9.6.17

¿Por qué la clase trabajadora votó a Trump? No se está entendiendo por qué ganó Trump

"En la cobertura mediática del tsunami político que ocurre en EEUU se hace excesivo hincapié sobre la figura de Trump y su idiosincrasia y comportamiento atípico como presidente del país, sin analizar el contexto político que determinó tal elección, lo que hace que no se esté entendiendo por qué ocurrió tal tsunami. 

Atribuir este hecho –su elección como presidente- predominante a su figura es un error de primera magnitud, pues hay algo mucho más importante que Trump para comprender lo que está pasando en EEUU, y es entender por qué más de sesenta millones de personas votaron por él (casi el 50% de las personas que fueron a votar lo hicieron por él). 

Y lo que es incluso más importante es entender por qué la gran mayoría de la clase trabajadora blanca, que constituye la mayoría de la clase trabajadora estadounidense, lo votó. En realidad, la clase trabajadora blanca fue el centro de su base electoral. Este es el punto más importante que hay que entender. Sin comprender este hecho, habrá muchos Trumps como presidentes en las próximas décadas en EEUU.

¿Por qué la clase trabajadora votó a Trump?

En primer lugar, tenemos que hacer una aclaración, que es obvia, pero que parece desconocida, ignorada u ocultada en los grandes medios de información. En EEUU (como en todos los países de Europa) hay una clase trabajadora distinta a la clase media.

 En realidad, hay más estadounidenses que se definen como pertenecientes a la clase trabajadora que a la clase media. Los datos están ahí para aquellos que quieran verlos. Y lo mismo, por cierto, ocurre en la mayoría de países de la Unión Europea, incluyendo España.

 Esta clase trabajadora en EEUU ha ido perdiendo capacidad adquisitiva en los últimos treinta años, desde los años ochenta, con la elección del presidente Reagan, que inició las políticas neoliberales que constituían un ataque frontal a la clase trabajadora. Las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales del país han ido descendiendo, pasando de un 70% de todas las rentas a finales de los años setenta, a un 63% en el año 2012. 

El enorme endeudamiento de las familias estadounidenses (y el gran crecimiento del sistema crediticio financiero) se basa en este hecho. Este descenso de las rentas del trabajo creó un problema, al disminuir la demanda y el crecimiento económico (puesto que la mayor parte de la demanda procede del consumo originado por las rentas del trabajo). 

Por otra parte, el crecimiento del sector financiero (que, como acabo de decir, fue también consecuencia del descenso de las rentas del trabajo) y la escasa rentabilidad de las inversiones en el sector productivo de la economía (donde se producen los bienes y servicios) explican que crecieran las inversiones especulativas, creando las burbujas cuya explosión (sobre todo la inmobiliaria) creó la Gran Recesión, consecuencia del comportamiento especulativo del capital, facilitado por las políticas desreguladoras del capital financiero.  (...)

Las políticas neoliberales, en su objetivo de incrementar la rentabilidad del capital, facilitaron la movilidad de las industrias manufactureras a países con salarios más bajos y con peores condiciones laborales. Ello causó una gran destrucción de puestos de trabajo bien pagados en el sector manufacturero de EEUU, ocupados en su mayoría por la clase trabajadora blanca. 

En realidad, bastaba que los dueños y gestores de las industrias manufactureras amenazaran a sus trabajadores con el traslado a otro país, para conseguir rebajas salariales y la aceptación de peores condiciones de trabajo. Es lógico, pues, que la clase trabajadora, afectada por tal movilidad de industrias a otros países con salarios mucho más bajos, odiara los tratados de libre comercio y a los gobiernos que los promovían.  (...)

Como resultado del enorme poder que los propietarios y gestores de las grandes corporaciones financieras, industriales y servicios tienen sobre el Estado federal (lo que en aquel país se llama la Corporate Class), los derechos sociales y laborales están muy poco desarrollados. No hay, por ejemplo, el derecho de acceso a los servicios sanitarios.

 En realidad, en EEUU hay más muertes debidas a falta de atención médica que a la enfermedad del SIDA. Un indicador de la crudeza e insuficiencia del sistema sanitario estadounidense es que el 44% de las personas que se están muriendo (es decir, que tienen enfermedades terminales) indican que están preocupadas por cómo ellas o sus familiares podrán pagar sus facturas médicas.

 No hay plena consciencia en Europa de que EEUU es el capitalismo sin guantes. No existe en EEUU la universalidad de derechos, es decir, que una persona, por ser ciudadana o residente, tenga un derecho en concreto. La provisión de servicios sanitarios, por ejemplo, depende de la renta de una persona (...)

siendo los programas sanitarios del gobierno federal (como Medicaid) de tipo asistencial, es decir, de ayuda a los pobres, que, erróneamente, se cree que son los negros (en realidad, la gran mayoría de pobres en EEUU son blancos, aunque los negros son los más pobres entre los pobres). 

Pero en el imaginario popular, entre la clase trabajadora blanca, se considera que son los negros los que se benefician más de estos programas federales, cuyos gastos se cubren primordialmente con los impuestos que pagan las clases populares. 

De esta percepción (errónea) se crea el antagonismo de la clase trabajadora blanca (que no se beneficia de estas políticas federales asistenciales) hacia el gobierno federal, por pagar, con sus impuestos, la asistencia sanitaria a los pobres (que consideran que son los negros). De ahí la elevada impopularidad entre la clase trabajadora blanca de los programas antipobreza federales (que Trump quiere disminuir radicalmente).  (...)

Las únicas voces que hablaron a y de la clase trabajadora fueron el candidato demócrata Bernie Sanders y el candidato republicano Donald Trump.  (...)

La derrota de Sanders promovida por el Partido Demócrata facilitó la victoria de Trump (...)

Pero la mayor causa de su éxito fue la movilización del movimiento libertario, dirigido por el Tea Party, que había ido infiltrando y controlando las bases del Partido Republicano, en su lucha contra el establishment político de Washington, incluyendo el establishment republicano. 

Este movimiento, claramente financiado por intereses financieros de carácter especulativo (como los hermanos Koch), tenía como su objetivo central eliminar la presencia del Estado federal en la escasamente regulada actividad financiera, como por ejemplo en los sectores inmobiliarios, los sectores de casinos y juego, y la actividad especulativa de la banca. 

Estos sectores se aliaron con la clase trabajadora blanca que, por las razones indicadas anteriormente, se oponía al Estado federal. Fue esta alianza la que constituyó la base del movimiento libertario, un movimiento de ultraderecha que sembró el campo para el éxito de la candidatura de Trump.

 Este diseñó su campaña con un programa para anular los tratados de libre comercio y favorecer las rentas del capital, bajando espectacularmente los impuestos de sociedades de un 35% a un 15% y eliminando los programas antipobreza y los programas antidiscriminatorios con una narrativa racista y machista. El suyo es un programa libertario como máxima expresión del neoliberalismo, intentando eliminar la influencia del sector público y de las intervenciones públicas mediante la privatización de los programas públicos. 

¿Es Trump un fascista?

Trump tiene características de la ideología fascista, tales como un nacionalismo extremo basado en un sentido de superioridad de raza y de género (un machismo muy acentuado), con un canto a la fuerza y a la intervención militar, con una concepción no solo autoritaria, sino también totalitaria del poder, deseoso de controlar los mayores medios de información y reproducción de valores (desde la prensa y la televisión, hasta al mundo universitario), profundamente antidemocrático, presentándose como el salvador de las víctimas del sistema político corrupto.

Ahora bien, también hay que subrayar las características que le diferencian del fascismo. Una es que Trump no creó un movimiento y partido, sino que fue al revés: el movimiento popular antiestablishment creó a Trump. La segunda característica que le aleja del fascismo es que está en contra del Estado (a la vez que lo instrumentaliza para optimizar sus intereses particulares y los intereses del mundo del capital), siendo su postura un libertarismo neoliberal extremo.

 En realidad, es la expresión máxima del neoliberalismo. Definir a tal movimiento como populista es no entender los EEUU. En realidad, han existido partidos semejantes al Tea Party que tuvieron características parecidas al actual.  (...)

¿Qué pasará en EEUU?

En realidad, la evidencia apunta a que el establishment político-mediático estadounidense tampoco entiende lo que está pasando en aquel país. Su obsesión con la figura de Donald Trump, sin analizar y actuar sobre las causas de que casi la mitad del electorado le votase, es un indicador de ello. Y la respuesta del Partido Demócrata a este hecho es dramáticamente insuficiente (...)

 Y lo que está predeciblemente ocurriendo es que mientras la popularidad general del presidente Trump está descendiendo (nunca fue muy popular), la que tiene entre sus votantes es extraordinariamente alta. Vemos que, en contraste con lo que ocurre en el Partido Demócrata, la lealtad del votante a Trump es elevadísima. 

Es visto, por parte de las bases electorales, como el antipolítico, sujeto a una gran hostilidad por parte de los mayores medios de información, a los cuales sus votantes detestan. Referente a las posibilidades de ser expulsado de su cargo (impeachment), estas son pequeñas, pues ello dependería de una acción del Congreso, hoy controlado por el Partido Republicano, donde el movimiento libertario de ultraderecha tiene un enorme poder.

 En ausencia de un cambio improbable en el Partido Demócrata, las próximas elecciones al Congreso verán un enorme aumento de la abstención (ya siempre muy elevada) que permitiría mantener el Congreso y el Senado en manos del Partido Republicano. 

Solo en caso de que este perdiera el control del Congreso podría ocurrir el impeachment. De ahí que lo que ocurra va a depender no solo de lo que suceda en la administración Trump, sino también de lo que pase en el Partido Demócrata que pueda movilizar el voto abstencionista. (...)

En realidad, ha ocurrido en EEUU lo que también se ha dado en Europa. La aplicación de las políticas neoliberales ha creado esta enorme crisis y un rechazo (al cual también se le define erróneamente como populismo) que está predominantemente centrado en las clases populares y que, debido a la adaptación de las izquierdas tradicionales al neoliberalismo, ha sido canalizado por partidos de ultraderecha, con características semejantes al fascismo.

 Las políticas neoliberales de Trump continuarán imponiéndose, paradójicamente envueltas en una narrativa “obrerista” y “proteccionista” que entra en claro conflicto con las políticas de la administración Trump, que son profundamente hostiles hacia el mundo del trabajo a costa de un tratamiento claramente preferencial hacia el mundo del capital. (...)"                   

 (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 6 de junio de 2017, en www.vnavarro.org, 06/06/17)

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