"... en las elecciones generales del sábado pasado, los islandeses devolvieron al poder, por una mayoría abrumadora, a los mismos partidos conservadores causantes de la crisis, que formarán un Gobierno de coalición: el Partido de la Independencia y el Partido Progresista.
“No creo que la gente sea tan estúpida como para votar por esos partidos“,
había dicho poco antes de las elecciones el cantante popular Hordur
Toraffson, uno de los activistas populares más famosos.
La gobernante
coalición progresista sufrió una debacle: Alianza Socialdemócrada cayó
al 12,6% de los votos, frente al 29,7% de los anteriores comicios, y el
Movimiento Izquierda Verde perdió más de 10 puntos porcentuales de apoyo
hasta quedar en el 10,8% de los votos.
¿Qué sucedió para que la mayoría de votantes (la participación fue
del 81,4%) fuera tan “estúpida”? Los análisis abundan y hay
interpretaciones para todos los gustos. La mayoría coincide en que la situación de Islandia está mucho mejor que hace cuatro años
en lo que respecta a los grandes indicadores: el crecimiento económico
previsto para este año es de 1,9% (frente al 0,3% de la eurozona), el
paro está por debajo del 5%, un crédito de 2.100 millones de dólares del
FMI ha ayudado a amortiguar la deuda, el consumo doméstico se ha
reactivado… Entonces, ¿por qué los islandeses han votado como lo
hicieron?
El analista Steinar Macro, en un artículo publicado un par de días antes de las elecciones, ya daba las claves, que resumía en cuatro:
1. Unión Europea/Medios. La coalición gobernante apostó fiuertemente en la campaña por el ingreso en la Union Europea, sin calibrar bien la impopularidad actual de esa propuesta.
Muchos islandeses -y en especial el poderoso lobby pesquero- desconfían de la UE. Uno de los empresarios pesqueros más poderosos compró a comienzos de la crisis la mayor corporación de medios de comunicación del país, que jugó un influyente papel como formador de opinión en las elecciones.
2. Constitución.
El borrador de la Constitución popular fue aprobado en referéndum en
octubre de 2012, con el 66% de los votos, pero con una participacion que
no llegó al 50%. El Gobierno vio que no lograría aprobar la ley en el
Parlamento al no contar con el apoyo de los partidos conservadores, y en
vez de convocar elecciones en ese momento para salir del atolladero, aplazó el trámite parlamentario para la siguiente legislatura, lo que fue considerado una traición
por muchos electores.
El nuevo Gobierno conservador confía en que, con
la ayuda de su maquinaria mediática, podrá desactivar al menos las
partes más incómodas de la Constitución popular.
3. Negociación de la deuda.
Los partidos progresistas llegaron al poder con la promesa de no
negociar con los bancos acreedores extranjeros la enorme deuda (pública y
privada), lo que implicaba que el país fuera llevado a juicio. Una vez
en el Gobierno, sacaron cuentas y concluyeron que, si perdían en los
tribunales, las costas supondrían cerca del 20% del PIB.
Entonces aprobaron en el Parlamento una ley para negociar,
a la que se opusieron los partidos conservadores (que, cuando estaban
en el Gobierno, eran partidarios de negociar, y contaban con el rechazo
de la oposicón progresista). Pero el presidente de la República se negó a firmar la ley y la sometió a referéndum,
que tumbó la norma.
La disputa llegó al tribunal de la EFTA (Acuerdo de
Libre Comercio Europeo), que no encontró cargos contra Islandia. El
pleito sigue abierto, pero la disposición a negociar por el Gobierno progresista fue considerada una traición por sus votantes.
4. Hipotecas. A
raíz del estallido de la cisis y la salida del país de grandes
capitales, la moneda nacional (corona) se devaluó en un 50%. Esto ha
provocado un aumento de la inflación que ha tenido un gran impacto en las hipotecas, pues la mayoría está indexada al IPC.
El Gobierno ha tomado medidas para aliviar la deuda de los hogares, y
preveía reforzar esas medidas en la siguiente legislatura aporovechando
las perspectivas de crecimiento, pero el mensaje no caló en los
votantes. Por otra parte, el Gobierno ha sometido a un fuerte control de capitales a las inversiones extranjeras,
lo que le iba a dar una importante capacidad negociadora sobre la quita
de la deuda.
Los partidos conservadores, en su lugar, han propuesto
liberar los controles y promover a cambio una reducción concreta del 20% a las hipotecas indexadas, un mensaje que impactó mejor en los electores, sobre todo en los más ricos, que tienen casas más caras e hipotecas más altas." (La Marea, 29/04/2013 ,
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