"... denunciamos en su momento la inutilidad de las cinco reformas del
sistema financiero español emprendidas por el gobierno anterior y el
actual. Todas ellas eran y son fruto de una tremenda improvisación,
tanto en el procedimiento utilizado, la cuantía de saneamiento estimada,
como en los aspectos técnicos desarrollados.
Confundían, y confunden
aún, saneamiento financiero con requisitos de capital. Además, y esto es
muy grave, no ha habido un cambio sustantivo de la propiedad y de los
equipos directivos de las entidades finalmente intervenidas, y que
presidieron su descapitalización o la consintieron.
Las elites económicas y políticas han diseñado una reforma del sector
financiero a la medida de sus intereses. Estos mismos grupos no han
dejado de meter su mano en nuestros bolsillos, produciéndose un aumento
de la pobreza y miseria en nuestro país sin parangón en nuestra reciente
historia.
El banco malo Sareb, a nuestra costa
El banco malo en última instancia es una empresa de gestión de
activos que compra todos los activos en quiebra, en definitiva todos los
préstamos tóxicos no rentables que los bancos y cajas tienen en sus
libros, y, posteriormente los gestiona. Inmediatamente surgen una serie
de preguntas.
¿Quién crea esta empresa, con qué dinero, quién la gestiona? Y si la
empresa puede obtener un beneficio derivado de la “gestión” de los
bienes que compra a los bancos, ¿por qué no podrían los bancos
manejarlos ellos mismos?
El Gobierno debía elegir entre sobrepagar por la compra de los
activos tóxicos, sin tocar a los acreedores extranjeros, en cuyo caso la
fiesta la acabarán pagando los contribuyentes patrios.
O,
alternativamente, proteger a los ciudadanos españoles, infrapagando en
la compra de dichos activos podridos, siendo la gerencia, los
propietarios y los acreedores extranjeros quienes asumieran el coste por
haber llevado a la insolvencia a nuestro sistema bancario, al asumir
todos ellos riesgos excesivos.
Al final ha optado por lo primero, proteger a los acreedores y a la
gerencia, así como a la banca aparentemente saneada. El principal
problema de la Sareb es que no ha sido capaz de encontrar fondos para su
financiación fuera de nuestras fronteras, por lo que queda supeditada a
la entrada en el capital de las entidades más saneadas, aunque también
con gran cantidad de activos tóxicos en sus balances, de forma que se
rescatan a sí mismas.
Esto está condicionando a que en lugar de entrar los activos tóxicos
por su valor estresado, entran por valores más próximos a lo ya
provisionado por las entidades para que éstas no tengan que repercutir
las minusvalías de la cesión de activos en su cuenta de resultados que
les obligue a nuevas ampliaciones de capital para cumplir con los
requerimientos de capital regulatorio y económico.
Partiendo de este
punto los activos entran a un sobreprecio que va a impedir el vaciado
del mercado necesario para empezar a reactivar la economía.
Junto con este sobreprecio, la Sareb no tiene estructura real ni
capacidad de montarla desde cero, ni probablemente voluntad política
para tenerla, por lo que tendrá que subcontratar todos los servicios de
gestión de los activos, lo que supone un sobrecoste a unos activos ya
sobrevalorados, lo que dificulta aún más el vaciado del mercado.
Con
todo esto, lo único que va a conseguir la estructura definida hasta
ahora es alargar más el horizonte de salida de la recesión económica y
que finalmente sea el dinero público, que irá cumpliendo su calendario
de pagos, el que realice el rescate del sector financiero en España.
Transformando la deuda privada en pública
Al final todo es más sencillo de lo que parece. La deuda privada de
este país, 4,3 billones de euros, no se puede pagar, y quien la concedió
en su mayoría, nuestro sistema bancario, es insolvente.
Y el hecho de
que el Gobierno central, actual y anterior, se haya mostrado dispuesto a
avalar y garantizar gran parte, por no decir la totalidad, de la deuda
privada de los bancos ha supuesto que el mercado, es decir, los
acreedores de la deuda española, hayan enfocado su presión sobre las
finanzas públicas, para que estén más saneadas que nunca, por si
finalmente el Estado tiene que salir al rescate de impagos de la banca
privada española.
Al avalar deuda privada; implementar restricciones
fiscales y promover bajadas salariales que hundirán por muchos años el
crecimiento económico; España se encamina a una quiebra de deuda
soberana." (Attac Madrid, 17/12/2012, Juan Laborda)
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