1.6.09

La mala muerte de un desesperado

"No puede ser Miguel. Aquel hombre que el miércoles intentó atracar un salón de juegos recreativos en Málaga, no puede ser el padre de familia de la barriada obrera de la Luz que "trabajaba como un burro" y al que era habitual ver con su hijo Pablo, de ocho años, montado en bicicleta, y con el pequeño, de tres, cargado en los hombros.

Pero el hombre que aquella noche huía a la desesperada de un grupo de personas que gritaban "al ladrón" y que terminó muerto y apaleado en el pavimento de la calle Pacífico sí era Miguel Berlanga. Un obrero de 37 años y 1,80 metros aproximadamente al que, según sus amigos, "cuatro hombres no habrían podido tumbar" y que terminó sacando dos cuchillos para frenar, en vano, la ira de sus agresores. (...)

Hacía un mes había viajado a Madrid para buscar un trabajo. En la capital vive la familia de Belinda, su pareja, una congoleña de 31 años a la que conoció en Marbella y que es la madre de sus hijos. "Estaba agobiado con la hipoteca y los pagos del coche, pero se volvió a Málaga porque echaba de menos a su familia", asegura Nzuzi Mbala, su cuñado.

La mañana de su muerte, Miguel había regresado de El Burgo, a 67 kilómetros y 267 curvas de distancia de Málaga. Como casi todas las semanas, había visitado a Dolores, su madre, viuda desde hace siete meses y enferma del corazón. También preguntó de nuevo a los vecinos si sabían de algún empleo. Antes de marcharse trató de venderle el coche a una amiga de la infancia. "Me ofrecía su Seat Córdoba, de tres años, por mi Opel Vectra, que tiene 10, a cambio de que le pagara la diferencia en efectivo", comentaba la mujer, sentada en la plaza de Arriba del pueblo tras dar el pésame a la madre y a los siete hermanos de Miguel, seis de ellos varones, que le sobreviven. No hubo trato.

El atraco fallido ocurrió sobre las once de la noche. "Fue un cúmulo de despropósitos", resume un inspector del Cuerpo Nacional de Policía. "No es que algo saliera mal, es que todo se torció". El lugar elegido: un salón de juegos recreativos no era un objetivo fácil para un ladrón inexperto. Miguel no tenía antecedentes policiales, por lo que éste podría ser su primer atraco. Suele haber cámaras de seguridad y reunir a clientes poco recomendables.

El momento, poco después de que terminara la final de la Champions League, tampoco parecía el más apropiado. Después del partido, es habitual que los aficionados se echen a la calle eufóricos y descontrolados." (El País, ed. Galicia, España, 31/05/2009, p. 22)

No hay comentarios: