"La situación en la Eurozona sigue siendo complicada. El
crecimiento es anémico por el insuficiente apoyo monetario y fiscal,
mientas que fuera de Alemania, el apalancamiento del sector privado y el
paro siguen suponiendo un lastre para el consumo.
Además,
la inversión sigue cayendo y las exportaciones siguen siendo la
principal fuente de la demanda y el crecimiento, pero la competencia
entre países por un aumento simultáneo de las exportaciones se
reequilibra poco a poco.
Por ello, una recuperación autosostenida no está todavía en el horizonte.
Con la inflación por debajo del 1% y el BCE, que aun no es consciente
de la gravedad de la situación, hemos revisado a la baja nuestros
pronósticos a medio plazo. Nos situamos en un 0,1% por debajo del
consenso sobre el crecimiento en 2013 y 2014, y un 0,3 por ciento por
debajo respecto a 2015 por dos motivos.
Primero, no prevemos un repunte de la actividad en la
periferia, ya que el crecimiento viene determinado por la demanda y la
demanda es más difícil de crear dentro de una unión monetaria que en un
contexto de autonomía monetaria.
Segundo, la política monetaria seguirá siendo demasiado restringida pese a los esfuerzos del BCE,
que añaden más presiones al crecimiento en la Eurozona. Por otro lado,
el índice de desempleo en la Eurozona es de un 12,2% (frente al 7,3% en
2008), con valores extremos en la periferia siendo Alemania el gran
contrapeso. Allí, el empleo alcanza máximos históricos y el aumento de
los salarios y las expectativas de ingresos apoyarán un crecimiento
interno sólido.
Dada la fragilidad de la demanda agregada, la demanda
externa de fuera de la Eurozona será una de las fuentes de crecimiento
para muchos países. Además, la inversión es el componente del PIB más
propenso a repuntar, aunque no es probable que impulse el crecimiento.
Con una demanda en crecimiento lento y dadas las restricciones
salariales, las empresas ampliarán su rentabilidad antes de invertir en
extender capacidades.
Mientras, la (des)inflación ha caído al 0,9% y todos los
indicadores apuntan a un periodo prolongado de inflación baja. La
inflación principal en la periferia será muy baja durante años y las
presiones salariales a la baja en Francia contribuirán también a reducir
los precios. Alemania no crecerá lo bastante rápido como para
contrarrestar esas fuerzas, pese a unos aumentos decentes en la
remuneración. (...)" (El Economista, 16/01/2014)
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