Una economía dinámica no equivale, sin embargo, a una economía abierta a la competencia. Una veintena de familias (los Weisman, los Dankner, los Tshuva, los Hamburger, los Azrieli, etcétera) gozan de unas rentas anuales próximas a los 60.000 millones de dólares; eso equivale, más o menos, a todo el presupuesto nacional de 2010.
Y los altos ejecutivos ocupan, según un estudio de la revista Harvard Magazine, el segundo lugar en la clasificación de los mejor pagados del mundo, por detrás de los estadounidenses. El consejero delegado de una de las grandes compañías israelíes viene a ganar unos 300.000 dólares mensuales. Hablamos de salarios, no de otras retribuciones.
Dos diputados, uno del Partido Laborista y otro del Likud, han presentado en la Knesset (Parlamento) un proyecto de ley para que se limiten los sueldos de los ejecutivos. Proponen que el empleado mejor pagado en una empresa reciba como máximo cincuenta veces más que el empleado peor pagado. En la práctica, eso supondría que los altos ejecutivos no podrían percibir más de 45.000 dólares mensuales. (...)El mejor argumento, sin embargo, es el que esgrime Nora Keinan, directora general del Foro Israelí de Directores Financieros. Por primera vez, esta representante de los altos ejecutivos reconoce como problemático que un puñado de familias copen la propiedad empresarial. Y admite que eso hay que resolverlo. ¿Cómo? Pues pagando sueldos multimillonarios a los ejecutivos. De esta manera, dice, los ejecutivos irán acumulando riqueza y llegarán a hacerse riquísimos. Así se ampliará la "cúspide de la pirámide económica" y ya no serán unas veinte familias, sino unas cuantas más, las propietarias de Israel." (El País, Domingo, 23/05/2010, p. 31)
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