20.12.13

Un programa para salvar el euro

"(...) Lo que se necesita, sobre todo, es una reforma fundamental en la estructura de la eurozona. A estas alturas ya se logró concebir una idea bastante clara de lo que se requiere para ello:

Una unión bancaria real, con una supervisión común, un seguro de depósitos común y un mecanismo de toma de decisiones común; sin todo esto, el dinero seguirá fluyendo desde los países más débiles hacia los más fuertes.

Algún tipo de mutualización de la deuda, como por ejemplo los eurobonos: al tener una ratio de deuda / PIB europeo menor al de EE UU, la eurozona podría prestarse a tasas de interés reales negativas, tal como lo hace EE UU.

 Las tasas de interés más bajas podrían liberar dinero para estimular la economía, rompiendo el círculo vicioso en el que se encuentran los países afectados por la crisis, mediante el cual la austeridad aumenta la carga de la deuda, haciendo que la deuda sea menos sostenible, ya que el PIB se contrae.

Políticas industriales que permitan que los países rezagados se pongan al mismo nivel que los otros; esto implica revisar las estructuras actuales, que prohíben tales políticas por considerarlas como intervenciones inaceptables en los mercados libres.
 
Un banco central que se centre no solamente en la inflación, sino que también centre su atención en el crecimiento, el empleo y la estabilidad financiera.

Sustitución de las políticas de austeridad que van en contra del crecimiento con políticas que favorezcan el crecimiento y que se centren en llevar a cabo inversiones en personas, tecnología e infraestructura.

Gran parte del diseño del euro refleja las doctrinas económicas neoliberales que prevalecían en el momento en el que se concibió la moneda única. Se pensaba que era necesario mantener una baja inflación y que ello sería casi suficiente para lograr crecimiento y estabilidad; que hacer que los bancos centrales fueran independientes era la única manera de garantizar la confianza en el sistema monetario; que niveles de deuda y de déficits bajos garantizarían la convergencia económica entre los países miembros, y que un mercado único, con un flujo libre de personas y dinero, garantizaría la eficiencia y la estabilidad.

Cada una de estas doctrinas ha demostrado ser errónea. (...)"           ( , El País, 15 DIC 2013 )

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