"Desde hace dos días, diferentes medios no italianos han percibido un
corte sociopolítico en Italia bastante más importante que el
nombramiento de Mateo Renzi, alcalde de Florencia, a la cabeza del
Partido Demócrata.
El día 12 de diciembre, el corresponsal del semanario
francés Le Point escribía: “Desde Palermo a Turín, de Roma a Génova, de
Savona a Milán, un viento de protesta sin precedentes barre Italia.
Interrupción del metro en la capital, cierre de las tiendas en los
cascos antiguos, ocupación de estaciones y mercados, concentraciones
ante los palacios institucionales, operaciones bloqueo en las fronteras:
desde el domingo pasado, las manifestaciones contra la “casta política”
se multiplican en la península”.(...)
Lo que está ocurriendo estos últimos días con las movilizaciones y los “levantamientos” de los llamados “forconi”
[quienes enarbolan las horcas] indica que hemos entrado en una nueva
fase de la crisis económica y social en nuestro país. Se movilizan
sectores de la pequeña y media burguesía golpeados muy duramente por la
crisis en sus intereses y sus rentas: los comerciantes, los vendedores
ambulantes, los camioneros.
Se han sumado a ellos otros sectores
sociales populares más o menos marginales: jóvenes de las barriadas
urbanas, parados o estudiantes. Esos fenómenos son particularmente
evidentes y conflictivos en Turín, la vieja ciudad obrera y fordista
que, más allá del nuevo escaparate turístico que significan los palacios
del centro, se encuentra en una gran fase de pauperización y de
postración social
Esos sectores de la pequeña burguesía -con sus diferentes estratos- han
gozado durante muchos años de una relativa tranquilidad y confort (en
algunos acaso eso se ha realizado gracias a diversas formas de evasión
fiscal), pero hoy, después de seis años de una crisis económica aguda,
sus certezas sociales y económicas son puestas en cuestión y para muchos
de ellos se abre la posibilidad, a corto plazo, de un descenso a la
pobreza.
Esos sectores están golpeados no solo por las dinámicas de la
crisis económica sino, también, como la gran mayoría de ciudadanos y
ciudadanas, por las políticas de austeridad y de contracción
presupuestaria aplicadas por los gobiernos de la burguesía. (...)
Es evidente que la pequeña burguesía, ante todo la comercial en sus
diversas facetas, afectada ya por la crisis no podía más que, incluso
sin tener una conciencia exacta de ello, sufrir una reducción de sus
actividades comerciales y de sus rentas como consecuencia del simple
hecho de que un gran número de asalariados habían perdido su salario o
lo había visto reducido y estaban obligados a reducir su consumo.
La
crisis que golpeó primero a los asalariados no podía sino repercutir a
los comerciantes que, mientras tanto, a pesar del fraude fiscal de
algunos de ellos, tuvieron que hacer frente a las reducciones
presupuestarias de las entidades nacionales y locales, que debían ser
los actores en última instancia de las medidas de austeridad decididas
por el gobierno.
Además, antes existía una cierta delimitación y
planificación de los puntos de venta, pero ahora la casi total
liberalización del comercio y el poder enorme de las grandes marcas de
distribución han puesto de rodillas a todo el pequeño comercio local,
comenzando por los vendedores ambulantes [los mercados locales tienen
una gran importancia en Italia], aplastados por la competencia de los
centros comerciales, pero también golpeados por la competencia sin freno
entre ellos mismos.
Esos comerciantes cierran sus tiendas y
renacen como champiñones con nuevas actividades, aún a riesgo de volver a
cerrarlas ante la imposibilidad de garantizarse una renta suficiente.
Pero hay otro fenómeno que debe ser comprendido. Muchos de esos pequeños
comerciantes (comercios, bares, etc.) han salido de la clase obrera.
De
hecho, mucha de la gente enparo, entre ella un gran número de jóvenes y
de antiguos asalariados, han reunido todas las reservas financieras
familiares para poner en pie un pequeño negocio a fin de obtener un
ingreso. Y luego se han dado cuenta de que no era suficiente para vivir.
En
Turín, estos últimos días, el cierre de las tiendas ha sido total, bien
como consecuencia de la decisión de sus propietarios, bien por el
efecto de grupos activos ligados a los organizadores de la huelga que
han circulado permanentemente por la ciudad para imponer a todos los
comerciantes el cierre de la persiana. (...)
Las fuerzas de derecha y de extrema derecha están muy presentes y
activas a través de quienes componen el comité de huelga de Turín y
dirigen la dinámica de la protesta, lógicamente confusa.
En las calles
de la ciudad, se podía reconocer a grupos de jóvenes de derechas,
provenientes de las hinchadas de los equipos de fútbol; además, estaban
bien representados Forza Nuova [organización neofascista fundada en 2003
cuyo presidente, Roberto Fiore, fue diputado europeo en 2008-2009] y
CasaPound [centro social neofascista y nacionalista-revolucionario
creado en Roma en diciembre de 2003; el término Pound hace referencia al
propagandista del fascismo Ezra Pound], y eran numerosos los eslóganes y
los comportamientos claramente fascistas y reaccionarios.
Numerosos
jóvenes, a menudo de los barrios, han utilizado esta jornada como una
posibilidad de expresar sus frustraciones sociales y su descontento. Al
mismo tiempo, se ha visto que existía una puesta en escena y una
organización precisa de la jornada.
Otros elementos dan fe de una cierta
entente que no solo tiene que ver con la simpatía por los manifestantes
por parte de las fuerzas del orden, sino que remite a una relación
política organizada con las fuerzas de la derecha extrema. (...)
Es más que evidente que esas clases sociales en vías de pauperización
-en la calle estaban presentes ante todo comerciantes ambulantes y
sectores inferiores del sector del comercio- y la gran masa de los
parados pueden convertirse en una base de masas de las fuerzas
ultrarreaccionarias y fascistas.
El potencial de radicalización
reaccionaria de los sectores pequeñoburgueses implica grandes peligros
para la clase obrera. Esta situación puede tomar una configuración muy
nociva a causa de la ausencia, desde hace cierto tiempo, de un fuerte
movimiento de masas y de luchas de la clase obrera. La responsabilidad
de las direcciones sindicales, cómplices de los gobiernos de los
banqueros y de la gran burguesía, es aquí inmensa. (...)" (Franco Turigliatto, Viento Sur, Rebelión, 16/12/2013 )
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