"Trabajar y ser pobre. Quizás una de las máximas expresiones de la
exclusión y la desigualdad. En España, estar empleado ya no es una
seguridad para poder disfrutar de un mínimo grado de bienestar.
La
precariedad del empleo que se está generando (o que se mantiene y/o
modifica) –caracterizado por la parcialidad, la temporalidad o los
salarios bajos– ha llevado a que, según datos de Eurostat, el 12,6% de
los trabajadores esté en riesgo del pobreza. Es decir, dispone de menos
del 60% de la mediana de ingresos nacional. (...)
La situación se torna en dramática cuando se refiere a los más
jóvenes. Si en 2008 la población de 18 a 24 años era el grupo menos
vulnerable a la pobreza laboral, en 2014 el porcentaje de riesgo de
pobreza se ha multiplicado por tres hasta alcanzar el 21,3% de los
trabajadores en esa franja de edad.
El panorama es desolador: uno de
cada dos jóvenes menor de 25 años está desempleado. De los que trabajan,
uno de cada cinco es pobre.
El porcentaje de trabajadores que cuenta con un contrato temporal
–3,5 millones en la última EPA de 2014– y que se encuentra en riesgo de
pobreza asciende al 22,9%. En el caso de los trabajadores con contrato a
media jornada –2,8 millones al finalizar 2014–, el porcentaje es
idéntico: 22,9% en ese año según datos de Eurostat.
Si se considera el riesgo de pobreza y exclusión social
–esto es, si se añaden otras dimensiones de la pobreza como la
privación material severa o la baja intensidad de trabajo–, el
porcentaje de trabajadores en situación de pobreza y exclusión aumenta
hasta el 17,6%, casi 4 puntos más que en 2009." (José Luis Marín , CTXT, 02/12/15)
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