3.3.11

La nueva guerra de clases... no es entre los trabajadores y el capital, sino entre los trabajadores del sector público y los del privado"

"Después de 30 años de declive económico, los trabajadores de los Estados Unidos reconocen la quiebra de estas políticas, y se están defendiendo. (...)

La semana pasada, sin embargo, los trabajadores públicos sorprendieron a todos, incluso a sí mismos y a sus dirigentes sindicales al tomar la iniciativa en estas manifestaciones y obligar al liderazgo del sindicato de maestros a seguirles. El pasado martes, los maestros de la capital anunciaron su intención de salir a la calle y llevar a sus estudiantes consigo.

En Milwaukee, la ciudad más grande de Wisconsin, los profesores desafiaron las invocaciones de los administradores de escuelas y sus propios sindicatos de permanecer en el trabajo. El miércoles pasado marcharon en Madison, en tal número que su dirigencia sindical se vio obligada a unírseles. Así, 35 distritos escolares tuvieron que cerrar, a medida que miles de maestros y otros trabajadores del sector público caminaban hacia el centro de la ciudad.
(...)

Para los veteranos de las protestas en las últimas décadas, esta vez había un ambiente totalmente diferente. La escena ha sido, al mismo tiempo, creativa, de buen humor, alegre y pacífica, pero también, enojada. Este movimiento no tuvo portavoces: la gente se organizó, tomó decisiones sobre el terreno, y actuó consecuentemente, y sus acciones e instintos dieron resultado, si vemos los acontecimientos posteriores. (...)

El alcance del movimiento es amplio. A los estudiantes y profesores y otros empleados públicos se les se unieron bomberos y policías, cuyos derechos de negociación colectiva no están bajo amenaza inmediata y que, por lo tanto, se hicieron presentes en demostración de una notable solidaridad. Juntos, han adoptado una nueva alianza y han puesto de lado una historia de antagonismo que data de los años 1960.

En este nuevo mundo, los policías ofrecen comida y café a manifestantes estudiantiles sentados en el suelo de la rotonda del Capitolio. Los bomberos, que llegan vestidos con sus trajes oscurecidos por el hollín o en faldas escocesas, tocan sus gaitas en apoyo a sus hermanos empleados públicos y estudiantes.

Envolverse en la bandera -¿quien más puede hacerlo sin verse cínico o tonto?- los bomberos han devuelto este poderoso símbolo a la clase obrera organizada.

Ya el sábado, el número de manifestantes se había incrementado a más de 60.000, mientras que los adherentes del Tea Party del gobernador pudieron reunir apenas unos cuantos miles. (...)

Pero, a pesar de toda esta buena energía y del éxito obtenido, no todo está bien. Los trabajadores están seriamente divididos. La derecha política ha hecho grandes inversiones para poner a los empleados del sector privado en contra de sus contrapartes del sector público. Y lo han logrado.

Después de tres décadas de guerra contra los sindicatos del sector privado, sólo el 7% de los trabajadores no públicos están protegidos. Como era de esperar, esto se ha traducido en una erosión casi completa de los programas de salud, anteriormente en manos y planes de pensiones de los que alguna vez disfrutaron.
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Sin embargo, los demócratas no sacaron ningún beneficio tangible para los trabajadores desde que asumieron el poder y, ahora, la derecha ha sabido desviar la ira de la clase trabajadora, de Wall Street hacia los profesores y los empleados públicos. Hábilmente ejecutada, la táctica ha llevado a los trabajadores del sector privado sin beneficios a culpar a todo aquel que sí tiene beneficios como la causa de su privación. (...)

La nueva guerra de clases, como de hecho es percibido este conflicto, no es entre los trabajadores y el capital, sino entre los trabajadores del sector público y los del sector privado, éstos últimos azuzados por multimillonarios derechistas como los hermanos Koch." (Sin Permiso, 27/02/2011, citando a 'Guerra de clases en Wisconsin', de Jeffrey Sommers)

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