1) factores exógenos que impulsan el crecimiento (caída de precios del petróleo, depreciación del euro, política monetaria expansiva del BCE),
2) la expansión de actividades de muy bajo valor añadido, y
3) la desregulación laboral y el hundimiento de la calidad del empleo. (...)
En conclusión, la
reactivación de la actividad está tirando del empleo, lo que sin duda es
positivo, en la medida que supone la salida de la situación de
desempleo, que en nuestro país sigue siendo extraordinariamente elevado.
Sin embargo, el modelo de crecimiento por el que se apuesta y la
regulación laboral adoptada, determinante asimismo de un importante
proceso de devaluación salarial, explican que el empleo creado sea muy
frágil, de malas condiciones laborales, y en consecuencia poco generador
de riqueza colectiva y bienestar individual.
Un empleo de baja calidad
que es compatible con el aumento de las desigualdades y que no sirve
para frenar el aumento de las situaciones de pobreza y exclusión social,
que se han exacerbado en nuestro país durante esta crisis con la
aplicación de erróneas políticas de ajuste extremo, desregulación
laboral y reducción de lo público, hasta situarnos a la cabeza de Europa
en tan lamentables registros.
No cabe pues ninguna mirada de
complacencia con las cifras de empleo, que si bien muestran una mejora
estadística indudable, a partir de los deplorables registros
preexistentes, también ofrecen, para quien quiera verlos, síntomas
evidentes de un crecimiento económico desequilibrado, un insostenible
aumento de la precariedad laboral y un empobrecimiento estructural de
nuestro país.
A juicio de EFC, sin un cambio de
políticas económicas, asistiremos de nuevo en esta etapa al mismo
espejismo que ya vivimos en otras anteriores, y a una decepción y un
sufrimiento aún mayores cuando venga la siguiente crisis." (Economistas frente a la crisis, 23/07/2015)
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