7.10.13

El dinero comprometido con los JJOO de Madrid sería suficiente para salvar nuestro tejido científico

"En una entrevista reciente el profesor Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca, destacaba lo que hubiéramos sido capaces de hacer si los 25.000 millones de euros inyectados a Bankia se hubieran dedicado a ciencia y tecnología y el impacto que esto hubiera tenido sobre la hambruna político-intelectual que vino después.

 No hay mucho que añadir a eso. Hace unos días con todo el país y el gobierno volcado en la quimera olímpica fuimos muchos los que nos alegramos de que no dieran la sede olímpica del 2020 a Madrid. Nuestro gobierno estaba dispuesto a invertir 1500 millones de euros para garantizar el proyecto.

 En fin un paso al frente para consolidar el modelo que nos llevó al abismo, construcciones y servicios. Poca imaginación, ¿no? De nuevo, sólo imaginar que ese dinero se hubiera comprometido en un nuevo modelo de desarrollo basado en ciencia y tecnología pondría la piel de gallina. Recordemos que el gasto real en I+D presupuestado para 2013 por el estado es de 2266,78 millones de euros.       

Sin embargo lo que tenemos en este momento es penuria y lo que nos hubiera gustado que ocurriese es sólo parte de nuestros sueños. El Real  Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad impone un corsé absolutamente intratable para la ciencia nacional y especialmente para la universidad pública, su motor más importante.

 Se impone una tasa de reposición de puestos de las administraciones públicas del 10 % que se llevará a cabo de manera indiscriminada. De nuevo una medida que claramente indica que la crisis es una excusa ideológica para desmontar lo que se fue construyendo entre todos en los pasados 30 años. 

En las universidades se producen situaciones dantescas. En algunos casos, en las más envejecidas, es una descapitalización en toda regla. Universidades como la de Sevilla han perdido más de 150 funcionarios en el último año.

 Con la tasa de reposición sólo se pueden cubrir 15 plazas. Da lo mismo si las bajas se producen en sitios científicamente productivos, en otros capaces de generar recursos para la universidad o, sencillamente, en áreas o departamentos con mucha carga docente. La medida es ciega; absurda nos atrevemos a decir. 

En el otro extremo están las universidades jóvenes. Por ejemplo la universidad Rey Juan Carlos que con una plantilla en consolidación sólo jubiló 8 funcionarios docentes en el 2012. La comunidad de Madrid, interpretando el decreto de la forma más cicatera, indicó que no puede convocarse ninguna plaza en este año al no alcanzar el valor cabalístico de 10 ¿Qué hacer? ¿Quizás acabar con algún profesor para que sumen 10 las bajas y jubilaciones? Perdón por la licencia.

Muchas universidades, al amparo de su autonomía, hicieron caso omiso al decreto y convocaron plazas de funcionarios docentes a pesar de todo. Plazas en muchos casos urgentes, como las necesarias para consolidar contratos de Ramón y Cajal a  su término, tal y como se habían comprometido a hacer al incorporar a dichos investigadores y convencidos de que de no ser así se perdería ese capital tan valioso.

 Ante el asombro de toda la comunidad universitaria, el ministerio de Economía y Competitividad puso sus servicios jurídicos a pleitear para echar atrás todos esos concursos. Para sorpresa de todos, dichos servicios solicitaron la suspensión cautelar de las convocatorias.(...)

 Afortunadamente, algunos jueces no han admitido dicha suspensión aunque el recurso ha sido elevado a instancias superiores. Pero nos da una idea de los métodos que no duda en poner en juego el Ministerio de Economía y Competitividad cuando alguna universidad se atreve a levantarle un poco la voz. Y, una vez más, ¿de cuánto dinero estamos hablando?

 ¿Qué ahorro suponen estas poquísimas plazas que se han convocado? ¿Cómo se compara este mínimo gasto con todo lo demás y como se compara su retorno? No, no son recortes, son mandatos ideológicos sin ninguna justificación económica real. 

Especialmente cuando los profesores no estabilizados, si no emigran, se ven muchas veces abocados a buscar trabajo en universidades privadas, obvias beneficiarias de los recortes en la universidad pública. (...)

Para los colegas a los que les han recurrido las plazas, el sueño de que el dinero de Madrid 2020 pudiera ir a parar a ciencia y tecnología sería una esperanza. Vana ilusión porque seguramente irá a cualquier otro sitio, quizás para reajustar algún desequilibrio de alguna entidad financiera un poco agobiada."                   ( Adrián Escudero / Fernando Valladares / Joaquín Hortal / Jordi Moya / Luis Santamaría /

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