"Este artículo señala que la llamada crisis del euro no radica en el inexistente despilfarro de gasto público y supuesta escasa disciplina fiscal de los países periféricos –Grecia, Portugal, España e Irlanda- sino en la escasa demanda doméstica de los países del centro (y muy en particular de Alemania) consecuencia de la gran reducción de las rentas del trabajo en aquellos países, y exuberante explosión de las rentas del capital que se dedicaron primordialmente a comprar deuda pública de los países periféricos (enormemente endeudados) y a prestar dinero a los bancos de estos últimos países, facilitando la aparición de burbujas especulativas.
La gran recesión no se resolverá a base de austeridad en los países periféricos sino mediante un aumento de la demanda (resultado de la recuperación de las rentas del trabajo) de los países centrales y periféricos. (...)
Alemania ha estado en una situación estancada desde hace ya quince años. En realidad, su crecimiento económico anual ha sido (durante el periodo 1990-2009) mucho menor que el crecimiento de los países periféricos. Y en los últimos años (2007-2009) el descenso del PIB alemán ha sido mucho más acentuado que en los países periféricos (excepto Irlanda). (...)
La tasa de inversión de capitales (“Gross Fixed Capital Formation as % of GDP”) fue en Alemania, durante el periodo 1995-2008, más baja que en los países periféricos (siendo España, el que durante estos últimos años tuvo mayores inversiones).
Y un indicador de gran importancia, pues explica en gran manera el escaso crecimiento económico de Alemania, es que la demanda causada por el consumo doméstico (“household consumption”) en Alemania fue más baja que la de los países periféricos. (...)
Esta baja demanda ha sido constante desde 1995 y se debe al estancamiento de los salarios y de los costes laborales. Sólo España ha tenido un menor crecimiento, lo cual no puede atribuirse, en el caso alemán, a un estancamiento de su productividad. En Alemania, la productividad ha crecido, aún cuando el crecimiento ha sido menor que en la mayoría de los países periféricos (excepto España). Resultado de que la productividad ha crecido más rápidamente que los salarios (lo cual ha ocurrido también en España) vemos que el porcentaje de las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales ha ido descendiendo, siendo Alemania –junto con España- el país donde tal descenso ha sido más acentuado durante el periodo 1995-2008.
Las rentas del capital, sin embargo, han crecido astronómicamente en Alemania (lo cual también ha ocurrido en España). Ello se traduce en que la capacidad de ahorro también ha aumentado considerablemente. Pero este ahorro procede del capital exportador y de las rentas superiores. (...)
Ahora bien, es importante aclarar que la competitividad del capital exportador no se debe a una mayor inversión, sino a un crecimiento salarial muy reducido. Ahí está la clave de la economía de las exportaciones alemanas. Ahora bien, para que Alemania exporte se requiere que otros países importen. Y la mayoría de los países que compran los productos alemanes son de la UE.
Una consecuencia de ello es que Alemania tiene millones de euros a su favor en la balanza comercial y en su balanza de pagos. ¿Y qué ha hecho Alemania con este dinero? (...)
Una opción, que era la que Oscar Lafontaine, entonces Ministro de Economía del gobierno Schröder deseaba realizar, era distribuir este dinero en Alemania entre los trabajadores y aumentar el gasto público social. Ello hubiera aumentado la demanda interna, estimulando la economía de Alemania y la de otros países de la UE, incluyendo los países periféricos, pues las clases populares alemanas habrían incrementado el consumo de productos más baratos, procedentes de los países periféricos europeos, disminuyendo a la vez la excesiva importancia de las exportaciones sobre la economía alemana y su excesiva balanza de pagos positiva.
No era bueno, ni para Alemania ni para la UE, que hubieran unas diferencias tan marcadas en la balanza comercial y de pagos de los países de la Unión.
El gobierno Schröder, sin embargo, no aceptó esta alternativa (causa de que Lafontaine abandonara el gobierno y el partido social demócrata). En su lugar, y en respuesta a la enorme influencia de la banca alemana, del Banco Central Alemán (Bundesbank) y del mundo empresarial exportador, decidió gastarse la enorme plusvalía del euro en:
1) comprar deuda externa de los países periféricos a intereses muy favorables 2) prestar dinero a la banca de los países periféricos, que se endeudaron hasta la médula –realizando actividades claramente especulativas, como las inmobiliarias en España, contribuyendo a la creación de las burbujas inmobiliarias- y 3) invirtiendo directamente en actividades especulativas, la mayoría también inmobiliarias, destrozando, por cierto, partes de la costa mediterránea con planes de viviendas de carácter especulativo.
En realidad, esta exportación de dinero (euros) se acentuó con la compra de deuda pública de los países periféricos, pues se consideró tal compra como una gran ganancia, creando una cierta burbuja de deuda pública (y también privada).
A los gobiernos de los países periféricos les era más fácil pedir prestado dinero a los bancos alemanes (y franceses) que aumentar los impuestos de las rentas superiores, muchas de ellas escasamente gravadas, contribuyendo en gran manera al fraude fiscal. La elevada regresividad fiscal y el fraude fiscal eran las características de las políticas fiscales de los países periféricos.
Esta exportación de dinero alemán, prestado o invertido en el extranjero, llegó a representar más del 25% del capital bancario alemán, lo cual ya es una cifra más que respetable. La dependencia de la banca alemana de estos fondos era muy grande. Y ahí radica parte del problema. No es bueno para la UE, ni tampoco para Alemania, que haya unas desigualdades de renta tan acentuadas dentro de Alemania y dentro de la UE. (...)
No es bueno que las clases populares alemanas tengan tan poca capacidad de demanda (que estimule la economía) y no es bueno que Alemania tenga tanto dinero para exportar y que los países periféricos tengan tan poco para importar, endeudándose tanto. Se crean así enormes dependencias que debilitan a todo el sistema europeo. En este momento, la banca alemana, la francesa y la de otros países del centro de la Eurozona, han prestado 1,4 trillones de euros a los países periféricos (una cantidad imposible de pagar por parte de los países periféricos). Y ahí está el problema.
a banca alemana y sus aliados en el establishment europeo, incluidos el BCE y el FMI, han puesto como objetivo central de la recuperación económica el forzar a los países periféricos a que paguen sus deudas, tanto públicas como privadas, a sus bancos. Y el objetivo fundamental de la mal llamada ayuda a los países periféricos por parte de la UE y del FMI es, en realidad, ayuda a los bancos alemanes (franceses y de otros países del centro de la Eurozona), prestándoles dinero a los estados periféricos para que paguen su deuda." (www.vnavarro.org, Vicenç Navarro 'El problema de la eurozona no está en la periferia, sino en el centro)
"No es Grecia, ni España el problema. Lo es Alemania
El descenso de las rentas del trabajo en Alemania ha creado un problema mayor de falta de demanda, consecuencia de la falta de crecimiento de la masa salarial (que ha disminuido como porcentaje de la renta nacional, consecuencia de que los salarios han crecido menos que la productividad). De ahí que el crecimiento económico alemán se ha basado, no en el aumento de la demanda doméstica sino en el crecimiento de las exportaciones, con la consecuente acumulación de euros (pues dos terceras partes de las exportaciones van a países de la eurozona, que pagan en euros) en la banca alemana. ¿Qué ha hecho la banca alemana con tantos euros? Varias cosas. Una de ellas es prestarlos a los países mediterráneos. El flujo de liquidez (dinero de los bancos alemanes a los españoles, por ejemplo) ha sido enorme. Este flujo ayudó a la banca española a establecer el complejo bancario-inmobiliario-industria de la construcción, un complejo altamente especulativo que creó la burbuja inmobiliaria y que fue el motor de la economía española.
Otra cosa que hizo la banca alemana fue comprar la deuda externa a intereses elevados en el caso de los países mediterráneos. La mayoría de la deuda de estos países es propiedad de la banca alemana (y francesa). Y, por si fuera poco, el capital alemán además de lo anterior invirtió directamente en actividades especulativas de tipo inmobiliario en los países periféricos. Parte del destrozo de las costas españolas fue financiado con capital alemán. (...)
La gran austeridad que el establishment europeo está pidiendo es para asegurarse que la banca (incluyendo la banca alemana) no pierda sus beneficios. Como bien dijo el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, la supuesta ayuda del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea a los países periféricos es una ayuda a los bancos del centro (de Alemania y Francia). Se presta dinero a los estados periféricos para que puedan pagar a los bancos centrales. Éste es el gran secreto que los medios de persuasión también ocultan o ignoran.
En realidad, todo podría haber ocurrido de una manera distinta si en el conflicto entre Gerhard Schroeder, Canciller de Alemania, y Oskar Lafontaine, Ministro de Economía y Finanzas, hubieran ganado Oskar Lafontaine. Lo que la izquierda –Lafontaine- quería era aumentar la demanda interna, mediante la subida de salarios y el aumento del gasto público. Fue Schroeder, próximo a la banca y al mundo de las exportaciones, quien ganó (causando la salida de Lafontaine del gobierno y del partido socialdemócrata).
De haber ganado las izquierdas en Alemania, aquel país hubiera tenido un crecimiento económico basado en el crecimiento de la demanda interna, ayudando no sólo a las clases populares de Alemania, sino a toda la UE. Tal medida también habría corregido el excesivo saldo negativo de la balanza de pagos que tienen los países periféricos, origen, en parte, de sus problemas. Como bien dijo la Ministra de Economía del gobierno francés, la Sra. Christine Lagarde, “el problema actual es el estancamiento de la demanda en Alemania debido a que los salarios no han crecido. Es importante y urgente que crezcan”. No podía haberse dicho mejor.
La banca alemana, sin embargo, se opone rotundamente a que ello ocurra, no sólo en Alemania, sino a nivel de toda Europa. Y el BCE, el FMI y el Banco de España son los portavoces neoliberales más estridentes que se oponen a ello. Lo que éstos desean es que la banca no quede afectada negativamente, pues ha conseguido enormes beneficios a base de crear grandes cantidades de deuda, tanto pública como privada que ahora, sin embargo, se puede convertir en su gran vulnerabilidad.
Nada menos que el secretario del tesoro del gobierno Obama, el Sr. Timothy Geithner ha pedido que se someta a la banca europea (y muy en especial a la banca de los países del centro de la Eurozona) a una prueba de estrés, como la que se realizó en EE.UU. De ahí que lo que los banqueros alemanes (y el BCE) quieren, por encima de todo, que se les pague, a costa de disminuir el gasto público y los salarios de los países, no sólo periféricos sino centrales, incluyéndose su propio país.
La solución alternativa es el aumento muy notable de la demanda (a base de aumentar la masa salarial y el gasto público), permitiendo una inflación moderada y que estimule el crecimiento económico, con el cual pagar la deuda, con el establecimiento, además, de bancas públicas que garanticen el crédito." (Vicenç Navarro, www.vnavarro.org, 31/05/2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario