"George Soros evita el uso de los contratos financieros conocidos por el nombre de derivados. "No entendemos realmente cómo funcionan", sentencia el famoso financiero. Felix G. Rohatyn, el banquero de inversión que salvó a Nueva York de la catástrofe financiera en la década de los setenta, calificó a los derivados de "bombas de hidrógeno" en potencia. Y, como si de un oráculo se tratara, Warren E. Buffett comentó hace cinco años que los derivados eran "armas financieras de destrucción masiva que entrañaban peligros que, aunque ahora estén latentes, pueden llegar a ser mortíferos". (...)
Durante más de una década, el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan ha manifestado tajantemente su oposición siempre que los derivados se sometían a examen. "Lo que hemos visto a lo largo de los años en el mercado es que los derivados han sido un vehículo extraordinariamente útil para transferir el riesgo de las personas que no deberían asumirlo a aquellas que están dispuestas y son capaces de hacerlo", afirmó Greenspan ante el Comité de Banca del Senado de Estados Unidos en 2003. "Sería un error" [regular estos contratos de una forma más estricta], añadió. (...)
La falta de integridad ha sido el detonante de la crisis, sostenía hace una semana en un discurso en la Universidad de Georgetown. Insinuaba que los que traficaban con derivados no eran tan de fiar como "el farmacéutico que prepara la receta que nos ha mandado el médico". (...)
El mercado de derivados tiene hoy un valor de unos 390 billones de euros, casi cinco veces más que hace seis años. En teoría, estaban destinados a limitar el riesgo y evitar los problemas financieros. En la práctica, han agudizado la inseguridad y han extendido el riesgo, además de sembrar dudas en torno a cómo los evalúan las empresas.
Si Greenspan hubiera actuado de forma distinta durante su presidencia de la Reserva Federal (Fed) desde 1987 hasta 2006, la crisis actual se podría haber evitado o mitigado, en opinión de muchos economistas. A lo largo de los años, él contribuyó a hacer posible un ambicioso experimento estadounidense que consistía en dar rienda suelta a las fuerzas del mercado. Ahora el país se enfrenta a las consecuencias." (PETER S. GOODMAN: Y Greenspan, ¿era realmente tan bueno?. El País, Negocios, 12/10/2008, p. 12)
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