“Rajoy se ha significado en la subasta electoral con la propuesta de la obligatoriedad de que los inmigrantes suscriban un contrato que les comprometa, entre otras cosas, a no delinquir y a "respetar las costumbres de los españoles". De entrada, el compromiso contractual de no delinquir es tan inocuo en términos preventivos como lo sería para la seguridad vial el hecho de que a los conductores se nos obligara a jurar el código de la circulación. Aun así, y siguiendo con el símil del tráfico, el jefe de campaña del PP ha concretado más la idea con la iniciativa de crear una especie de visado por puntos. (…)
Al PP le ha engañado el subconsciente: ellos no tienen nada contra los inmigrantes pero que firmen un contrato, obtengan un visado por puntos y no colapsen las listas de espera de los mamógrafos.
La xenofobia es evidente, por mucho que las estadísticas revelen una aceptación mayoritaria de la propuesta y, permítaseme, abordarla desde el punto de vista de lo de las costumbres. Para que tenga valor jurídico un contrato que obligue a respetar las costumbres, lo absurdo, casi cómico, es que deberían existir leyes que estableciesen el catálogo de esas costumbres. Así nos podríamos encontrar con una ley que para neutralizar la poligamia islámica estableciese que los varones de España somos monógamos con una declarada tendencia a la infidelidad y una cierta tolerancia social con el consumo de sexo de pago en barras americanas. (…)
Los españoles van al fútbol y es costumbre insultar al árbitro y agredir a los seguidores del equipo contrario. Los españoles tenemos por buena costumbre ceder el paso al acompañante ante una puerta, pero apenas tiene arraigo por aquí el hábito de lavarse las manos después de orinar.
Ya puestos a hacer leyes de las costumbres, sin duda podría llegar a tener sentido en este precario y contradictorio Estado de las autonomías legislar las costumbres de los gallegos, ley que, sin duda, podría incluír lo de que aquí nadie es feo, sinó "riquiño" y bastaría con darle fuerza de ley al anuncio televisivo de "Vivamos como galegos", añadiéndole simplemente algunos aspectos como que respondemos las preguntas con otra pregunta y, no siendo taurinos, mantenemos la tradición de los "curros" equinos, avalados imperialmente por los rodeos americanos.” (ANTÓN REIXA: La ley de las costumbres. El país, ed. Galicia, Galicia, 12/02/2008, p. 6)
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