"(...) A mí me parece que si se ha producido una erupción de votos de
ultraderecha es porque había una cantidad apreciable de electores de esa
ideología que hasta ahora no habían sentido la necesidad de hacerlo
expreso. Y otra que, sin tener esa ideología confesa, reaccionan como
aquel a quien le dicen que habría que exterminar a los judíos y a los
ciclistas: “¿Y por qué a los ciclistas?”
Quiero decir que, salvo en algunas tertulias y en algunas portadas,
no se han dado insurrecciones proletarias que hayan puesto a la pequeña
burguesía y a la clase media en la tesitura de escoger entre la
injusticia o el desorden, y la inmigración se da más en los titulares
que en las estadísticas (aunque su influencia no sea desdeñable en estos
comicios).
Los seguidores de Vox ya eran así, pero estaban cómodos en
la derecha realmente existente. Como dice un amigo mío (tengo más de
uno, y algunos más cerca), “Vox es el PP con cuatro gintonics”.
Solo hay
que repasar la trayectoria del caballista jefe, Santiago Abascal: no ha
tenido un trabajo de verdad en la vida, pero se la ha ganado más que
bien (con sueldos por encima del de un presidente autonómico) con cargos
electos en listas del PP o puestos a dedo en un par de mamandurrias
made in Esperanza Aguirre, como la Fundación para el Mecenazgo y
Patrocinio Social –que solo actuó de mecenas y patrocinador del propio
director).
El candidato a la presidencia andaluza es un juez que,
todavía con la toga puesta, calificaba de piojosas a las feministas en
las redes sociales mientras dictaba sentencias en consonancia con ello.
No han salido al margen del sistema, sino muy de dentro. Y jaleados por
un sinnúmero de líderes de opinión.
Y esto es así porque la sociedad española ha evolucionado mucho desde
los últimos años de la dictadura en todos aquellos aspectos ligados a
una moderna sociedad del bienestar (la demanda de servicios, la
permisividad), pero no tanto en los políticos (la gestión de la
disidencia). (...)
La izquierda ha recorrido estas cuatro décadas manteniendo los hábitos
centrífugos intactos, y la derecha lo ha hecho sin hacer acto de
contrición alguno por su relación con la negra losa del pasado y pisando
el freno todo lo que ha podido (por si no lo recuerdan, el PP
inicialmente se opuso por sistema al divorcio, al aborto, al matrimonio
gay, a la ley antitabaco…) (...)
Un rey recién puesto, unos socialistas obedientes a los mandatos
internacionales, una izquierda inestable y desnortada, una derecha
fragmentada pero unida en lo esencial y unos ultras residuales. (...)" (Xosé Manuel Pereiro , CTXT, 07/12/18)
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