Durante años, los emisores de tarjetas expandieron sus líneas de crédito a clientes que, teniendo en cuenta sus ingresos, tenían posibilidades remotas de devolver la deuda.Pagaban a la vez que iban refinanciando sus hipotecas. Una rutina fácil y muy rentable mientras subía el precio de la vivienda. Hasta que la burbuja inmobiliaria estalló y la recesión disparó el paro. Ahora, los grandes emisores de tarjetas son víctimas de sus tácticas. (...)
Los consumidores también son cómplices. Su adicción al crédito les hace dependientes del dinero plástico para poder vivir por encima de sus posibilidades. En ciudades como Miami, el 22,6% del ingreso anual de las familias se destina al pago de deuda vinculada a las tarjetas, según la revista Forbes. En Tampa y Los Ángeles está en el 17%. Y la tasa de impago empieza a estar descontrolada.
La deuda de los hogares de EE UU ha crecido un 25% durante la última década, según la Casa Blanca, hasta los 963.000 millones de dólares en enero de 2009, a 9.820 dólares de media por familia. El 78% de las familias tiene, al menos, una tarjeta de crédito. El 44% paga regularmente cada mes. El resto acumula deuda. La mora en el pago subió un 38,3% en marzo, hasta el 4,7%. Una quinta parte de los deudores pagan intereses superiores al 20%.
Se teme que el estallido de esta nueva burbuja ahonde más las pérdidas del sector bancario." (El País, Negocios, 31/05/2009, p. 16)
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