"Elvira González es la presidenta de la Asociación Española de Técnicos
de Enfermería, Emergencias, Sanitarios y Sociosanitarios, un puesto que
compagina con su labor en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Con media
España acercándose a la denominada "nueva normalidad", profesionales
sanitarios como ella hacen balance de estos duros meses desde que se
declaró la pandemia por la covid-19. "Hemos acumulado mucho dolor
emocional, mucha inseguridad y miedo, mucha rabia e impotencia", admite,
con el recuerdo.
Los técnicos
sanitarios han llevado la peor parte, han estado trasladando pacientes
de covid-19 constantemente en las ambulancias. El 90% de los Técnicos en
Emergencias Sanitarias (TES) están prestando servicios en empresas
subcontratadas que realizan servicios públicos, pero en condiciones
laborales y con recursos materiales en su mayoría precarios. Los EPIS y
las pruebas tipo PCR y serologías han brillado por su ausencia. Puede
haber un número importante de fallecidos de los que sólo han
trascendido siete a la prensa.
En el caso de los
Técnicos en Cuidados de Enfermería (TCE), si tenemos en cuenta que ellos
son los profesionales que realizan los cuidados en centros
sociosanitarios, nos encontramos que han llevado la carga física,
profesional y emocional del horror vivido en las residencias de mayores
en España.
En este caso sólo 11 fallecimientos han trascendido a los
medios de comunicación, estimamos que pueden ser más de 30 y también se
desconoce el número de contagiados. En la mayoría de centros
sociosanitarios, públicos o privados, apenas se han realizado test a los
profesionales y en el ámbito sanitario mayormente a los empleados
púbicos.
Los Técnicos
Sanitarios terminan diluyéndose en otras categorías sanitarias como
enfermeras y médicos y engordando estadísticas a conveniencia, puesto
que no opera un registro de profesionales que realmente monitorice el
número de profesionales, centros donde trabajan y funciones que ejercen.
Así es, ha sido muy duro, y muy mantenido en el tiempo. Si lo comparamos
con otras catástrofes que nos dejaron huella, como atentados
terroristas o accidentes aéreos, incluso la medicina de guerra, esto ha
sido peor, una tortura alargada en el tiempo, ya que tenía componentes
muy diversos y hasta ahora no experimentados.
Hemos acumulado mucho
dolor emocional, mucha inseguridad y miedo, mucha rabia e impotencia.
La mayoría de nosotros hemos estado meses aislados sin ver a nuestras
familias por miedo a contagiarles, hemos enfermado con muchos síntomas,
muchos compañeros fallecidos y mucho dolor ajeno por todos esos
pacientes y sus familias. Hemos cogido las manos de muchas personas a
falta de las de su familiar antes de morir en el hospital, hemos llorado
cuando se nos ha muerto una persona sola en la ambulancia y nos hemos
preguntado: ¿si hubiésemos sido dos quizás hubiésemos podido hacer algo
más?
Hemos visto
apilados los cuerpos de nuestros mayores esperando que la UME se los
llevara porque los servicios funerarios no daban abasto, hemos cargado
con las ultimas palabras de cada paciente y su dolor por no poder
despedirse de los suyos, hemos utilizado nuestros móviles para facilitar
la comunicación y la videoconferencia entre paciente y familia, les
hemos dicho que no se preocuparan, que todo iba a salir bien y no fue
así…
Ahora algunos, aún con síntomas físicos de la covid, están esperando a
ver qué pasa cuando la adrenalina baje del todo, cesen los aplausos y
aflore todo ese dolor contenido. Con un impacto emocional que aún no
sabemos por donde va a salir, quizás nos bajen el sueldo o nos quiten
una paga para paliar la crisis económica, no cubran las bajas porque no
hay dinero, sigan las ambulancias con un TES, la falta de auxiliares de
enfermería en residencias y hospitales.
Cuando esto pase caeremos en el olvido y los técnicos que hemos estado sacando adelante esta crisis sanitaria desde el fango quizás volvamos a ser los grandes olvidados y tengamos que ir a trabajar medicados.
La experiencia
vivida en las residencias ha dejado a los profesionales emocionalmente
arrasados. Los técnicos en cuidados de enfermería, que han llevado el
peso de los cuidados en las residencias, tienen una relación afectiva
con los residentes muy marcada, no son pacientes ocasionales, entran un
día y se quedan hasta el final de su vida, esto puede significar hasta
15 años, por lo que se crean unos vínculos familiares.
Ser testigo del
dolor de las familias al no poder despedirse de ellos, el de los
residentes al verse solos y aislados sabiendo el triste final que se les
avecinaba y no poder hacer nada, ha sido desgarrador. En los momentos
más duros cuando se apilaban los cadáveres esperando que los militares
viniesen cuanto antes porque los servicios funerarios estaban colapsados
parecía una película de terror, olía a miedo y muerte, la incertidumbre
y la impotencia de los profesionales les dejó rotos, aún muchos siguen
sin conciliar el sueño.
Teniendo en
cuenta la cantidad tan grande de empresas subcontratadas dando servicio
público los profesionales han quedado a merced de la solvencia de esas
empresas o responsabilidad de los servicios de prevención. Mientras
algunos servicios como SAMUR-PC Madrid iban equipados con trajes NBQ,
otros llevaban EPIS de fabricación casera. Incluso los materiales y
protocolos de desinfección de ambulancia eran diferentes. Que hubiera
unos profesionales de primera y otros de segunda se traducía en una
atención al ciudadano que paga los mismos impuestos de primera o de
segunda.
Por poner un
ejemplo, en Madrid y en alguna otra comunidad hay ambulancias prestando
servicio de urgencias con un solo TES, lo que significa que durante el
traslado el paciente va sólo en la parte trasera sin atención sanitaria
ni monitorización. (...)
Por poneros un
ejemplo, hay técnicos en emergencias sanitarias que después de
titularse, padres de familia y profesionales bien formados, son
contratados "en prácticas" cobrando el 60% del salario el primer año y
el 75% el segundo. Al terminar estos dos años se van a la calle, un
porcentaje muy pequeño se queda como fijo. Estos profesionales están
dando una atención sanitaria urgente, en muchas ocasiones yendo solos en
una ambulancia.
La sanidad española no son sólo médicos y enfermeros, los técnicos sanitarios
somos la infantería silenciosa que nadie ve. No somos ni auxiliares, ni
camilleros ni conductores, somos profesionales técnicos sanitarios
formados y titulados que cuidamos de los ciudadanos y de nuestros
mayores. (...)" (Borja Fernández, Público, 06/06/20)
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