"En Madrid esperaban que estas elecciones
andaluzas enviaran un mensaje para clarificar los escenarios de
competición política de cara al ciclo electoral de 2019.
Y el mensaje ha sido contundente: una revuelta del electorado. (...)
Pero ese torbellino no se puede explicar sin la
fuerte desafección electoral de centenares de miles de electores de
izquierda. Y eso no estaba en el pronóstico. (...)
¿Cuáles son las dimensiones de esta revuelta electoral? La izquierda pierde casi 700.000 votantes mientras que la suma de PP y Ciudadanos apenas gana 24.000,como se puede observar en la tabla.
Obviamente, la gran novedad son los más de 400.000 votos que recibe
Vox, y que dan acceso parlamentario a las derecha radical por primera
vez en España desde 1982. No obstante, habrá que esperar a
disponer de datos de encuesta para conocer mejor los trasvases de voto, y
a fin de dilucidar uno de los interrogantes importantes que quedan
sobre el tablero: ¿cuántos votos de izquierda, y en particular del PSOE, han ido a parar a Vox? (...)
Podemos ha perdido la iniciativa como partido renovador de la política española, y eso tendrá consecuencias en los próximos meses. Ahora puede ser mucho más vulnerable ante el riesgo de voto estratégico (útil) de la izquierda frente al torbellino de la derecha que se avecina. (...)
En realidad, las opciones de
Gobierno del PP pasan principalmente por un dilema moral y estratégico
para Ciudadanos: ¿el aliado español de Macron va autorizar los votos del
aliado español de Marine le Pen? ¿Con qué discurso afrontaría Rivera su
última posibilidad para acceder a La Moncloa si se presenta en 2019
como el hacedor del Gobierno del PP de la mano de Vox?
Puede
que ni sus socios liberales ni sus votantes de centro, donde es aún el
primer partido en España, en disputa ahora con el PSOE, aprueben ese
giro.
Si se diera esta combinación de impotencia en la izquierda y de dilemas irresolubles en la derecha, desembocaríamos en un escenario similar a 2015: forcejeo sobre quién se presentará a candidato y eventual repetición de elecciones. (...)" (Juan Rodríguez, Agenda Pública, 03/12/18)
"(...) Lo peor de Andalucía no es el espectacular resultado de Vox, que supone una desgracia para todos los demás, sino haber acabado con la excepcionalidad española.
Si en España la derecha extrema no había conseguido entrar en las
instituciones se debía a que, tanto la derecha como la izquierda, habían
tenido el buen juicio de no comprar su agenda y no darle bola en el
juego.
No se consideraba a sus portavoces, ni se les otorgaba rango de
actores relevantes; mucho menos se les hacía el favor de discutir o
debatir unas propuestas políticas tóxicas que contaminan todo cuanto
tocan porque no se puede ganar en xenofobia a un xenófobo. Eso se ha
acabado.
La derecha ha sucumbido a un ataque de pánico y la izquierda se
ha dejado llevar por la ensoñación de que Vox venía para dividir solo
el voto conservador. Casi todos decidieron regalarle hasta sus minutos de televisión y en política, como en la vida, se recoge lo que se siembra.
Muchos electores a derecha e izquierda que, en su
vida, se habían planteado siquiera votar al jinete Santiago Abascal
seguramente habrán decidido hacerlo después de escuchar al propio Casado
explicarles que Vox y el Partido Popular defienden lo mismo
y pedirles que volvieran a casa, como si ya se hubieran ido. Y si aún
les quedaba alguna duda, ahí estaba Ciudadanos para decirles que si
votaban a la derecha extrema también serían bien recibidos mientras
Susana Díaz les recordaba dónde estaba el verdadero voto de castigo. (...)" (Antón Losada, El Periódico, 02/12/18)
"(...) No somos invulnerables: ya estamos contagiados. Con un agravante: el virus se ha propagado con una rapidez inusual.
Se
acabó mirar por encima del hombro a Francia, Polonia, Hungría, EEUU,
Alemania o Reino Unido. España ya forma parte de los países europeos en
los que la derecha más extrema, con su discurso xenófobo, clasista y
populista tiene capacidad para decidir sobre un Gobierno.
Ha empezado por Andalucía, pero que nadie dude que la ponzoñosa mancha
de aceite se extenderá en las elecciones municipales y autonómicas del
próximo mayo. Y llegará al Congreso de los Diputados. (...)
El resultado es una hecatombe y Susana Díaz, por ello, debería haber
presentado su dimisión. Máxime cuando, por situaciones similares, fue lo
que exigió a Pedro Sánchez. (...)
Perder más de 300.000 votos confirma que no existe el tan cacareado efecto Casado,
por mucho que el secretario general del PP se haya implicado
personalmente en la campaña hasta el punto de que el candidato parecía
él. (...)
La sonrisa de Ciudadanos es sincera. De aquellas que en realidad no
esconden una desgracia a base de impostadas muecas felices. Pese a
quedar lejos de lograr su ansiado sorpasso al
PP, queda como la fuerza que gozará de mayor fuerza electoral para
imponer su ideario en el nuevo Ejecutivo. La formación de Rivera viene
de su gran (aunque inútil) victoria en Cataluña y recupera el oxígeno
perdido tras la moción de censura que hizo presidente a Pedro Sánchez y
que dejó al propio Rivera completamente noqueado.
(...) aunque el caramelo envenenado que va a saborear en los próximos meses se
le puede atragantar: pactar con Vox le marcará en las próximas
elecciones generales. Si alguien aún dudaba de la querencia de
Ciudadanos por la derecha, Andalucía va a despejar cualquier duda. (...)
La izquierda ha quedado tocada y hundida en
Andalucía. Y ni siquiera la buena campaña de Teresa Rodríguez ha
impedido la debacle. Lo peor para Adelante Andalucía es que la pérdida
de casi 400.000 votos y tres escaños les deja en una situación de
intrascendencia.
Todo lo contrario que Vox. Pese a
ser el partido que menos escaños consigue es, sin duda, el gran
vencedor de la noche. Su victoria intensifica las alarmas que ya empezaron a sonar en el acto de Vistalegre.
En realidad, la extrema derecha llevaba 36 años votando en Andalucía,
pero lo hacía escogiendo la papeleta del PP. Lo que cambia ahora es que
la extrema derecha se ha independizado y su discurso xenófobo, populista
y reaccionario camina solo, orgulloso y con la cabeza alta. Como los
Trump, Bolsonaro o Le Pen.
Estamos contaminados.
En manos de la izquierda y de la derecha más moderada queda la
responsabilidad de que esto sea tan sólo un mal sueño." (Guillermo Rodríguez, director del HuffPost, 03/12/18)
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