"... la mayor consecuencia del 11-S en EE UU es que el país se distrajo.
Se distrajo y perdió de vista dos aspectos fundamentales: en primer
lugar, todos los demás hechos que estaban ocurriendo en el mundo; y en
segundo, la erosión de su solidez financiera y competitividad comercial
en el ámbito internacional.
Fijémonos en el primer punto. En el
propio hemisferio de EE UU -una de las áreas más importantes para sus
intereses- está apareciendo una nueva Latinoamérica, con pasos
vacilantes pero visibles. (...)
¿Y tiene EE UU una estrategia positiva y minuciosamente elaborada para
Latinoamérica? Por supuesto que no. África se tambalea al borde del
desastre ambiental y demográfico; pero Washington deja ese problema en
manos del Banco Mundial.
Europa desaparece cada vez más de la escena.
Rusia se funde en el olvido. La política sobre India y Pakistán es...
difícil de describir. Las opiniones de EE UU sobre China oscilan entre
el ciego entusiasmo y los llamamientos a acumular con urgencia navíos de
la Armada estadounidense.
Y todos estos olvidos se deben a unas
aventuras en Afganistán e Irak que ahora están llegando a su fin. Será
difícil explicárselo a los estudiantes de historia de aquí a 50 años. (...)
Todavía más preocupante ha sido la distracción que ha impedido,
durante 10 años, ocuparse de la "riqueza común", es decir, el "bien
común" de EE UU y sus ciudadanos. La combinación llevada a cabo por la
Administración de Bush -costosas guerras en el extranjero y recortes
fiscales inexcusables que favorecían a los ricos- ha tenido unas
consecuencias terribles para el déficit federal del país, su creciente
dependencia del dinero extranjero y el futuro a largo plazo del dólar.
El tejido social está desgastándose, las capas marginadas aumentan -se
observa de un año para otro en el comedor social en el que trabajo como
voluntario- y la enseñanza pública está desmoronándose. La falta de
inversiones en nuestros ferrocarriles, carreteras y redes eléctricas se
nota a diario.
Y, por si hicieran falta más malas noticias, aparece un
Tea Party con unas políticas que, de llevarse a cabo, empeorarían aún
más la distracción.
Puede que este sea, por tanto, el auténtico
legado que nos vaya a dejar el 11-S, mucho después de que las tropas
estadounidenses se hayan retirado de las montañas de Hindu Kush.
Porque
esta fue la década en la que EE UU se distrajo y dejó de prestar
atención tanto a su situación interna como a su necesidad de tener una
visión más amplia de los cambios en el mundo." (PAUL KENNEDY: ¿Debilitó o fortaleció a EE UU el 11-S?. El País,El País, ed. Galicia, 08/09/2011, p. 29)
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