"(...) Formar parte de una élite no significa solo ocupar, por ejemplo, un
puesto en el gobierno, sino compartir una subjetividad producida por un
espacio. Uno de los grandes problemas que tenemos en la actualidad es la
constitución de las élites y la relación del pueblo con ellas. (...)
¿Considera que en la actualidad podríamos hablar de una radicalización de las élites como lo hace el sociólogo Emmanuel Todd?
(...) En la actualidad, seguimos viendo este menosprecio y cómo
las élites se comportan sin escrúpulos y de forma poco responsable. Esto
se debe al hecho de que no hay prácticamente ningún poder que les haga
frente.
Estas élites parecen cada vez más alejadas e inaccesibles para el pueblo…
En el siglo XIX ya existía una gran división entre el
pueblo y las élites. Pero entonces las élites eran mucho más reducidas y
más visibles, el pueblo las veía constantemente. Ahora los más ricos ya
no necesitan al pueblo. Solo se codean con las clases medias, viven en
barrios apartados, pueden pedir que les entreguen la compra a
domicilio…
Esto también afecta al trabajo del escritor. ¿Cómo podemos
escribir sobre unas clases pudientes que ya no frecuentamos ni vemos?
Ante esta ceguera, el pasado es un recurso. (...)
Lo que demuestra las profundas contradicciones entre el capitalismo, el progreso moral y la democracia…
Tanto en las escuelas de negocios como en las facultades
de Economía, se concibe la economía política como una ciencia
desprovista de moral. Se explica que la gestión de los negocios requiere
una ausencia de moralidad para ser eficaz.
Este pensamiento es el que
rige la reunión entre los dirigentes nazis y los empresarios alemanes.
Por el bien de sus negocios, aceptaron pactar con los nazis y participar
en un complot que tenía como objetivo la destrucción de la República de
Weimar.
Además de favorecer la llegada al poder del
nazismo, grandes empresarios, como el mismo Krupp, se beneficiaron del
trabajo forzoso en los campos de concentración. ¿También se repitieron
este tipo de situaciones en Francia?
Sí, sin duda. Por ejemplo, Renault fue nacionalizada
después de la guerra por su colaboración con el Ejército alemán. El
grupo Berliet también se benefició del trabajo en los campos de
concentración. El interés económico no tiene fronteras. Quizás la única
gran diferencia eran las costumbres más rígidas y autoritarias de las
empresas alemanas. Un estilo que todavía podemos ver en la actualidad. (...)
En el último capítulo de El orden del día,
asegura que “nunca caemos dos veces en el mismo abismo, pero siempre
caemos de la misma forma con una mezcla de ridículo y horror”. ¿Le
preocupa el auge de la extrema derecha en Europa?
Creo que estamos en una situación de gran ambigüedad e
incertidumbre. Europa se construyó con promesas de paz y de unión, de
eficacia económica y de democracia. Pero en el mundo actual la eficacia
económica no necesita para nada la democracia, así lo refleja
perfectamente el caso de China. Esto hace que los liberales sean menos
liberales y prioricen la eficacia en lugar de la libertad.
Por ejemplo,
con el caso del nuevo Gobierno italiano, lo que preocupaba a la Unión
Europa no era que se eligiera a un neofascista como ministro del
Interior (Matteo Salvini), sino a un ministro de Finanzas (Paolo Savona)
crítico con el euro.
Esto nos muestra claramente que lo que importa a
las élites es la relación entre las finanzas y la UE. En cambio, el auge
de la extrema derecha y el autoritarismo no les preocupa demasiado. (...)" (Entrevista a Eric Vuillard, ganador del premio Goncourt 2017, CTXT, 12/09/18)
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