"El populismo en los países europeos afectados por la crisis, que bebe del fanatismo religioso y la xenofobia,
se refleja ya en el fuerte crecimiento electoral de fuerzas como
Amanecer Dorado en Grecia, Ukip en el Reino Unido o Front National en
Francia.
Las posibilidades de que estos movimientos nacionalistas
acaparen el descontento social son directamente proporcionales a "la
carencia de una identidad y cultura europea", que, según Naïr, es total.
El
fracaso en la construcción identitaria de la UE, por la que
responsabiliza por igual a los partidos de izquierda y de derecha, "se
paga ahora con el auge de los nacionalismos”, apunta el que fue
europarlamentario. “Se intentó hacer creer a la gente que el desarrollo
económico iba a crear una identidad europea, cuando la UE sólo era una comunidad económica que provocaba conflictos de intereses entre países”.
La ultraderecha, pues, encuentra un fuerte caldo de cultivo, un
contexto en el que el sentimiento de pertenencia está ligado a la
economía nacional y en el que ningún partido se ha preocupado por
dotarse de unas tesis realmente proeuropeas, sentencia el pensador galo.
Para Naïr, los partidos tradicionales nunca serán los actores
responsables de evitar este estallido en la UE. “No tienen una
concepción clara de lo que realmente es la Unión. Incluso formaciones
más radicales como Syriza en Grecia siguen sin darse cuenta de que
Europa ya no existe, que se ha transformado en una distopía dominada por
Alemania y Francia”, lamenta el pensador galo.
Así, deposita en el movimiento de los indignados, a los que identifica como hijos de la Primavera Árabe y padres de Occupy Wall Street,
su última bocanada de esperanza: “El ejemplo del 15-M ha generado una
ola de rechazo por toda la UE a esta sociedad formalmente democrática,
pero que internamente está podrida”.
Ante
la situación de emergencia actual, Naïr defiende que estos movimientos
sociales sigan una estrategia institucional, “pero evitando las formas
clásicas de los partidos, que sólo tratan de construir una estructura de
poder. Son como máquinas cuyo único objetivo es la autorreproducción, en lugar de desarrollar programas políticos”.
Los
movimientos sociales se encuentran ante una oportunidad histórica para
llegar a ser políticamente hegemónicos, pero para ello “deben escapar de los modelos clásicos e inventar nuevas formas de
hacer política: descentralizada, participativa y pegada al tejido
social como, por ejemplo, están haciendo Los Verdes en Berlín”. Un
proceso de reconstrucción de la política que, según el pensador, es
imprescindible para superar la actual crisis sistémica.
Las
redes sociales son para Naïr un “elemento fundamental para que se
produzcan estos cambios”. Ya lo fueron en la Primavera Árabe, y también
en el surgimiento del 15-M. Dos movimientos con muchas diferencias entre
sí, pero también con grandes puntos de encuentro, relata Naïr.
La
bandera de la 'dignidad' que movimientos como el de los indignados han
enarbolado en la UE es la primera similitud con las revoluciones árabes
señalada por el politólogo. La segunda es que ambas 'revueltas' surgieron desde la sociedad civil organizada y no desde los partidos políticos.
Una característica de la que emana la tercera y última analogía: “El
rechazo de los aparatos políticos clásicos, sobre los que existe una
obvia y absoluta desconfianza en ambos continentes”. (Sami Naïr, El Confidencial, 21/05/2013)
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