¿Los niños amenazados por cualquier tipo de violencia (étnica, familiar) pasarán el mismo calvario que las maltratadas para conseguir protección, o tendrán que esperar a salir en televisión, preferiblemente muertos?
“… en el Instituto Francesc Macià… El órgano correspondiente del departamento de Educación de la Generalitat comunicaba al director que dos niños se incorporarían de inmediato al centro… El director comprobó que los dos alumnos (un niño y una niña, primos) habían estado matriculados desde principios de curso en otro instituto de Cornellà. Concretamente en el Instituto Martí i Pol. Supo también que eran gitanos. (…)
El director quiso saber. Esto ya lo retrata. Un gran número de personas en el mundo no quieren saber. Le intrigaba el traslado de instituto a poco de comenzar el curso y también la circunstancia del parentesco. Contaba menos para su curiosidad que fueran gitanos. (…)
Preguntando se va a Roma y allí llegó al fin el director. Los niños tenían que cambiar de instituto porque estaban amenazados de muerte. (…)
Imprudentemente se interesó por quién o quiénes los amenazaban y le contestaron que otra familia gitana. Las palabras exactas fueron: una familia rival. Encajó y siguió preguntando qué se había hecho para protegerlos. (…)
La seguridad de los niños dependía justamente del cambio de colegio. (…)
… preguntó: ¿Por qué razón el instituto iba a salvar la vida de los niños?... La clave estaba en la intervención del patriarca gitano de Cataluña. (…)
Conocedor el patriarca del odio mutuo que maceraba en dos familias gitanas radicadas en Cornellà, de sus amenazas y de las posibilidades de llevarlas a cabo, dispuso que la ciudad quedara dividida por una línea; a una parte los unos y a la otra los otros, y con prohibición expresa y tajante de que ningún miembro de las familias incurriera en desliz. (…)
El director se negó en redondo a aceptar el mandato. Se lo mandaban el Departamento de Educación y el patriarca gitano, la ley civil y la ley gitana, y no fue suficiente. Todo un carácter. (…)
Supo, en su estupefacción, que no era la primera vez que el departamento de Educación se sometía a la llamada ley gitana.” (Diarios de Arcadi Espada, 19-01-08)
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