26.10.17

Para que los políticos socialdemócratas recuperen el poder y el apoyo de su electorado es necesario el rechazo absoluto de la austeridad. Sin los 500.000 millones de dólares trimestrales (procedentes del BCE, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón) los grandes bancos mundiales habrían quebrado

"El fracaso (o pasokización) de la socialdemocracia en Europa y Estados Unidos es dramático, pero no era inevitable. El agotamiento del PSOE y la socialdemocracia española ha sido particularmente dramático (...)

Sin embargo, el aspecto más dramático de la desaparición de la socialdemocracia en toda Europa es que ha derivado directamente en el desmoronamiento de la democracia. El desencanto con la democracia se ha alimentado con la creencia de que los políticos socialdemócratas no podrían proteger ni protegerían a las poblaciones de los efectos catastróficos de las leyes del mercado tras las crisis económicas de 2007-9.

 La clase política se mostró renuente a contener o abordar (a través de la regulación) el aumento constante, y posterior implosión, del excesivo endeudamiento privado creado por la banca y las instituciones financieras, que a su vez se empleó en una temeraria especulación inmobiliaria. En segundo lugar, tras el desplome económico causado por la crisis financiera, fracasaron al tratar de resolver el descomunal aumento del desempleo en España. 

En su lugar, los políticos se centraron inexorablemente en intentar “cuadrar el presupuesto”. Al centrarse en la deuda pública y no en la privada, se perjudicó a aquellos que no habían causado la crisis, porque en un vano intento de ajustar el presupuesto, los políticos empeoraron las ya degradadas condiciones de vida de sus propios seguidores.  (...)

Al acceder a renunciar al apoyo de un banco central español respaldado con fondos públicos y, en su lugar, depender de un incomprensible Banco Central Europeo, los políticos españoles entregaron un gran poder. Debilitaron su propia administración e influencia. 

No es de extrañar que no tuvieran poder para proteger a la sociedad del inexorable y devastador impacto de los mercados durante la Gran Crisis Económica y posteriormente. Por el contrario, los políticos británicos y estadounidenses podían pedir ayuda a sus bancos centrales.  (...)

Actualmente existe un amplio consenso en que José Luis Rodríguez Zapatero, líder del PSOE en 2010, cometió una especie de harakiri cuando, con una agobiante tasa de desempleo juvenil del 40%, accedió a un objetivo de déficit presupuestario del 6%, congeló las pensiones y otras prestaciones, aumentó la edad de jubilación, recortó los sueldos de los funcionarios, impuso medidas de austeridad a las autonomías y “flexibilizó” la negociación colectiva. 

Quizá el error más catastrófico fue la decisión de adoptar la “regla de oro” de estilo alemán concebida para incorporar políticas sobre déficits presupuestarios en la Constitución. En otras palabras, las políticas se convertirían en algo así como cemento: inalterables e inamovibles. Esta decisión refleja una interpretación muy deficiente de cómo funcionan las economías.(...)

 Las políticas estatales han de poder responder a los vaivenes de la economía en general. Cuando la economía se calienta, y hay amenaza de inflación, deben adoptarse medidas para enfriarla. Cuando la economía se desploma, y hay amenaza de desempleo y deflación, la política debe responder para prevenir una quiebra económica prolongada. 

La “regla de oro” enraizó la austeridad y con ella los continuos altos niveles de desempleo en la economía española. Previsiblemente, provocó una aplastante derrota del PSOE en 2011. (...)

El señor Zapatero no estaba solo. En toda Europa e incluso en EE.UU., hay unanimidad entre los socialdemócratas, los responsables políticos y los principales economistas en que la “austeridad” o saneamiento fiscal es la respuesta a un aumento de la deuda pública causada por un fracaso económico privado.

Sin embargo, la “austeridad” en época de crisis es una ideología especialmente retorcida, declamada por los intereses financieros, preocupados porque no haya suficiente dinero para sostener al sector privado si está “desbordado” por el sector público. (...)


Para entender cómo y por qué sube o baja la deuda pública ayuda visualizar el balancín de un parque infantil. Cuando el sector privado se desploma y cae la recaudación fiscal, la deuda pública, al igual que un balancín, sube. 

¿Por qué? Porque la quiebra del sector privado provoca el desplome de la recaudación fiscal, y en una economía democrática, un aumento de las prestaciones sociales. Cuando el sector privado se recupera, el desempleo y las prestaciones sociales caen, y la recaudación fiscal aumenta. Entonces, la deuda pública, al igual que un balancín, también cae. 

De modo que la respuesta a un aumento de la deuda pública en una época de  quiebra del sector privado, no es empeorar las condiciones recortando el gasto y la inversión en el sector público. Por el contrario, es vital que el gobierno pida prestado y gaste para impulsar el empleo y la actividad económica, que a su vez aumentará la recaudación fiscal, y también estimulará un sector privado debilitado. 

Para que los políticos socialdemócratas recuperen el poder y el apoyo de su electorado es necesario el rechazo absoluto de las políticas económicas de desregulación que dieron lugar a la Gran Crisis Económica. (...)

Los políticos siguen permitiendo que los bancos amenacen la economía global con otra crisis financiera grave, a pesar de que hoy en día todos los bancos mundiales en la práctica son bancos nacionalizados. 

Sin la generosidad de los 500.000 millones de dólares de EC trimestrales (procedentes del BCE, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón) más unos intereses crediticios históricamente mínimos, respaldados por unas garantías estatales, habrían quebrado. 

(...) todas los bancos privadas dependen de instituciones respaldadas por los contribuyentes, como el sistema judicial y de derecho penal, para el cumplimiento de contratos. 

¿No ha llegado el momento de insistir en que estas instituciones financiadas por los contribuyentes no se puedan utilizar para el cumplimiento de contratos, a menos que los bancos privadas contribuyan a restablecer la salud de la economía española? 

Es mucho lo que se puede hacer para desafiar el aparentemente abrumador dominio del sector financiero privado. Pero antes, los socialdemócratas españoles deben reconocer y restablecer el poder de una democracia reguladora. Deben anteponer públicamente los intereses de su electorado por encima de los intereses del sector financiero privado. 

Deben prometer que van a restablecer la autoridad pública sobre los mercados privados en lo que concierne al capital, trabajo y comercio. 

Solo de esta manera será posible recuperar la confianza de los ciudadanos, y con ella, el poder político."            (Ann Pettifor, Directora de investigación de la red sobre políticas macroeconómicas (Prime), en CTXT, 18/10/17)

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