"Los cinco principales candidatos a la presidencia francesa, aquellos con
una intención de voto superior al 10%, se han enfrentado esta noche en
un debate televisado que ha inaugurado la campaña, ante unos diez
millones de telespectadores, (...)
Los cinco demostraron la posibilidad de un debate razonable desde
argumentos y posiciones contrastadas que fue más allá del mero
intercambio de monólogos y reproches. (...)
Fillon prometió liberar a Francia de un “exceso de reglamentaciones” y
situó las tres amenazas; un presidente de Estados Unidos “imprevisible”,
la potencia comercial de China y el islamismo yihadista. Sus
adversarios no le atacaron por la sospecha de empleos ficticios que le
rodea. Salió mejor librado de lo esperado. (...)
Segundo en turno de palabras, Jean-Luc Mélenchon se presentó como un
“presidente social y ecologista” con su programa de refundación de la
República sobre sólidas bases sociales, fuera de la energía nuclear y de
la OTAN. Tuvo momentos brillantes, pero no parece que este debate vaya a
alterar su posición sustancialmente. (...)
Emmanuel Macron, pujante en los sondeos, se declaró “orgulloso de haber
sido banquero”, algo que se le reprocha, dijo, metido en política para
“hacer cosas útiles” y convencido de que, “la divisoria clásica
(derecha-izquierda) no ha resuelto nada y no sirve”. Se le consideraba
el más expuesto, pero pasó la prueba sin gran sufrimiento pero tampoco
sin particular brillo. (...)
“No quiero ser la vicecanciller de Merkel, quiero restablecer el derecho
de los franceses a decidir por sí mismos”, proclamó Marine Le Pen, en
el marco de un, “rearme contra la mundialización”. Se alteró al escuchar
la declaración de fidelidad a Alemania de Macron. Líder en la primera
vuelta y eterna derrotada en la segunda, Le Pen fue tajante: “quiero
detener toda emigración”.
Benoït Hamon se preguntó, “¿qué pueblo queremos ser, solidario o autoritario?” y abogó por la “independencia ante los lobys”. Fue seguramente el candidato con menos gancho de los cinco. También fue el más beligerante contra la Rusia de Putin y la Siria de el Asad. (...)
Benoït Hamon se preguntó, “¿qué pueblo queremos ser, solidario o autoritario?” y abogó por la “independencia ante los lobys”. Fue seguramente el candidato con menos gancho de los cinco. También fue el más beligerante contra la Rusia de Putin y la Siria de el Asad. (...)
Otro momento con chispa se produjo cuando la periodista se refirió a los
casos judiciales que penden sobre “algunos de ustedes”. “Gracias por su
pudor”, respondió Jean-Luc Mélenchon, “pero aquí hay tres candidatos
que no tenemos ningún caso judicial encima, eso se refiere a Fillon y Le
Pen”, el primero con sospechas de empleos ficticios de su mujer, y la
segunda por haber reclutado a sus colaboradores para trabajos en su
partido pagados con fondos del Parlamento Europeo, así como por
infravalorar su patrimonio. (...)
Los tres candidatos que juegan en la primera liga de esta campaña,
Macron, Le Pen y Fillon se lanzaron sus concepciones económicas. Fillon
reprochó a Le Pen ser una “serial killer” para la economía con su
propuesta de salida del euro.
Le Pen respondió enseñando un gráfico que
reflejaba la evolución de las economías europeas desde la introducción
del euro, con una línea alemana hacia arriba y otras, francesas,
españolas e italianas, hacia abajo. “No creo que el euro haya sido
bueno”, dijo. Fue uno de los raros puntos marcados por la Le Pen cuyas
intervenciones no brillaron.
La clave de las próximas elecciones es la avería. La avería nacional de
una Francia en declive estatal y social y descontenta por ello. Una
Francia que se compara con la de los “treinta gloriosos” y se asusta. Un
país que busca soluciones en chivos expiatorios, en repliegues
nacionales contra la mundialización, en refundaciones republicanas o en
reformas neoliberales a las que su sociedad se ha resistido con mayor
tenacidad que cualquier otra nación europea. Todo eso se reflejó en el
debate de anoche.
Una avería institucional, con la doble crisis de los dos grandes
partidos que se han repartido el gobierno y el juego institucional de
Francia en los últimos treinta años. (...)
Avería en las referencias ideológicas tradicionales en el país que
inventó los campos de “izquierda” y “derecha” para definir a
conservadores y progresistas, si se confirma que el pulso final de mayo
será entre una oferta de ultraderecha con la xenofobia en el centro de
su discurso que se presenta como “ni de izquierda, ni de derecha”, la
del Frente Nacional de Marine Le Pen, y otra europeísta neoliberal que
pretende incluir “a la izquierda y a la derecha”, la oferta de Emmanuel
Macron, ex banquero de inversión, ex miembro de un gobierno socialista,
en alianza con políticos centristas ex aliados de la derecha y con
apoyos del gran empresariado y de la tecnocracia europea. Ambas ofertas
situarían la crisis francesa en un nuevo escenario.
Y avería, en fin, social y ciudadana, porque la fábrica integradora y los ascensores sociales republicanos que daban cierta estabilidad al sistema, se han detenido, se han parado configurando, desde hace una generación nuevas marginalidades enquistadas territorialmente. (...)
Y avería, en fin, social y ciudadana, porque la fábrica integradora y los ascensores sociales republicanos que daban cierta estabilidad al sistema, se han detenido, se han parado configurando, desde hace una generación nuevas marginalidades enquistadas territorialmente. (...)
En los programas y los posicionamientos, cinco grandes divisorias
atraviesan las cinco ofertas ayer presentes en el debate televisado.
Una
es la divisoria entre sensibilidades nacionales contra sensibilidades
europeístas, otra es la que separa programas con orientación social de
programas neoliberales, otra la que distingue a reaccionarios sociales y
progresistas en aspectos de moral, costumbres, e identidad, otra la que
divide a ecologistas y crematísticos, y, finalmente, la separación
entre belicistas y pacifistas.
Todas ellas atraviesan con distinta
intensidad a la derecha y a la izquierda, excepto las dos últimas: solo
en la izquierda hay una oferta contraria al incremento de los
presupuestos militares y adversaria del intervencionismo militar francés
en el extranjero (Mélenchon), y solo en la izquierda se da relieve a
los temas medioambientales (Hamon y Mélenchon).
Todo lo demás, Europa,
el proteccionismo, el republicanismo, la identidad nacional, la
xenofobia y el neoliberalismo es transversal. (...)" (Rafael Poch, La Vanguardia, 21 de marzo 2017, en Sin Permiso, 24/03/17)
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