1.12.15

Fin de la libertad de movimiento en Europa

"¿Cuántos atentados hacen falta para que cambie el debate político? ¿Uno, dos, quizá tres? Por lo visto, dos grandes catástrofes es la respuesta correcta. Tras los horribles atentados terroristas del Estado Islámico el pasado 13 de noviembre en París, parece que casi todos los europeos, con bastante razón, han decidido endurecer las medidas contra el terrorismo.

Y eso tendrá una serie de consecuencias, desde un gasto más elevado en defensa y seguridad hasta una mayor disposición a ayudar a la gran coalición occidental en el control de los estados caídos de Oriente Medio o cualquier otro sitio. 

Lo más obvio, eso sí, será el cierre de las fronteras de Europa y la restricción paulatina de la libre circulación de trabajadores. Ya ha empezado de forma extraoficial y no puede tardar mucho hasta que se restrinja legalmente también.

Terminar con la libre circulación de personas conllevará un enorme impacto económico: restará movilidad a los mercados de trabajo, afectará a las empresas que dependen de mucha mano de obra barata y dificultará todavía más que la moneda única sea un éxito. En contra, tal vez ayude a los países exportadores netos de mano de obra, aunque los beneficios serán marginales. (...)

Inmediatamente después del atentado, Francia cerró sus fronteras para intentar garantizar la situación. En silencio, otros países empiezan a hacer lo mismo. Dinamarca, Suecia, Alemania y Austria han restablecido los controles fronterizos temporalmente para asimilar el flujo de inmigrantes. 

¿Se levantarán esos controles después? Ahora mismo parece improbable. La líder extremista francesa Marine Le Pen ya ha pedido la reimposición de los controles fronterizos. Es improbable que otros líderes políticos se queden detrás. El mayor logro de la Unión Europea es la libre circulación de personas entre sus fronteras. 

Los ciudadanos de un país de la UE tienen derecho a vivir y asentarse en cualquier otro. Y en la zona más pequeña que abarca el Acuerdo de Schengen, ni siquiera hace falta enseñar el pasaporte para cruzar la frontera.

Sin embargo, la presión simultánea de la migración masiva y el terrorismo lo hará insostenible. Schengen desaparece deprisa y el libre movimiento le seguirá los pasos.  (...)"        (Matthew Lynn, El Economista, en Jaque al neoliberalismo, 23/11/15)

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