"En estos días he sufrido la pérdida de un ser querido inducida por su
situación de ruina económica. Una persona que alcanzó puestos relevantes
y desempeñó tareas importantes en su sector. Pero la crisis tiene los
tentáculos largos y arrastra por igual a pequeños y a medianos.
A los
grandes no, claro, tienen demasiado peso dentro del sistema y el propio
sistema se encarga de que no caigan. Lo que más me ha dolido es
comprobar tan de cerca algo que ya intuía: estamos ante el fracaso de
una sociedad, de un modo de vida. (...)
Javier:
Su historia es, por desgracia, una historia común en los días que
corren. Si las noticias tristes de la semana eran los asesinatos por
violencia de género, empieza a vislumbrarse un nuevo tipo de noticia
dolorosa: las personas que deciden acabar voluntariamente con una vida
de sufrimientos causados por esta crisis cruel que no entiende de
sentimientos, solo de cifras.
Su historia es, por desgracia, la del buen
muchacho de izquierdas que se dejó deslumbrar por los brillos de la
sociedad capitalista, por el espejismo del triunfo económico, por lo
material, tan lustroso y atractivo. Y la realidad, tan tozuda, se le
estrelló en la cara, bajándole de golpe de la nube. Era inteligente,
brillante, generoso y valiente, querido por todos, pero eso no bastó.
Cuanto más tienes, más puedes perder. Y él lo perdió todo, hasta lo que
no puede comprarse con dinero, esa familia que había formado en los
buenos tiempos y que le dio la espalda durante la caída. Porque era todo
un espejismo material, sin alma ni sentimientos. Lo que se construye
sobre oro es frío y no te arropa durante el invierno.
El frío en el alma
era tan intenso que ni el amor incondicional de una madre y el cariño
infinito de unos hermanos pudieron salvarlo del hielo.
Pienso en los años felices, cuando éramos ingenuos y esperábamos lo
mejor de la vida, cuando teníamos todo por descubrir y todo por
realizar. Pienso en los años duros, cuando esforzarse era la única
opción, cuando el trabajo nos gobernaba, cuando el domino era tal que
nos alejaba de aquéllos a los que amábamos.
Pienso en los años tristes,
los años de derrota y congoja, los años de abandono y desazón, los que
acabaron minándote y te destruyeron. Pienso en ti, mi querido Javier, y
prefiero recordarte en los años felices, cuando cada nueva película era
un estímulo para nuevas ideas, cuando cada nuevo disco nos hacía bailar,
cuando reíamos por todo y pensábamos que éramos inmortales.
Dedicado a Minerva y Quique, con todo mi cariño y a vuestra madre,
Minerva, con mi admiración y mi amor incondicional, mi querida tía." ( Ana Barba , Colectivo Burbuja, 08/03/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario