"Alemania ha mostrado siempre un interés especial en que se realizasen
los rescates en la Eurozona. Cosa curiosa, los países teóricamente
beneficiados y a los que se decía que había que salvar se resistían y el
Gobierno alemán, que se autocalificaba de pagano, era el que forzaba la
operación y ponía un mayor empeño en ella. Y es que el lenguaje es
engañoso.
En todos los países, a los que se ha rescatado realmente es a
los bancos y por consiguiente a las entidades financieras alemanas que
eran las prestamistas en última instancia (tenían que colocar el
continuo excedente de su balanza de pagos); por el contrario, las que
rescatan son las haciendas públicas de los países intervenidos (es
decir, los ciudadanos) puesto que son ellas las endeudadas.
Tanto Zapatero como Rajoy pretenden habernos salvado del rescate y
justifican así sus medidas de marcado carácter antisocial. Rescatados a
la vista está que no estamos, pero intervenidos, sí, desde hace tres
años, en aquella fatídica noche de mayo en la que, sin razón aparente,
Rodríguez Zapatero se entregó con armas y bagajes al primer envite de
Merkel.
Los burócratas de Berlín, Frankfurt o Bruselas reclaman su
derecho a decidir hasta el menor detalle de la política económica. Ahí
está la Comisión exigiendo que se someta a su censura la ley aprobada
-con mayor o menor acierto, pero en función de una soberanía lograda en
las urnas- por la Junta de Andalucía sobre la expropiación de los
edificios vacíos propiedad de las entidades financieras.
Alemania presionó al Gobierno español para que llevase a cabo el
rescate bancario, en otras palabras, para que nacionalizase las
pérdidas. La razón, evidente. En las cajas y en los bancos
nacionalizados se ha hecho perder su inversión a los accionistas (allí
donde los había) y a los poseedores de participaciones preferentes.
Resulta inevitable preguntarse por qué no se ha ido más allá haciendo
recaer el coste sobre el resto de acreedores, que no son precisamente
los depositantes (estos constituyen tan solo una parte reducida y
cubierta en su mayoría por el Fondo de Garantía de Depósitos), sino
otras entidades financieras principalmente extranjeras, salvadas con la
deuda contraída por el Estado español, ya que, en contra de lo
prometido, Bruselas no ha rescatado directamente a los bancos. Esto
queda para el año que viene si Dios quiere, es decir, para un futuro que
no llegará nunca.
Es dentro de esta lógica donde se entienden las diatribas que las
gargantas profundas alemanas dirigen contra lo que denominan “postura
cicatera del Gobierno español” al disponer de tan solo 40.000 millones;
tienen miedo de que el saneamiento no haya sido completo y pueda
salpicar a los bancos alemanes, ahora que se ha puesto de moda, con el
rescate a Chipre, que los acreedores se hagan cargo de las pérdidas. En
Chipre eran rusos, en España en buena medida serían alemanes.
Existe una razón más. En toda Europa y debido a los insoportables
niveles de desempleo (en los que España es campeona) está surgiendo una
amplia ofensiva en contra de Alemania y su política y a favor de que el
Banco Central Europeo (BCE) realice una política monetaria expansiva a
semejanza del Banco de la Reserva Federal de EE.UU. y del Banco de
Japón, permitiendo el crecimiento del crédito y por lo tanto de la
inversión.
La política restrictiva del BCE practicada hasta la fecha ha
tenido además el efecto perverso de apreciar el euro en relación al
resto de divisas y, en consecuencia, de hacer perder competitividad a
los países de la Eurozona frente a las otras economías.
Todos los países de la Zona euro presentan unos incrementos de
precios por debajo del 2%, alejados por tanto de cualquier amenaza
inflacionista. Por el contrario, el gran peligro radica en que se
estanquen en la deflación, en tasas de crecimiento muy reducidas e
incluso en muchos casos negativas, y en altos niveles de desempleo.
Todo
parece indicar que el BCE debería incrementar la oferta monetaria
haciendo que el dinero llegase a las economías tanto más cuanto que es
esta la conducta que están siguiendo el resto de los bancos centrales
(EE. UU., Japón, Gran Bretaña, etc.).
Ni que decir tiene que tal política horroriza a Merkel y a sus
talibanes. Para darse cuenta de ello, basta con escuchar al presidente
del Bundesbank
criticar al BCE por bajar tímidamente los tipos de interés. Para
desviar el tiro de una diana que les resulta tan antipática plantean una
alternativa.
Dado que España es el país con mayor índice de paro, y uno
de los que sufren una asfixia mayor en el crédito y siendo el español
uno de los gobiernos que están presionando al BCE para que inunde de
liquidez el mercado, Alemania le reprocha que no haya pedido más dinero
para recapitalizar a los bancos y hacer más accesible el crédito. En
definitiva, que sea el endeudamiento público español el que financie la
operación y no la creación de dinero del BCE.
Todo resulta bastante lógico desde el dogmatismo de los talibanes
alemanes, lo que ya no es tan coherente es que el secretario del partido
socialista español salte de júbilo y afirme que Alemania viene a darle
la razón." (Juan Francisco Martín Seco, Attac España, 26/05/2013)
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