"Hola me llamo XX mi DNI es XX y me voy a suicidar ya que es posible
que me dejen sin casa”. El mensaje electrónico era de las 8.49 del
pasado miércoles día 12 e iba dirigido al correo general de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Lo leyó minutos después Ada Colau, la portavoz de la plataforma en Barcelona, desde el ordenador de su casa.
Como la PAH se fundó en la capital catalana, son sus activistas
quienes gestionan el correo tanto de la plataforma barcelonesa como la
nacional. El autor del mensaje también pedía que difundieran el correo
electrónico por la Red, “para concienciar a la sociedad de que deben
luchar”, escribía.
Colau respondió inmediatamente a su interlocutor que no estaba solo,
le preguntó dónde vivía, le pidió un teléfono para llamarle y le aseguró
que “con el apoyo de la gente se puede parar el desahucio”. Pero
pasaron un minuto, dos, tres… y no hubo respuesta. Se puso en contacto
con otros activistas. ¿Qué hacemos? Solo tenían el nombre y el DNI.
También se plantearon el dilema de quién son ellos para interferir en la
voluntad de un suicida.
“Pero vimos claro que si nos daba sus datos era porque se estaba
aferrando a algo”, cuenta Colau. Y llamaron al 112. Les contaron lo que
sucedía y les proporcionaron el nombre y el DNI. Previamente, habían
mirado en Google: el número correspondía a alguien de La Rioja.
La angustia les duró un día y medio. El jueves por la tarde
recibieron un nuevo correo de la misma persona. Les contaba que alguien
avisó a emergencias y que la Guardia Civil se presentó en su casa y lo
llevó al hospital. “Por desgracia el suicidio salió frustrado”,
explicaba en ese correo. Le tuvieron que hacer un lavado de estómago y
cuenta que un psiquiatra le dio una medicación.
“No sé si he mejorado o
volveré a hacer una locura”, advertía, y añadía: “Lo que está claro es
que llevo tres meses sin poder pagar y me quitarán la vivienda con una
deuda que me marcará a mí y a mi familia”.
En las asambleas o en las acciones para detener desahucios, la gente
de la PAH está acostumbrada a toparse con afectados angustiadísimos que
expresan que les pasa por la cabeza quitarse la vida, o con otros que
llevan varios intentos de suicidio. Pero nunca habían vivido un caso
así. (...)
Desde el jueves no han sabido nada más del hombre. Le han explicado,
siempre por correo electrónico, que fueron ellos quienes llamaron a
emergencias. “Entendimos que si nos escribiste, fue porque querías apoyo
y buscabas una salida”, le dicen.
También le han proporcionado
teléfonos y correos electrónicos de la PAH de La Rioja e insisten en que
no está solo: “Las distintas plataformas estamos luchando en todo el
Estado y estamos logrando negociar con los bancos, parar centenares de
desahucios y estamos presionando al Estado para que cambie esta ley tan
injusta”. (El País, 14/12/2012)
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