"(...) Sin freno alguno, los dirigentes del PP parecen entregados a una especie
de lujuria represora sádica en la que cada miembro del Gobierno envida a
ver si supera al anterior.
Es el nuevo Código Penal de Gallardón, la
reforma laboral de Bañez, la de Mato, la ley Wert, las medidas fiscales
de Montoro, el Gobierno en pleno de Rajoy y Sáenz de Santamaría. Y las
cacicadas de sus ayuntamientos y Gobiernos autonómicos. (...)
Se da así la paradoja de que uno de los pueblos más
castigados pero también más sufridos e incluso sumisos de Europa recibe
la consigna adicional de que será duramente penado como se le ocurra
protestar.
Es que algunos lo hacen. Con extraordinaria mesura, por
cierto. El 15M, como anticipo, fue calificado como el movimiento más
serio y civilizado de aquellas primaveras de dignidad tan premonitorias,
hace 2 años tan sólo. Así lo contaban los medios extranjeros.
Asombrados.
Porque en el resto del mundo nos conocen, conocen sobre
todo cómo se las gasta la derecha local con poder. Se han alarmado ahora
mucho. Creen algunos que con esta ley estamos en “camino a la dictadura”. No es previsible que nadie haga nada, sin embargo. Y eso es lo terrible.
Una vez aprobada definitivamente la ley Fernández, ley mordaza, se habrá acabado en España la libertad de expresión y de manifestación, ya muy mermada en la práctica.(...)
El PP, sin embargo, no está solo. Si lo estuviera, toda la sociedad lo advertiría con claridad. Y no es ésa su percepción. (...)
La política está fallando estrepitosamente. En apariencia, andan
preocupados por la desafección de los ciudadanos. Por eso se disponen a
atizar a quien se mueva, para ver si el amor surge de los palos, según
costumbre también. Algunos medios se muestran inquietos porque cae el
bipartidismo. Y porque no emerge otra fuerza que deje las cosas tan
divinamente estables como están.
La sociedad desearía otra política,
limpia y que resolviera sus problemas. Como debe ser. Y, francamente, si
no paran la deriva en la que estamos sumidos, va a ser verdad que sólo
les interesa su silla, su sueldo, sus dietas y su jugosa pensión que
duplica con creces la del resto de los mortales y que sólo precisa 4
años de trabajo. (...)" (Rosa María Artal, Attac España, 17/12/2013)
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