25.6.20

El Gobierno no concita demasiados apoyos, pero sale bien librado del confinamiento. Las derechas, sin norte y habiendo fracasado en su estrategia de acoso y derribo. La mayoría social no está para escuchar las viejas cantinelas sobre las maravillas de las privatizaciones o de los seguros privados. La gente, masivamente, se ha convencido de lo que ya sabían: su libertad, su seguridad, depende de los servicios públicos, que hay que reforzar y ampliar. ¿No ha llegado el momento de democratizar el poder económico?

"Hay la percepción de que el Gobierno ha ganado una batalla. No sabemos qué batalla y mucho menos cuales serán sus consecuencias. (...)

La coyuntura es contradictoria y positiva. El Gobierno no concita demasiados apoyos, pero sale bien librado del confinamiento. Las derechas, sin norte y habiendo fracasado en su estrategia de acoso y derribo. Lo peor, han movido con poca pericia a sus “núcleos duros” en los aparatos del Estado y han sido detectados. El CNI ha sido neutralizado pero el coste será alto y, más allá, obligará a una remodelación interna especialmente severa.

 ¿Realmente estaban en una operación golpista? Lo que parece seguro es que tenían claro que la ruptura del Gobierno era posible y que había que hacerlo antes de que se completara la desescalada. La rabia de algunos articulistas de cabecera y el desaliento de las derechas unificadas expresan el fracaso de una estrategia y conceden una tregua al Gobierno que este debe de aprovechar para definir programa y proyecto para una salida progresiva de la crisis.

¿Por qué definir esta coyuntura como contradictoria y positiva? Es bueno compararla con la coyuntura del 2008. En el Gobierno se mantiene la idea de que la crisis será en V y que la recuperación, la ministra Calviño dice, ha empezado. Creo que es un error de fondo, pero no es este el momento para desarrollarlo; tiempo habrá.  

Lo que no parece lógico es la consecuencia política que se saca de tal análisis. Puesto que la recuperación ha comenzado, se dice, no hagamos las reformas de fondo y esperemos a que la Unión Europea marque la salida. La “señora de negro” equivoca al Gobierno. Las reformas que no se hagan ahora no se harán en el futuro. El “tiempo político” siempre está tasado. El “momento” lo marca la pandemia y su fin la Unión Europea. 

Las personas, masivamente, se han convencido de lo que ya sabían: su libertad, su seguridad, depende de un conjunto de servicios públicos que hay que reforzar y ampliar. Las derechas y sus intelectuales orgánicos (fundaciones y demás medios especializados en emitir la única ciencia económica verdadera) no se atreven a decir lo que piensan y, hoy por hoy, la mayoría social no está disponible para escuchar las viejas cantinelas sobre los peligros de los déficits públicos, las maravillas de las privatizaciones o las ventajas seguros privados. (...)

La batalla político-cultural y programática es fundamental en este momento. Por segunda vez en diez años, el Estado, el sector público tiene que rescatar al sector privado. Las crisis desvelan la realidad y en unos pocos días se aclara más que muchos años de debate ideológico, siempre que se esté a la altura y se acepte el reto. Sin Estado no hay economía y, a la hora de la verdad, este sale al rescate; eso sí, endeudándose hasta las cejas y poniendo en disposición de las empresas e instituciones privadas el erario público.

 ¿No ha llegado el momento de democratizar el poder económico? ¿no estamos en condiciones de crear una banca pública capaz de financiarse como la privada e impulsar proyectos e iniciativas para cambiar el modelo económico-social? ¿no ha llegado el momento para revertir las (contra)reformas laborales y reconstruir la “constitución del trabajo” a la altura de los desafíos de la época? Si el Estado, a la hora de la verdad, es quién decide, ¿no es llegado el momento para potenciar un sector empresarial púbico fuerte capaz de planificar el desarrollo, organizar el cambio de modelo económico y redistribuir renta y riqueza?

La reciente cumbre empresarial organizada por la CEOE define muy bien la situación. Todos pidiendo más y más fondos del Estado; todos quejándose de la escasez de las ayudas; todos definiendo proyectos que exigen compromisos de “seguridad jurídica” para inversiones futuras y que las reformas (bien pensadas y consensuadas con la patronal) se aplacen una vez se consiga superar la crisis. 

Da vergüenza ajena, pero es verdad: rescatadme, financiadme para recuperar poder económico y que pueda seguir mandando y definir el futuro del país. Hacedme fuerte para dirigiros porque no podéis vivir sin mí y menos contra mí.  (...)

Ahora es el momento para realizar las reformas que nuestro país necesita, los cambios necesarios para resolver viejos y nuevos problemas que determinarán las condiciones de vida, trabajo y seguridad de nuestras poblaciones. Cambiar el modelo productivo exige cambiar “el modelo de poder”. Las reformas tienen un tiempo finito."                (Manolo Monereo, Cuarto Poder, 23/06/20)

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