"DEA: credibilidad desvanecida
Purdue no es un actor cualquiera en el sector farmacéutico. Se le
considera ampliamente responsable de poner en marcha la actual crisis
cuando comercializó su producto estrella, OxyContin, el cual fue
publicitado como si se tratase de un fármaco inocuo. El año pasado,
llegó a un acuerdo que la obliga a pagar 6 mil millones de dólares y a
ofrecer una disculpa pública por el dolor que ha causado
. Los
Sackler, la familia propietaria de Purdue, fueron homenajeados durante
décadas con la designación de edificios y becas educativas en su honor,
distinciones que se retiraron cuando se reveló que continuaron lucrando
con OxyContin pese a que ya se encontraba bien documentados su efecto
altamente adictivo y la dependencia que había generado en miles de
pacientes.
La cuestionable conducta de Milione al atravesar de ida y vuelta la puerta giratoria
del conflicto de intereses no representa un hecho aislado, sino una
muestra de la sistemática descomposición imperante en esa entidad. En
abril pasado, se dio a conocer que un auditor federal investiga a la
directora de la agencia, Anne Milgram, por adjudicar sin licitación
contratos millonarios a personas con quienes mantuvo relaciones
laborales en sus puestos anteriores. De acuerdo con las revelaciones,
Milgram autorizó el pago de sumas exorbitadas por trabajos que suelen
desempeñar los 9 mil empleados de la propia DEA. El ex director regional
en México Nicholas Palmeri fue abruptamente transferido a las oficinas
centrales en Washington en mayo de 2021, y renunció en marzo de 2022. Al
principio se intentó mantener el secreto, pero finalmente se supo que
este individuo socializaba e incluso vacacionaba con abogados de Miami
que defienden a capos latinoamericanos, además de incurrir en
irregularidades administrativas al cargar a la agencia todo tipo de
gastos personales. Sólo dos meses después de que Palmeri dejó el
organismo, un agente y un supervisor fueron imputados por filtrar
información confidencial a abogados de Miami a cambio de 70 mil dólares
en efectivo.
Esos y otros casos que sería imposiblereseñar en este espacio evidencian la hipocresía de la política antidrogas de Washington, que recién ahora abre los ojos al problema del fentanilo y lo usa como instrumento de presión contra México y China, pero durante décadas volteó hacia otro lado mientras sus grandes empresas construíanel desastre. En las primeras dos décadasdel siglo XXI, medio millón de personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de algún opioide, una cantidad superior a lasvíctimas de accidentes de tránsito o de armas de fuego. Buena parte de dichas muertes no las provocaron drogas introducidas a territorio estadunidense de manera subrepticiapor traficantes vinculados al crimen organizado, sino medicamentos recetados por profesionales de la salud y anunciados mediante agresivas campañas de mercadotecnia en espacios estelares de los grandes mediosde comunicación.
Ante el hecho de que toda la políticaestadunidense en torno a los estupefacientes está contaminada de corrupción y simulaciones, no es sorprendente el punto al que hallegado la adicción a sustancias lícitas o ilícitas entre sus ciudadanos. En este escenario, está claro que la DEA carece de autoridad moral para exigir a México o a otros países que adopten determinadas medidas, puessu credibilidad se encuentra casi tan desvanecida como la de la Secretaría de Seguridad Pública mexicana en tiempos de GenaroGarcía Luna." (La Jornada, 20/07/23)
"Renunció el subdirector de la DEA que trabajó para farmacéuticas sancionadas.
El caso reveló la existencia de una puerta giratoria
entre la agencia antidrogas y la industria de opioides
El subdirector de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) renunció discretamente en medio de reportes de la agencia noticiosa Ap de que una vez sirvió como consultor de un distribuidor farmacéutico sancionado por gran cantidad de envíos de analgésicos, y de que hizo trabajos similares para la compañía emblemática de la epidemia de opioides: Purdue Pharma.
Louis Milione trabajó cuatro años de consultor de empresas farmacéuticas antes de su regreso en 2021 a la agencia estadunidense antidrogas y convertirse en el principal subalterno de la administradora de la DEA, Anne Milgram, renovando inquietudes de una puerta giratoria entre la agencia y la industria y su impacto en la misión de vigilar a compañías acusadas de miles de muertes por sobredosis. "Trabajar para Purdue Pharma no debe ayudarte a conseguir un empleo alto en el gobierno", declaró Jeff Hauser, director ejecutivo de Revolving Door Project, agrupación que vigila la influencia de las grandes corporaciones en el sector público. "Tanta cercanía es un problema. Es difícil para alguien ver a sus colegas pasados, y potencialmente futuros, como violadores de la ley. Cualquier persona independiente lo consideraría aborrecible".
Milione se fue de la agencia en 2017 tras una carrera de 21 años que incluyó dos años como director de la unidad que controla la venta de narcóticos sumamente adictivos. Al igual que docenas de colegas suyos en la Oficina de Control de Desviación de la DEA, fue a trabajar como consultor para algunas de las compañías que antes tenía como misión vigilar.
La agencia Ap reportó en mayo que la consultoría de Milione incluyó testificar a favor de la cuarta distribuidora de fármacos más grande del país, Morris & Dickson, que intentaba retener su licencia para vender analgésicos a hospitales y farmacias. Un juez federal administrativo determinó hace cuatro años que la compañía con sede en Luisiana no reportó miles de pedidos sospechosos durante lo peor de la crisis de opioides, pero la DEA no hizo nada para quitarle la licencia sino hasta días después de que la AP preguntó sobre el caso.
Las investigaciones más recientes arrojan que en su tiempo en el sector privado, Milione también trabajó de experto, con sueldo de 600 dólares la hora, para Purdue Pharma, que enfrentaba demandas judiciales en varios estados por su agresiva promoción de OxyContin y otros analgésicos altamente adictivos. Milione volvió a renunciar a la DEA en junio, apenas cuatro días después de que la agencia informativa Ap preguntó al Departamento de Justicia sobre su trabajo previo para Purdue.
Hace unos días, Milione explicó en un comunicado que había renunciado por razones personales ajenas a las investigaciones de Ap. Tanto él como el Departamento de Justicia dijeron que se recusó de atender todo asunto relacionado con su trabajo en el sector privado en que pueda haber siquiera la apariencia de un conflicto de intereses." (La Jornada, 20/07/23)
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