lo que sin duda ha abierto un precedente que seguramente habría que incorporar como práctica habitual para este tipo de conflictos.

Este año Islandia podría crecer más del 4%, la tasa de paro cerrará el ejercicio en el 3,7%, lo salarios aumentarán un 8,3% nominal, mientras que la inflación apenas superará el 2%. Cualquier estamento sensato alabaría este comportamiento y alentaría a que se mantuviese, máxime si encima pudiese alcanzar un superávit del 0,8% del PIB. Pero como cualquier aguafiestas, el FMI ya ha lanzado las señales de alarma pertinentes: se acerca un recalentamiento y el descontrol de la inflación. Los culpables de todo esto: los salarios.

En un país donde la desigualdad es manifiestamente menor que otras economías, incluso controlando por tamaño, se antoja ridículo que el gran problema de un país tan castigado como Islandia se intente frenar simplemente la recuperación del nivel salarial previo al colapso económico de 2008. 

Esta táctica del FMI, que también es del agrado de la Comisión Europea y el Eurogrupo, solo esconde una atribución teórica errónea a la función del dinero como variable exógena, y no endógena. 

La psicosis de la inflación salarial, como mantra de todos los males de la economía occidental, lo único que revela es una preferencia por el mantenimiento de la desigualdad salarial y por la entrada y mantenimiento de una parte no desdeñable de la sociedad en los umbrales de pobreza.  (...)

Pero a pesar de todo, la lección de cómo encarar una crisis bancaria sin apelar a la socialización de pérdidas y el buen uso de quitas de deuda, son pequeñas victorias que algunos se empeñan en ocultar. Si además, el país es sensible a la idea de que bajando salarios y creando guetos de pobreza permanentes, como en España, Portugal o Grecia, no se consigue nada, aunque se equilibren las cuentas públicas, al menos habremos ganado una pequeña batalla. Nos queda la gran guerra."             (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 28/06/2015)

No hay comentarios: