"La prensa internacional ha comenzado a caracterizar la fuga de capitales
de Argentina, como el punto de partida de una nueva crisis
internacional. (...)
La cadena de devaluaciones que se ha desencadenado en numerosos
países llamados ‘emergentes’ en las últimas semanas, es comparada con la
que ocurrió en Tailandia, a comienzos de 1997, que se extendió
enseguida a los países del sudeste de Asia, en especial Indonesia, Corea
del Sur y Japón, alcanzó luego a Rusia y a Brasil, provocó el colapso
del fondo más grande de Estados Unidos y un rescate de emergencia de la
Reserva Federal, para recalar en el Río de la Plata, en el recordado
2001, tanto en Argentina como Uruguay. La llamada ‘crisis asiática’
desató la serie de eventos financieros que desembocaron en el derrumbe
internacional de 2007.
En Argentina, desde diciembre pasado, la
devaluación ha llegado, provisionalmente, a cerca del 40% y en Brasil el
20% (de 3.10 a 3,70 reales por dólar).
En la cadena del defol de la
deuda pública se encuentra en lugar destacado Turquía, un país en
emergencia política, instalado en el corazón de la guerra en el Medio
Oriente. Toda devaluación significativa equivale a un defol de la deuda
pública nominada en moneda local, a la desvalorización del patrimonio
nacional en su conjunto, y constituye, a término, la posibilidad de un
defol internacional. (...)
El alcance que se asigna a la crisis en desarrollo contrasta con la
simplicidad de la explicación. La explicación más extendida atribuye la
estampida a la suba de la tasa de interés en Estados Unidos y la
búsqueda de un ‘refugio’ seguro frente a la ‘inestabilidad’ que se ha
instalado en la periferia.
Visto de esta manera, la ‘normalidad’
sobrevendría una vez que la tasa de interés internacional alcanzara su
‘punto de equilibrio’. Estaríamos frente a un período de ‘turbulencia’.
Estados Unidos sería, a término, un ancla de estabilidad – con la
‘ayuda’ del FMI. Las cosas ocurren, sin embargo, de un modo diferente.
Como
lo prueba, precisamente, la suba de la tasa de interés, sea en Estados
Unidos como en Europa (tasa Libor), el capital internacional se
desprende de los títulos públicos – que han iniciado un ciclo bajista
después de 30 años. Trump como Macri, y Estados Unidos como Argentina,
está afectados por los llamados “déficits gemelos”: el déficit fiscal
norteamericano supera el billón de dólares, con tendencia hacia arriba,
en tanto que el de comercio exterior es un poco mayor.
Como en
Argentina, el dólar debería devaluarse, lo mismo que la deuda pública.
Es precisamente lo que busca Trump, empeñado en una guerra comercial y
financiera con los rivales de Estados Unidos. Es lo mismo que esperan
estos rivales, que se están deshaciendo de sus reservas en dólares, que
han caído del 80 al 62 por ciento. China ha comenzado a transar el
petróleo en yuanes y Europa busca reconvertir su comercio del dólar al
euro, para escapar de las sanciones económicas que Trump aplica a Rusia,
China y a Irán.
Estados Unidos se encuentra amenazado por una sangría
de divisas, no por una inyección. El Banco Central norteamericano, al
igual que Sturzenneger, sube las tasas de interés para bloquear una fuga
de capitales y para incentivar un ingreso de divisas que permita
financiar los déficits, tanto fiscal como comercial. El epicentro de la
crisis internacional en desarrollo se encuentra, como es obvio, no en
Buenos Aires sino en Nueva York. (...)
El respirador artificial que ha puesto en funcionamiento la Reserva
Federal, está secando de dinero el mercado mundial – el llamado déficit
de liquidez, lo cual eleva la tasa de interés. Pero con una reserva:
sube la de corto y, hasta cierto punto, la de mediano plazo, como una
suerte de prima o seguro contra la devaluación y el ‘defol’. No ocurre
eso con la de largo plazo por la débil demanda de inversiones. Es un
escenario clásico de alerta de quiebras.
Visto desde esta
perspectiva, la salida a la crisis financiera de Argentina no se
encuentra a la vista. Argentina no tiene los medios para financiarse (...)
Macri enfrenta un defol inmediato, vía mega devaluación, y un potencial, sin atenuantes. (...)" (Jorge Altamira
, Dirigente del Partido Obrero de Argentina. Sin permiso, 19/05/18)
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