"(...) la teoría económica dominante, en general, parece convencida de que los
EEUU han salido de su Larga Depresión de los últimos diez años y ahora
funciona 'normalmente'. La tasa oficial de desempleo está en mínimos
históricos, los salarios están empezando a subir un poco y la inflación
ha comenzado a subir marginalmente. (...)
Pero como he señalado en una nota anterior,
si la Fed se equivoca y los sectores productivos de la economía de
Estados Unidos no reanudan su 'crecimiento normal' (la tasa de
crecimiento del PIB real media desde 1945 ha sido del 3,3%, por lo que
no estamos aún ahí), los crecientes costes de servicio de la deuda
corporativa y de los consumidores podrían provocar una nueva recesión.
El
factor clave para el crecimiento es la inversión del sector
capitalista. Y lo que decide el nivel de inversión, a fin de cuentas, no
es el nivel o el coste de la deuda, sino la rentabilidad de cualquier
inversión. La inversión empresarial ha hecho una modesta recuperación en
los últimos trimestres, impulsada por el aumento del 16% en las ganancias corporativas después de impuestos.
Pero la mayor parte de esta bonanza de beneficios para las empresas de
Estados Unidos en el año 2018 se ha utilizado para pagar mayores
dividendos a los accionistas y la recompra de acciones de las compañías
para impulsar el precio de sus acciones, no en inversión productiva.
Y
dentro de la inversión productiva, la mayor parte ha sido en la
industria del petróleo y en 'propiedad intelectual' (software, etc.). La
inversión en equipos y nuevas estructuras en otros sectores ha sido muy
modesta.
(...) los ingresos medios de las familias estadounidenses avanzan poco. En una excelente nota,
Jack Rasmus, del Partido Verde estadounidense demuestra que para los
trabajadores no supervisores (no-directivos), que son la mayor parte de
la fuerza laboral estadounidense (133 millones de 162), los ingresos
reales están cayendo, no aumentando, mientras que la carga de la deuda
de los consumidores está creciendo.
Cuando Trump anunció sus recortes de
impuestos a las empresas, afirmó que esto permitiría que subieran los
salarios gracias a sus mayores beneficios. Esto, por supuesto, ha
resultado ser un disparate. Ha habido muy pocas subidas salariale en el
sector privado desde el final de 2017.
Y es sólo en los EE.UU donde se puede hablar de 'recuperación' o de
crecimiento 'normal'. En el resto del mundo la esperanza de una vuelta a
las tasas de crecimiento anteriores a la crisis parecen haberse
desvanecido. En la zona euro, el crecimiento ha vuelto a caer a
alrededor del 2% anual, un tercio por debajo de las tasas anteriores a
la crisis.
En Japón, esta de nuevo en el 1%. China también está 'luchando' para mantenerse por encima de 6% anual.
Como lo resume la OCDE en su más reciente informe provisional sobre la economía mundial: “El
crecimiento global está en su pico más alto; la guerra comercial está
empezando a hacer daño; el crecimiento de la inversión sigue siendo
demasiado débil para aumentar la productividad; los salarios reales
siguen siendo inferiores a los de los niveles anteriores a la crisis; y
nunca se recuperarán las pérdidas de ingresos de la Gran Recesión“.
“Las tensiones comerciales están empezando a hacer daño, y ya están
teniendo efectos adversos en la confianza y los planes de inversión. El
crecimiento del comercio se ha estancado, las restricciones están
teniendo efectos sectoriales y el nivel de incertidumbre de la evolución
comercial sigue siendo alta“. (...)
Y a medida que las tasas de interés a nivel mundial se elevan
(impulsadas por la Fed) y las guerras comerciales comienzan a ahogar el
comercio mundial, los mercados emergentes con alto nivel de deuda
corporativa son especialmente vulnerables. (...)" (Michael Roberts
, Sin Permiso, 30/09/2018)
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