"La jornada de este sábado está siendo un punto de quiebre en Francia.
Autopistas, aeropuertos, avenidas y hasta puestos de prefectura fueron
bloqueados por los chalecos amarillos. Las imágenes transmitidas desde
la Place de l’Etoile en la zona del Arco del Triunfo llenas de humo de
los gases lacrimógenos lanzados por la policía simbolizan la enorme
crisis política que está agudizándose en el país. (...)
Uno de los manifestantes declaró ante la cadena BFM
TV: “Esto es lo que pasa cuando el pueblo tiene hambre”, explicando de
manera contundente las razones sociales profundas que hay detrás de las
protestas. La suba de los precios del combustible se transformó en el
puntapié de un proceso de movilización de masas que hoy por hoy pide la
renuncia de Macron.
El gobierno si bien logró aprobar la reforma laboral
antiobrera el año pasado, pagó un alto costo con el desgaste de su
imagen presidencial ante las calles repletas de trabajadores en cada una
de las jornadas de lucha contra la “loi du travail”.
Y este año, primero con la movilización de los
estudiantes contra la reforma del ingreso universitario y luego con la
enorme lucha de los ferroviarios, la imagen positiva de Macron cayó a
menos de un 25%, la más baja desde que asumió. En un contexto de mucha
bronca de las masas, con un 9% de desocupación, el descontento social
está estallando en las calles, no sólo de París sino de toda Francia.
Ciudades como Toulouse, Marseille, Nantes y Nice, entre otras, también
tuvieron protestas y bloqueos, y los manifestantes fueron reprimidos,
sobre todo en Toulouse.
Pero los hechos que se suceden en París muestran una
enorme disposición a la lucha. Ejemplo de esto es que, a pesar de la
brutal represión, el número de manifestantes no disminuyó con las horas
sino que creció, reconocido por las cifras del propio Ministerio del
Interior. Las imágenes de los autos incendiados, las barricadas, la
policía deteniendo a más de 250 personas (hasta el momento), hiriendo a
al menos un centenar, no amedrentaron a los chalecos amarillos que
salieron a las calles con más fuerza, mientras las centrales sindicales
hacían una marcha absolutamente folklórica y alejada de la bronca
popular.
El gobierno de Macron está cada vez más debilitado ante el estallido
social que está ocurriendo, y expresa una enorme crisis del régimen
político, a nivel del Estado. La crisis de gobernabilidad en Francia
excede al gobierno de Macron, aunque desde ya que lo incluye. Ya
François Hollande había terminado su mandato con sólo un 12% de
aprobación, golpeado sobre todo por la lucha del movimiento obrero
contra la reforma laboral y los ataques terroristas, la más baja de un
presidente durante la V República.
Aún está por verse como se desarrolla el movimiento de los chalecos
amarillos, que no tiene claros dirigentes, sólo voceros autoproclamados,
que tiene un fuerte componente espontáneo aunque con una clara
disposición a la lucha y el comienzo de una unión con el movimiento
obrero organizado, como los ferroviarios. Lo que sí está claro es que al
gobierno francés la lucha de clases le estalló en la cara. Y la única
respuesta es la represión." (Analia Micheloud, Izquierda Diario.es, 01/12/18)
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