"(...) estudio encargado por el Parlamento Europeo
en el que se preguntaba a los ciudadanos de 21 países europeos por sus
opiniones acerca de la pandemia y de las medidas que han adoptado los
Estados y la Unión Europea.
(...) España tiene la opinión pública más descontenta de Europa,
seguida por Polonia y Francia. El contraste de España con Portugal
resulta muy llamativo: mientras que en Portugal menos del 20% critica la
gestión del gobierno, en España supera el 60%, más del triple. Los tres
países que salen mejor parados son Dinamarca, Irlanda y Portugal.
¿A qué se deben estas diferencias tan enormes?
Parece que la insatisfacción depende en mayor medida del
número total de muertos (correlación de .48), con independencia del
tamaño de la población en el país, que de la tasa de mortalidad
(correlación de sólo .27).
Ahora bien, en cuanto se examinan los datos de fallecidos,
resulta evidente que algo no cuadra. Polonia es el segundo país más
insatisfecho (57%), pero el 27 de abril sólo había tenido 535 muertes,
frente a las 5.750 de Alemania, con tan sólo un 30% de insatisfechos.
Más extraño aún resulta el caso de Bulgaria, con sólo 56 muertos y una
insatisfacción del 51%. (...) los países del Este de Europa siguen una pauta muy distinta a la de los
países occidentales.
Los países del Este apenas cuentan con fallecidos, pero sin embargo
tienen niveles muy elevados de insatisfacción con sus gobiernos. Esto
puede deberse a la desafección política y a la baja calidad de la
democracia. Hagan lo que hagan los gobiernos en estos países, se
encontrarán con la desaprobación ciudadana.
(...) el factor más importante, bastante más que el número de fallecidos, es
la calidad del componente liberal de la democracia (independencia
judicial, división de poderes, etc.). Cuanto menor es dicha calidad, más
irritación muestran los ciudadanos. La desconfianza en los partidos
también es relevante: en los países con menor satisfacción en los
partidos, la valoración del gobierno es peor, más allá del número de
muertos que se registren. (...)
En el caso de los países de Europa occidental, no hay variaciones
importantes en la puntuación del componente liberal de la democracia,
por lo que esta variable no tiene mayor utilidad. Sin embargo, la
confianza en los partidos sí es importante aun teniendo en cuenta el
número de fallecidos. En los países en los que se confía menos en los
partidos políticos en general, la valoración de la gestión de los
gobiernos es más negativa
(...) en los países con baja confianza en los partidos políticos, el número de
fallecidos ha sido mayor (la relación es estadísticamente
significativa). Esto podría tener sentido si el indicador de confianza
en los partidos reflejara las disfuncionalidades del sistema político.
En sociedades con confianza más baja en los partidos, el gobierno
funcionaría peor y la ciudadanía reaccionaría de forma muy crítica con
los malos resultados.
En suma, parece que hay un componente político importante
en los factores que explican la insatisfacción de los ciudadanos con los
gobiernos en la crisis de la covid-19. No sólo importa el número de
fallecidos. El contexto político resulta asimismo determinante.
3. La singularidad española: la revuelta de la clase alta
Como mencionaba al principio, España
destaca por los altos niveles de crispación alcanzados en torno a la
gestión de la pandemia. La polarización en las opiniones es casi total.
Una comparación con Francia e Italia, los otros dos países con cifras
semejantes de fallecidos, lo muestra rápidamente. En los tres países,
las opiniones sobre la gestión del ejecutivo dependen en gran medida de
si la persona apoya en general al gobierno o no. Ahora bien, hay
diferencias interesantes.
Así, entre quienes en general no apoyan al
gobierno, un 18% en Francia está satisfecho con la gestión de la
covid-19, mientras que el porcentaje equivalente en Italia es el 13% y
en España sólo el 5%. Este porcentaje tan bajo sea probablemente
consecuencia de que la derecha política y mediática haya llevado la
estrategia de la crispación al límite.
Asimismo, España es el país en el que las diferencias de
clase social son más relevantes para entender la división entre quienes
están satisfechos o insatisfechos con la gestión del gobierno. Este
resultado es ciertamente sorprendente: las manifestaciones de los
llamados “cayetanos” no fueron una mera anécdota pintoresca, el debate
político español ha activado un especial rechazo a la gestión del
gobierno en las familias más acomodadas.
Los datos del Eurobarómetro
muestran que en España ni la educación, ni el género, ni la edad, ni el
hecho de vivir con hijos en la casa, producen grandes diferencias en la
valoración de la gestión del gobierno. Sin embargo, la clase social sí
que produce cambios importantes. (...)
En Italia no se aprecia variación alguna, en Francia es la
clase trabajadora la que muestra en todo caso una actitud más crítica,
mientras que en España hay una diferencia de más diez puntos entre la
clase alta y la clase baja. En la clase alta la insatisfacción con el
gobierno llega al 69%, quedándose en el 58% en la clase baja. Esta
diferencia es estadísticamente significativa. (...)
Los datos de España confirman que la estrategia de crispación de la
derecha ha tenido cierto éxito, con la peculiaridad curiosa de que sea
la clase alta la que muestra una mayor irritación con el gobierno. " (Ignacio Sánchez-Cuenca, CTXT, 29/06/20)
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