7.5.12

A Alemania le favoreció la burbuja inmobiliaria española. ¿Qué hay detrás de la propaganda contra los "vagos del sur"?

"Ante todo la vana esperanza de que el país puede salir ileso de la crisis. Alemania había sido un país de relativa nivelación social, como Japón, con un estado social generoso y unas relaciones laborales mucho más decentes que la media europea. En 1990, la anexión de la RDA, que costó un billón de euros, acabó con el espantajo comunista, que era el principal incentivo para el  "modelo social alemán". 

La mayor competitividad de los productos alemanes, en Europa y en el mundo, se logró, en gran parte, congelando salarios y generalizando la precariedad laboral en Alemania. Ese desmonte social-laboral contribuyó afirmar la potencia exportadora alemana en una época en la que aparecían nuevos desafíos competidores en Asia, pero desequilibró aun más internamente la zona euro. 
Desde la introducción del euro Alemania generó un superávit comercial de 800.000 millones de euros dentro de la euro zona,  lo que creó un agujero equivalente en los países menos competitivos del grupo. Esta es la "unión de transferencias" de la que no se habla en Alemania, donde bajo ese concepto sólo se entiende los subsidios y fondos de compensación al sur de Europa que Alemania y otros países ricos desembolsaron. 

En cualquier caso, las empresas alemanas (no "los alemanes") ganaron mucho dinero e invirtieron gran parte de sus beneficios en el exterior, capitalizando la estafa inmobiliaria de Estados Unidos, la destrucción del litoral español y buena parte de las fantasías irlandesas o griegas, etc., etc. Desentenderse de eso y hacer ver que la situación es resultado del maniqueísmo entre países virtuosos y manirrotos, denota una gran desvergüenza, porque el problema no es nacional. 

La crisis fue desencadenada por el sector privado, especialmente por los bancos que financiaron la pirámide inmobiliaria que se desmoronó. Para atajarla, los países europeos han dado a los bancos 4,6 billones de euros desde 2008 –esa es la cifra facilitada por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Además, hubo otro enorme desembolso de dinero público en los programas de estímulo keynesianos del 2008. Todo ello incrementó, evidentemente, la actual deuda pública. 
   Que hoy el debate esté centrado en la crisis de la deuda pública, y no sobre el casino que la ocasionó, se debe, fundamentalmente, a que el poder financiero controla gobiernos y medios de comunicación e impone la leyenda que más le conviene. El gobierno alemán ha sido particularmente activo en ese frente.

 Su nacional-populismo acerca de que el problema son unos países del sur gastadores que no "hicieron sus deberes"  y en los que la gente común vivió "por encima de sus posibilidades", le permite canalizar el descontento de los contribuyentes alemanes por los centenares de millones transferidos a los bancos como consecuencia de la irresponsabilidad de estos invirtiendo en el casino global. 

Reconocer la realidad significaría revisar los últimos veinte años de política económica y social alemana que se han vendido como exitosos y modélicos para el resto de Europa.
Pero ¿no lo fueron?
  Solo fueron exitosos para los empresarios y para los más ricos. Desde la anexión de la RDA la economía alemana ha crecido alrededor de un 30%, pero el resultado no ha sido una prosperidad general, sino un enorme incremento de la desigualdad. 

Desde 1990 los impuestos a los más ricos bajaron un 10% y la imposición fiscal a la clase media subió un 13%, los salarios reales se redujeron un 0,9% y los ingresos por beneficio y patrimonio aumentaron un 36%. 

Desde el punto de vista de la (des) nivelación social, Alemania es hoy un país europeo normal: el 1% más rico de su población concentra el 23% de la riqueza (una relación similar a la existente en Estados Unidos en 2007) y el 10% más favorecido el 60% de ella, mientras la mitad de la población sólo dispone del 2%."             (Sin Permiso, 23/04/2012, '“Europa se encuentra en una divisoria: repetir 1930 o 1848.” Entrevista Rafael Poch · Àngel Ferrero)

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