Nada fácil cuando el único sonido que se escucha es el del aire de una burbuja que se desinfla: el pinchazo de la construcción no ha acabado y tiene atrapados a bancos, familias y empresas, que acumulan deudas justo cuando los mercados desconfían de todo lo que suene a endeudamiento.
Por todo eso, y por el ajuste fiscal sin precedentes del Gobierno, España va a salir lentamente de la crisis. Con más lentitud que Europa y que la mayor parte del mundo rico, según Bruselas, según la OCDE, según el FMI y según la mayoría de los analistas.
Y sin embargo, la confianza mejora. Aquí y allá hay indicios de que algo se mueve. El Ejecutivo y algunos expertos mantienen que España dejará atrás la tormenta casi a la misma velocidad que los demás, aunque la economía tardará mucho -un lustro, como mínimo- en lograr que el empleo se recupere. (...)El Ejecutivo confía en que la reciente mejoría de productividad -fruto, en parte, del declive de la construcción- se transforme en una mejora del sector exterior. "España ha sabido mantener cuota de mercado mundial en la última década; y durante la crisis solo Alemania presenta mejores cifras", argumenta.
- Los escépticos. "Ese optimismo es encomiable", replica Paul De Grauwe, de la Universidad de Lovaina. "Pero al final España no tiene en sus manos la salida de la crisis: depende de la recuperación europea, de que no haya más sustos, y también de que las cajas aguanten los riesgos inmobiliarios".
"Vienen tiempos de mucha incertidumbre", avisa. "Las dificultades de España no han desaparecido: son múltiples y muy reales.
Yo no daría por acabada la crisis", añade Wolfgang Münchau, de Eurointelligence. Guillermo Calvo, desde Columbia, también desconfía: "A España le queda aún tela que cortar en todo lo relativo a la deuda. Pero mi mayor preocupación es esa política alemana de empobrecimiento del vecino, que no es sostenible y perjudica claramente a España. Yo no sería tan optimista". (El País, economía, 19/09/2010, p. 20)
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