"Hay la percepción de que el Gobierno ha ganado una batalla. No sabemos qué batalla y mucho menos cuales serán sus consecuencias. (...)
La coyuntura es contradictoria y positiva. El Gobierno no concita
demasiados apoyos, pero sale bien librado del confinamiento. Las
derechas, sin norte y habiendo fracasado en su estrategia de acoso y
derribo. Lo peor, han movido con poca pericia a sus “núcleos duros” en
los aparatos del Estado y han sido detectados. El CNI ha sido
neutralizado pero el coste será alto y, más allá, obligará a una
remodelación interna especialmente severa.
¿Realmente estaban en una
operación golpista? Lo que parece seguro es que tenían claro que la
ruptura del Gobierno era posible y que había que hacerlo antes de que se
completara la desescalada. La rabia de algunos articulistas de cabecera
y el desaliento de las derechas unificadas expresan el fracaso de una
estrategia y conceden una tregua al Gobierno que este debe de aprovechar
para definir programa y proyecto para una salida progresiva de la
crisis.
¿Por qué definir esta coyuntura como contradictoria y
positiva? Es bueno compararla con la coyuntura del 2008. En el Gobierno
se mantiene la idea de que la crisis será en V y que la recuperación, la
ministra Calviño dice, ha empezado. Creo que es un error de fondo, pero
no es este el momento para desarrollarlo; tiempo habrá.
Lo que no parece lógico es la consecuencia política que se saca de tal
análisis. Puesto que la recuperación ha comenzado, se dice, no hagamos
las reformas de fondo y esperemos a que la Unión Europea marque la
salida. La “señora de negro” equivoca al Gobierno. Las reformas que no
se hagan ahora no se harán en el futuro. El “tiempo político” siempre
está tasado. El “momento” lo marca la pandemia y su fin la Unión
Europea.
Las personas, masivamente, se han convencido de lo que ya
sabían: su libertad, su seguridad, depende de un conjunto de servicios
públicos que hay que reforzar y ampliar. Las derechas y sus
intelectuales orgánicos (fundaciones y demás medios especializados en
emitir la única ciencia económica verdadera) no se atreven a decir lo
que piensan y, hoy por hoy, la mayoría social no está disponible para
escuchar las viejas cantinelas sobre los peligros de los déficits
públicos, las maravillas de las privatizaciones o las ventajas seguros
privados. (...)
La batalla político-cultural y programática es fundamental en este
momento. Por segunda vez en diez años, el Estado, el sector público
tiene que rescatar al sector privado. Las crisis desvelan la realidad y
en unos pocos días se aclara más que muchos años de debate ideológico,
siempre que se esté a la altura y se acepte el reto. Sin Estado no hay
economía y, a la hora de la verdad, este sale al rescate; eso sí,
endeudándose hasta las cejas y poniendo en disposición de las empresas e
instituciones privadas el erario público.
¿No ha llegado el momento de
democratizar el poder económico? ¿no estamos en condiciones de crear una
banca pública capaz de financiarse como la privada e impulsar proyectos
e iniciativas para cambiar el modelo económico-social? ¿no ha llegado
el momento para revertir las (contra)reformas laborales y reconstruir la
“constitución del trabajo” a la altura de los desafíos de la época? Si
el Estado, a la hora de la verdad, es quién decide, ¿no es llegado el
momento para potenciar un sector empresarial púbico fuerte capaz de
planificar el desarrollo, organizar el cambio de modelo económico y
redistribuir renta y riqueza?
La reciente cumbre empresarial
organizada por la CEOE define muy bien la situación. Todos pidiendo más y
más fondos del Estado; todos quejándose de la escasez de las ayudas;
todos definiendo proyectos que exigen compromisos de “seguridad
jurídica” para inversiones futuras y que las reformas (bien pensadas y
consensuadas con la patronal) se aplacen una vez se consiga superar la
crisis.
Da vergüenza ajena, pero es verdad: rescatadme, financiadme para
recuperar poder económico y que pueda seguir mandando y definir el
futuro del país. Hacedme fuerte para dirigiros porque no podéis vivir
sin mí y menos contra mí. (...)
Ahora es el momento para realizar las reformas que nuestro país necesita, los cambios necesarios para resolver viejos y nuevos problemas que determinarán las condiciones de vida, trabajo y seguridad de nuestras poblaciones. Cambiar el modelo productivo exige cambiar “el modelo de poder”. Las reformas tienen un tiempo finito." (Manolo Monereo, Cuarto Poder, 23/06/20)
Ahora es el momento para realizar las reformas que nuestro país necesita, los cambios necesarios para resolver viejos y nuevos problemas que determinarán las condiciones de vida, trabajo y seguridad de nuestras poblaciones. Cambiar el modelo productivo exige cambiar “el modelo de poder”. Las reformas tienen un tiempo finito." (Manolo Monereo, Cuarto Poder, 23/06/20)
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