"En una entrevista reciente el profesor Juan Luis
Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca, destacaba lo que
hubiéramos sido capaces de hacer si los 25.000 millones de euros inyectados a Bankia se hubieran dedicado a ciencia y tecnología
y el impacto que esto hubiera tenido sobre la hambruna
político-intelectual que vino después.
No hay mucho que añadir a eso.
Hace unos días con todo el país y el gobierno volcado en la quimera
olímpica fuimos muchos los que nos alegramos de que no dieran la sede
olímpica del 2020 a Madrid. Nuestro gobierno estaba dispuesto a invertir
1500 millones de euros para garantizar el proyecto.
En fin un paso al
frente para consolidar el modelo que nos llevó al abismo, construcciones
y servicios. Poca imaginación, ¿no? De nuevo, sólo imaginar que ese
dinero se hubiera comprometido en un nuevo modelo de desarrollo basado
en ciencia y tecnología pondría la piel de gallina. Recordemos que el gasto real en I+D presupuestado para 2013 por el estado es de 2266,78 millones de euros.
Sin embargo lo que tenemos en este momento es penuria y lo que nos
hubiera gustado que ocurriese es sólo parte de nuestros sueños. El
Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar
la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad
impone un corsé absolutamente intratable para la ciencia nacional y
especialmente para la universidad pública, su motor más importante.
Se
impone una tasa de reposición de puestos de las administraciones
públicas del 10 % que se llevará a cabo de manera indiscriminada. De
nuevo una medida que claramente indica que la crisis es una excusa
ideológica para desmontar lo que se fue construyendo entre todos en los
pasados 30 años.
En las universidades se producen
situaciones dantescas. En algunos casos, en las más envejecidas, es una
descapitalización en toda regla. Universidades como la de Sevilla han
perdido más de 150 funcionarios en el último año.
Con la tasa de
reposición sólo se pueden cubrir 15 plazas. Da lo mismo si las bajas se
producen en sitios científicamente productivos, en otros capaces de
generar recursos para la universidad o, sencillamente, en áreas o
departamentos con mucha carga docente. La medida es ciega; absurda nos
atrevemos a decir.
En el otro extremo están las
universidades jóvenes. Por ejemplo la universidad Rey Juan Carlos que
con una plantilla en consolidación sólo jubiló 8 funcionarios docentes
en el 2012. La comunidad de Madrid, interpretando el decreto de la forma
más cicatera, indicó que no puede convocarse ninguna plaza en este año
al no alcanzar el valor cabalístico de 10 ¿Qué hacer? ¿Quizás acabar con
algún profesor para que sumen 10 las bajas y jubilaciones? Perdón por
la licencia.
Muchas universidades, al amparo de su
autonomía, hicieron caso omiso al decreto y convocaron plazas de
funcionarios docentes a pesar de todo. Plazas en muchos casos urgentes,
como las necesarias para consolidar contratos de Ramón y Cajal a su
término, tal y como se habían comprometido a hacer al incorporar a
dichos investigadores y convencidos de que de no ser así se perdería ese
capital tan valioso.
Ante el asombro de toda la comunidad
universitaria, el ministerio de Economía y Competitividad puso sus
servicios jurídicos a pleitear para echar atrás todos esos concursos.
Para sorpresa de todos, dichos servicios solicitaron la suspensión
cautelar de las convocatorias.(...)
Afortunadamente, algunos jueces no han admitido dicha suspensión aunque
el recurso ha sido elevado a instancias superiores. Pero nos da una idea
de los métodos que no duda en poner en juego el Ministerio de Economía y
Competitividad cuando alguna universidad se atreve a levantarle un poco
la voz. Y, una vez más, ¿de cuánto dinero estamos hablando?
¿Qué ahorro
suponen estas poquísimas plazas que se han convocado? ¿Cómo se compara
este mínimo gasto con todo lo demás y como se compara su retorno? No, no
son recortes, son mandatos ideológicos sin ninguna justificación
económica real.
Especialmente cuando los profesores no estabilizados, si
no emigran, se ven muchas veces abocados a buscar trabajo en
universidades privadas, obvias beneficiarias de los recortes en la
universidad pública. (...)
Para los colegas a los que les han recurrido las plazas, el sueño de que
el dinero de Madrid 2020 pudiera ir a parar a ciencia y tecnología
sería una esperanza. Vana ilusión porque seguramente irá a cualquier
otro sitio, quizás para reajustar algún desequilibrio de alguna entidad
financiera un poco agobiada." (
Adrián Escudero
/
Fernando Valladares
/
Joaquín Hortal
/
Jordi Moya
/
Luis Santamaría
/
Miguel Angel Rodriguez-Gironés, eldiario.es, 02/10/2013)
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